La clave de la convivencia entre Donald y Melania Trump: distancia
El presidente y su esposa llevan horarios, rutinas y ocio diferente. La primera dama duerme sola y su marido lo hace en una habitaci¨®n en la que pidi¨® un cerrojo
La fragancia misteriosa que emana Melania Trump por los discursos que no pronuncia, las reuniones a las que no asiste o las manos que no coge, ha causado un progresivo inter¨¦s sobre qu¨¦ hace mientras no se la ve. Cuando la primera dama abandon¨® Nueva York -aunque en su cuenta personal de Twitter aparezca que vive all¨ª- para instalarse en la Casa Blanca cinco meses despu¨¦s de que su marido asumiera la presidencia de Estados Unidos, deshizo las maletas en una habitaci¨®n diferente a la de ¨¦l. La del mandatario, por petici¨®n propia, tiene un cerrojo en la puerta. Y no solo sus dormitorios est¨¢n separados. Tambi¨¦n sus rutinas y su tiempo libre.
Una de las pocas an¨¦cdotas sobre Melania que pudo rascar Michael Wolff para su libro Fire and Fury (Fuego y furia) revela el ¨¢nimo con que lleg¨® la eslovena a la casa de gobierno. Durante la campa?a presidencial se filtraron unas fotos de la exmodelo posando desnuda. Ella le advirti¨® a su marido-candidato que si as¨ª era el futuro que les aguardaba, no lo quer¨ªa. Trump reaccion¨® como Trump. A pesar de que el magnate estaba seguro de lo contrario, le respondi¨® que demandar¨ªan a los medios y le garantiz¨® que todo acabar¨ªa en noviembre porque no hab¨ªa forma de que ¨¦l ganara las elecciones. Cuando se supieron los resultados, Melania llor¨®. Wolff narra que no fueron l¨¢grimas de alegr¨ªa.
Un reciente art¨ªculo publicado por The Washington Post sobre la vida ¨ªntima de la primera dama describe el mundo paralelo que ha construido en el Ala Este de la Casa Blanca. Se levanta m¨¢s tarde que Trump -quien a las 5.30 ya est¨¢ con sus tres televisores encendidos y Twitter abierto- y prepara a su hijo Barron, de 12 a?os, para que acuda al colegio. En su ala solo trabajan nueve empleados, menos de la mitad de los que ten¨ªa Michelle Obama y Laura Bush. Seg¨²n un reportaje de VanityFair, el personal permanente adora a la primera dama. A veces abandona su oficina y se asoma al otro lado de la casa de gobierno donde est¨¢ el Despacho Oval y el de su hijastra mayor, Ivanka Trump. "Pocas veces pone un pie por el Ala Oeste", cont¨® al medio estadounidense una persona con conocimiento de primera mano. Seg¨²n The Washington Post, Trump detesta que Melania vaya ganando en popularidad entre los estadounidenses mientras que ¨¦l no hace m¨¢s que descender en las encuestas. Los ¨²ltimos datos le dan a ella un 57% de aprobaci¨®n popular y a ¨¦l, un 42%. No llega al aprobado.
El Ala Este est¨¢ abierta al p¨²blico cinco d¨ªas a la semana como parte del recorrido por la Casa Blanca. Pero Melania no se deja ver. Su ox¨ªmoron, Jackie Kennedy, lleg¨® a ser ella misma ¡°la gu¨ªa del tour¡±. En 1962, en una iniciativa sin precedentes, la entonces primera dama explic¨® a los estadounidenses en televisi¨®n abierta cada rinc¨®n de la casa de gobierno que con tanta dedicaci¨®n hab¨ªa redecorado. Pero hay una cosa que comparten ambas. Vivir su relaci¨®n bajo la nube de supuestas infidelidades.
En lo que va de 2018, Trump se ha enfrentado a la acusaci¨®n de la ex actriz porno Stormy Daniels, quien dice haber recibido 130.000 d¨®lares poco antes de las elecciones de 2016 como parte de un acuerdo con los abogados del entonces candidato para mantener en silencio sus encuentros sexuales. Cuando estall¨® la noticia, la primera dama cancel¨® los planes para viajar con su marido al Foro Econ¨®mico Mundial en Davos. Luego se los vio llegar en coches separados al discurso de Estado de la Uni¨®n.
Los Trump, incluso cuando tienen tiempo libre, funcionan de manera aut¨®noma. ?l juega golf. Ella no se sabe. ?l cena con empresarios y pol¨ªticos. Ella no se sabe. ?l tuitea todo lo que piensa. Ella no se sabe. Seg¨²n varios asistentes actuales y anteriores, el matrimonio a menudo come separado. Stephanie Grisham, la portavoz de Melania, contradijo esta versi¨®n. Afirm¨® que comparten durante los viajes y en las noches. Sin embargo, a Trump no le queda mucho tiempo libre. Lo dej¨® claro en el reciente cumplea?os n¨²mero 48 de su esposa, a quien no le compr¨® un regalo por estar ¡°muy ocupado¡±.
El hermetismo de la primera dama, que se libera de las entrevistas como quien sacude la lluvia de un paraguas, ha dado pie a especular el porqu¨¦. Ivana Trump, la primera esposa del mandatario, con quien compart¨ªa la pasi¨®n por los negocios, narr¨® en su reciente libro Rasing Trump (Criando a los Trump): "En nuestro matrimonio no pod¨ªa haber dos estrellas, as¨ª que uno tuvo que irse". Peter Slevin, autor de Michelle Obama. A Life (Michelle Obama. Una vida) y veterano del Washington Post, sostiene que la diferencia con la ex primera dama, es que sus cercanos dec¨ªan que era la persona m¨¢s estratega que conoc¨ªan. Se fijaba objetivos, ten¨ªa un plan, nada parecido a lo que muestra Melania, quien lanz¨® Be Best (S¨¦ Mejor), la iniciativa por la que trabajar¨¢, 16 meses despu¨¦s de asumir su rol.
La imagen borrosa que ha construido Melania puede que sea azarosa, seg¨²n Slevin. ¡°Honestamente no s¨¦ si tiene una estrategia, no la veo. Pero realmente no lo sabemos, puede que s¨ª, pero es que no nos lo dice y tampoco sabemos a qui¨¦n preguntarle¡±, explica el escritor y agrega que pr¨¢cticamente no tiene experiencia en p¨²blico. Quiz¨¢ la hija de una modista y de un vendedor comunista de la antigua Yugoslavia simplemente no se siente c¨®moda yendo a bailar al Show de Ellen como Michelle Obama, ni mucho menos, siendo la primera dama de Estados Unidos. Pero como es costumbre con ella, no se sabe.
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