La otra mente
Los minicerebros cultivados a partir de c¨¦lulas madre son una realidad
Estamos tan obsesionados con los robots, esos amasijos de chatarra que nos ganan al ajedrez y al p¨®ker, que nos humillan y nos quitan el empleo, estamos tan absortos en su maldita superioridad de silicio que se nos est¨¢ pasando la otra gran amenaza a nuestra envergadura c¨®smica, la que ha inspirado siempre a los ingenieros y a los cient¨ªficos de la computaci¨®n, la que lleva 4.000 millones de a?os resolviendo los problemas que nuestra tecnolog¨ªa apenas empieza a ara?ar ahora: la naturaleza misma.
Una forma de crear mentes es, qu¨¦ duda cabe, partir de las unidades de informaci¨®n matem¨¢ticamente m¨¢s simples, conectarlas en los circuitos l¨®gicos m¨¢s elementales y organizarlas en sistemas de inteligencia artificial que ya pueden aprender y extraer pautas abstractas de la experiencia. Pero hay otra forma que solemos ignorar, pese a que sus probabilidades de ¨¦xito se fundamentan en bases muy s¨®lidas. Se trata de partir de los aut¨®matas microsc¨®picos m¨¢s deslumbrantes que conocemos, las c¨¦lulas madre, y usarlas para crear cualquier parte del cuerpo, que es justo lo que mejor saben hacer. Y recuerda que el cerebro es un ¨®rgano como cualquier otro, que la mente no es m¨¢s que un trozo de cuerpo.
Los minicerebros cultivados a partir de c¨¦lulas madre son una realidad. Miden unos 4 mil¨ªmetros de di¨¢metro y tienen 2 o 3 millones de c¨¦lulas (en comparaci¨®n con 86.000 millones de neuronas de un cerebro humano t¨ªpico). Duran vivos un par de a?os. Si las c¨¦lulas madre se obtienen de la piel de un paciente, los minicerebros tendr¨¢n su autismo, esquizofrenia o microcefalia inducida por el virus Zika. Son sistemas muy valiosos para investigar las causas ¨²ltimas de esas condiciones neurol¨®gicas. Tambi¨¦n se pueden trasplantar a ratones, cosa que se ha hecho con cierto ¨¦xito.
Por el momento, los minicerebros solo pueden recibir unas se?ales sensoriales muy primarias, por ejemplo cuando se asocian con c¨¦lulas de retina, y las conexiones que pueden formar con otras regiones cerebrales son limitadas. Pero solo estamos en el amanecer de esta biotecnolog¨ªa. La jurista Nita Farahany, directora de la iniciativa para la ciencia y la sociedad de la Universidad de Duke, el neurocient¨ªfico Christof Koch, el genetista George Church y otros 12 colegas han publicado en Nature un borrador de recomendaciones para los legisladores y el p¨²blico informado, o el que desee informarse.
La ¨¦lite cient¨ªfica est¨¢ genuinamente preocupada por las futuras mentes en cultivo. Nosotros deber¨ªamos preocuparnos tambi¨¦n, ?no les parece?
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