Un mal juez es mejor que una buena guerra
Guatemala reclama la mitad de Belice. La justicia tiene la palabra
Es raro que los mapas cambien significativamente sin derramamiento de sangre. Pero esto es lo que puede suceder en Centroam¨¦rica entre dos pa¨ªses que normalmente no acaparan titulares pero que han optado por una soluci¨®n pr¨¢ctica, consensuada y definitiva. Seguramente sea mejor un mal juez que una buena guerra. Al menos as¨ª lo deben pensar los Gobiernos de Guatemala y Belice, quienes se han puesto en camino de dejar que un tribunal internacional decida sobre una disputa territorial centenaria que puede terminar ¡ªatenci¨®n¡ª con la incorporaci¨®n de casi la mitad del territorio de Belice a Guatemala. Casi nada.
Guatemala reclama a Belice unos 11.000 kil¨®metros cuadrados, algo m¨¢s que la superficie, por ejemplo, de Navarra. Pero sucede que Belice tiene apenas 23.000 kil¨®metros cuadrados, como la Comunidad Valenciana. Una sentencia en su contra supondr¨ªa no ya la p¨¦rdida de un islote, una ciudad, una franja de tierra o alg¨²n accidente geogr¨¢fico, motivo habitual de disputas entre vecinos. Ser¨ªa un verdadero terremoto geopol¨ªtico regional y crear¨ªa un importante precedente.
Como suele suceder, el problema tiene su origen en no seguir el refranero: ¡°M¨¢s ponerse una vez colorado que ciento amarillo¡±, reza ¡ªcon perd¨®n¡ª el dicho. Espa?a permiti¨® a Reino Unido en 1783 cortar ¨¢rboles en el norte de lo que es hoy Belice. Pasaron los a?os, los brit¨¢nicos siguieron ¡ªal menos oficialmente¡ª cortando ¨¢rboles y cultivando la tierra, mientras Guatemala se independiz¨® de Espa?a. Era 1821. Entonces los guatemaltecos se dieron cuenta de que, curiosamente, Londres hab¨ªa multiplicado la extensi¨®n del terreno que controlaba. Aquella porci¨®n de tierra concedida por la Corona espa?ola hab¨ªa crecido ¡ªnadie sab¨ªa c¨®mo¡ª hasta pr¨¢cticamente estrangular la salida al Caribe. Pero claro, una cosa era lograr la independencia de un pa¨ªs que entraba en una freudiana crisis de identidad ¡ªtodav¨ªa dura 200 a?os despu¨¦s¡ª y otra hacerle la guerra al Imperio Brit¨¢nico. Guatemala acord¨® en 1859 un tratado con Londres, dej¨® las cosas estar y pidi¨® una carretera hasta el Caribe. Los brit¨¢nicos, sonrieron y firmaron. Naturalmente nunca hubo carretera.
El asunto de la carretera cole¨® hasta nada menos que unos cien a?os despu¨¦s, cuando el Congreso de Guatemala vino a reconocer, en 1946, que aquel tratado era una tomadura de pelo. Los brit¨¢nicos segu¨ªan all¨ª. Nadie supon¨ªa ya que talando ¨¢rboles. Y siguieron hasta 1981, cuando Belice obtuvo su independencia. Entonces Guatemala aceler¨® la demanda no de la dichosa carretera sino del territorio que considera le corresponde. Existe una zona m¨¢s o menos indefinida entre ambos pa¨ªses pero de vez en cuando hay muertos en incidentes armados. Y hasta alg¨²n conato de enfrentamiento a gran escala. Ahora, ambas partes han acordado llevar la disputa a la Corte Internacional de Justicia. Los guatemaltecos acaban de aprobar en refer¨¦ndum someterse a la decisi¨®n del tribunal. Los de Belice deben hacerlo el a?o que viene. En Guatemala esperan que el refer¨¦ndum de sus vecinos no acabe como la carretera.
?Qui¨¦n ganar¨¢ el caso? Por de pronto los abogados, ya que en caso de que el proceso eche a andar Guatemala tendr¨¢ que emplear, para empezar, 11 millones de d¨®lares en bufetes internacionales que lleven el caso. Ya lo dec¨ªan nuestras madres: hijo m¨ªo, estudia Derecho.
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