Los curr¨ªculos de los pol¨ªticos
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Las noticias recientes sobre los curr¨ªculos de algunos pol¨ªticos permiten reflexionar mirando al futuro. Parece que embellecer el curr¨ªculo es una pr¨¢ctica que afecta a todos los partidos aunque muy marginalmente. La transparencia, el celo period¨ªstico y una cierta verg¨¹enza ayudan a conocer algunos casos. El embellecimiento busca construir una imagen resaltando m¨¦ritos que se presentan como veraces sin serlo. Puede ocurrir cuando se busca trabajo, pero ?tiene sentido en una c¨¢mara de representaci¨®n cuando se est¨¢ sometido al escrutinio p¨²blico?
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A diferencia de muchas otras ocupaciones, la pol¨ªtica representativa no tiene ning¨²n requisito de entrada; no es necesario que nuestros parlamentarios sepan hacer algo en especial, ni siquiera que tengan estudios de ning¨²n tipo. Y, sin embargo, en las c¨¢maras se concentra una elevada proporci¨®n de universitarios: actualmente, un 90% en las autonom¨ªas (Canarias, Navarra y Galicia las que m¨¢s) y un 93% en el Congreso; nada que ver con la proporci¨®n de espa?oles con t¨ªtulo universitario (alrededor del 25%).
Que no existan requisitos de entrada no quiere decir que no se precisen ciertas habilidades que, seg¨²n los protagonistas (estudio CIS 2827 de 2010), son necesarias: pasi¨®n por la pol¨ªtica y vocaci¨®n de servicio, perseverancia y esfuerzo, integridad y ciertas habilidades sociales. Nada sobre t¨ªtulos acad¨¦micos, aunque los casos recientes revelan que son ampliamente valorados. Esto entronca con una tendencia general: el t¨ªtulo universitario es un bien preciado porque facilita la movilidad social ascendente.
A pesar de las cr¨ªticas a las instituciones pol¨ªticas y sus gestores, a nadie se le escapa su relevancia. Y algunos de quienes ocupan esas instituciones pueden sentirse impelidos a mostrar los mejores m¨¦ritos o, al menos, aquellos que creen que la sociedad espera que tengan. De un parlamentario se espera que tenga una cierta educaci¨®n formal, cierta experiencia profesional, que sepa detectar y explicar un problema y sus soluciones, que sepa hablar, escuchar, argumentar y convencer, escribir m¨¢s o menos correctamente, que sea capaz de analizar la realidad, manejar fuentes de informaci¨®n variadas, tener criterio, aspectos que s¨ª suelen ir vinculados a la educaci¨®n universitaria.
Las c¨¢maras deben recopilar informaci¨®n homog¨¦nea y completa del perfil social de los representantes
Adem¨¢s, si el entorno en el que se mueve el aspirante a pol¨ªtico est¨¢ plagado de titulados, entonces ese entorno puede ser una fuente de presi¨®n adicional para aparentar ser como los dem¨¢s y calmar as¨ª cierta mala conciencia por no haber terminado los estudios o cierto complejo de inferioridad por no tenerlos. Y ah¨ª es donde puede llegar el problema: si no encajo con las expectativas que creo que tienen sobre m¨ª, fabrico una realidad paralela para encajar (¡°deseabilidad social¡±). De ah¨ª el enga?o a sus partidos, electores e instituciones. Quiz¨¢s alguien deber¨ªa preguntarse que si enga?o en algo tan esencial como la manera en que me presento al mundo, ?c¨®mo puedo pedir que me crean cuando haga promesas pol¨ªticas o rinda cuentas sobre mi acci¨®n de gobierno u oposici¨®n?
Este tipo de enga?os tiene consecuencias que van m¨¢s all¨¢ de dimisiones o actos de contrici¨®n: j¨®venes que pueden verse tentados a hacer lo mismo porque, si una alta dignidad pol¨ªtica enga?a, ?por qu¨¦ no lo van a hacer los dem¨¢s?; desconfianza generalizada y m¨¢s desapego de la pol¨ªtica por estos comportamientos asumiendo que todos los pol¨ªticos son iguales, cuando nada hay m¨¢s lejos de la realidad; desvalorizaci¨®n y menosprecio a los esfuerzos de la poblaci¨®n con estudios universitarios.
Para evitar estas consecuencias negativas hay algunos remedios. Es b¨¢sico considerar que no hay nada deshonroso en dedicarse a la pol¨ªtica y no tener un t¨ªtulo universitario. Otros remedios que dio Manuel Alc¨¢ntara en su libro El oficio de pol¨ªtico los adapto aqu¨ª. Primero, que se institucionalice que las c¨¢maras de representaci¨®n recopilen informaci¨®n homog¨¦nea y completa del perfil social de los representantes y la hagan p¨²blica. Segundo, que los partidos pongan un celo mayor en controlar la veracidad del curr¨ªculo de sus candidatos y que el enga?o tenga consecuencias internas puesto que afecta al partido y a las instituciones que gestiona. Adem¨¢s, que se preocupen de no atiborrar de responsabilidades a quienes se est¨¢n formando para evitar el abandono y la futura tentaci¨®n de deseabilidad social y enga?o. Tercero, que haya una explicaci¨®n m¨ªnima de la idoneidad del candidato para ocupar un puesto de elecci¨®n. Probablemente esto ayude a evitarnos situaciones poco decorosas.
Xavier Coller es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universidad Pablo de Olavide y LUISS University.
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