El nuevo desorden mundial
El deterioro institucional de la Uni¨®n Europea le impide llevar a cabo una pol¨ªtica de seguridad y defensa que es hoy imprescindible ante la crisis de Trump con Ir¨¢n
La denuncia por parte del presidente Trump del tratado de seguridad nuclear con Ir¨¢n pone de relieve una vez m¨¢s la debilidad institucional y el deterioro de los organismos multilaterales encargados de velar por el mantenimiento de la paz y la mejora de las relaciones entre los pa¨ªses. Aunque el presidente Macron y la canciller Merkel han reaccionado ofreciendo seguridades al r¨¦gimen de Teher¨¢n respecto al cumplimiento por su parte de los t¨¦rminos del acuerdo, la ruptura unilateral de este por Estados Unidos sit¨²a al mundo en tal situaci¨®n de riesgo que hubiera merecido una reacci¨®n m¨¢s s¨®lida por parte de la Uni¨®n Europea y el Consejo de Seguridad de la ONU. Se corre el riesgo de que el Tratado de No Proliferaci¨®n no sea en adelante respetado, con la consiguiente amenaza de una nueva carrera internacional por la obtenci¨®n del poder at¨®mico. Adem¨¢s, la decisi¨®n de Trump afecta seriamente al equilibrio interno del r¨¦gimen iran¨ª, pa¨ªs clave para la estabilidad en Asia Central y Oriente Pr¨®ximo. Cuestiones que afectan de lleno a la seguridad de los europeos, de manera especial en el sur del continente.
Otros art¨ªculos del autor
Las dificultades para elaborar y llevar a cabo una pol¨ªtica de seguridad y defensa en Europa son coherentes con el deterioro institucional de la propia Uni¨®n, asediada por el crecimiento de los nacionalismos y movimientos xen¨®fobos en buena parte de las naciones que la integran. El aumento del populismo y las manifestaciones contra el sistema en nuestras democracias tienen sus causas inmediatas en el destrozo generado por la crisis financiera mundial que estall¨® hace una d¨¦cada, el empobrecimiento de las clases medias con el consiguiente aumento de las desigualdades, y el quebranto del modelo tradicional de la sociedad del bienestar. La descomposici¨®n a la que asistimos se refleja en las cada vez m¨¢s frecuentes crisis internas en los pa¨ªses miembros de la Uni¨®n (desde el Brexit hasta el descalabro y la desaparici¨®n de los partidos tradicionales en Francia, Italia y Espa?a), y es todo un s¨ªntoma de lo que ha dado en llamarse el malestar de la globalizaci¨®n, generador de un nuevo desorden mundial.
Al tiempo que los sistemas bipartidistas se ven contestados por doquier en la estructuraci¨®n interna de los Parlamentos democr¨¢ticos, los viejos imperios (Estados Unidos y Rusia) y los emergentes (China) encuentran enormes dificultades para organizar con coherencia y normalidad un marco de relaciones internacionales estable, perturbado como est¨¢, adem¨¢s, por la fragilidad europea. Diversos Estados de mediano y aun peque?o tama?o toman decisiones que afectan a la paz mundial, o a la de extensas ¨¢reas geopol¨ªticas, sin ning¨²n tipo de cauci¨®n por parte de quienes todav¨ªa se creen los amos del planeta y est¨¢n dispuestos a comportarse como tales. Arabia Saud¨ª, el Ir¨¢n de los ayatol¨¢s, la Turqu¨ªa de Erdogan o el Israel de Netanyahu contribuyen, entre otros, a generar esa fragmentaci¨®n del poder en un escenario en el que resplandece el creciente dominio de los mercados financieros sobre las decisiones pol¨ªticas de los Gobiernos.
En tales circunstancias, el silencio y el pasmo de la Uni¨®n Europea frente a la frecuente vulneraci¨®n de los derechos humanos en su propio territorio comienzan a ser preocupantes. Las generaciones que no vivieron la guerra ni la posguerra mundial, ni siquiera el Mayo del 68, se ven tan frustradas en sus expectativas como sorprendidas por el aparente ¨¦xito del capitalismo no democr¨¢tico en China y los pa¨ªses de su entorno. En el seno de lo que fuera el anterior imperio sovi¨¦tico, la falta de tradiciones democr¨¢ticas, la corrupci¨®n y el fanatismo ideol¨®gico, avivado por la irritaci¨®n popular, est¨¢n llevando a naciones como Hungr¨ªa o Polonia a situaciones casi prefascistas mientras se observan tendencias autoritarias en algunos de sus vecinos. La vulneraci¨®n de derechos fundamentales, los ataques y amenazas a la libertad de expresi¨®n, la persecuci¨®n y exclusi¨®n de inmigrantes y refugiados que huyen de las hambrunas africanas o de la destrucci¨®n de sus pa¨ªses asolados por la guerra comienzan a ser se?as de identidad en extensas ¨¢reas de la Uni¨®n. Mientras tanto, la OTAN se muestra m¨¢s efectiva a la hora de reprimir la migraci¨®n ilegal en el Mediterr¨¢neo que en su respuesta a los problemas creados por la anexi¨®n rusa de Crimea.
El atlantismo fue una prioridad para garantizar la paz en nuestro continente tras el cataclismo de la Guerra Mundial
Javier Solana, primer alto representante para la Pol¨ªtica Exterior de la UE y uno de los iniciales negociadores del tratado con Ir¨¢n, ahora roto por el histri¨®nico presidente americano, declaraba recientemente su preocupaci¨®n por la decisi¨®n de Trump, al tiempo que insist¨ªa en la necesidad de privilegiar las relaciones transatl¨¢nticas de Europa. El atlantismo fue una prioridad para garantizar la paz en nuestro continente tras el cataclismo de la Guerra Mundial y frente a la amenaza del expansionismo sovi¨¦tico. Sus bases y filosof¨ªa seguir¨¢n teniendo sentido en tanto en cuanto nuestros aliados de la otra orilla no identifiquen como enemigos de la democracia a todos aquellos que lo son ¨²nicamente de sus intereses particulares, y no les hostiguen innecesariamente. Ver al presidente de Estados Unidos envuelto en secretos trapicheos con la Rusia de Putin para lograr su victoria electoral y alinearse entusiasta ahora con el r¨¦gimen desp¨®tico de Arabia Saud¨ª son motivos serios de preocupaci¨®n para cuantos crean en el futuro de la democracia representativa y la defensa de los derechos humanos. Valores ambos que son fundamentos esenciales del Tratado de la Uni¨®n.
Si es verdad, como ha dicho Angela Merkel, que Europa no puede confiar ya en Estados Unidos, nos encontramos ante una quiebra definitiva del orden mundial establecido tras la victoria aliada y del ej¨¦rcito ruso sobre el terror nazi. Cuesti¨®n a?adida es averiguar si Europa puede confiar en s¨ª misma y si ser¨¢ capaz de emprender las reformas ineludibles que garanticen la supervivencia de la Uni¨®n. Ya hay una hoja de ruta propuesta por el presidente franc¨¦s. Ahora falta saber si los ego¨ªsmos nacionales y la mediocridad de los l¨ªderes pol¨ªticos no acabar¨¢n frustrando el empe?o.
Una versi¨®n de este art¨ªculo fue publicada ayer por el diario La Stampa de Tur¨ªn.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.