Qu¨¦ fue de ellos
Wolfe "no ser¨¢ le¨ªdo con agrado, o le¨ªdo a secas, dentro de unos a?os, quiz¨¢ el a?o que viene", le dijeron en los 60
Dec¨ªa Bryce Echenique ¡ªen un viejo art¨ªculo en EL PA?S, a?o 1991¡ª que el nuevo periodismo se basaba en ¡°una persecuci¨®n larga, cara y paciente del personaje¡±, y que, una vez llegado a ¨¦l, a menudo hab¨ªa que quitarle el foco inmediatamente. Para hablar de Leonard Bernstein, por ejemplo, conven¨ªa entrevistar al taxista que lo hab¨ªa llevado al aeropuerto. Como en los cr¨ªmenes, el mayordomo era crucial: Gay Talese descubri¨® que la viejita que cargaba la maleta con todos los peluquines de Frank Sinatra durante todas sus giras, unos 60 o 70, pod¨ªa saber m¨¢s de Sinatra que ¨¦l mismo.
Aquel periodismo, con otras maneras, m¨¢s sobrio y contenido, pero con igual carga de profundidad ¡ªtanto de humor como de estilo¡ª, ya hab¨ªa sido practicado antes en Estados Unidos por muchos otros, entre ellos quiz¨¢s el m¨¢s sobresaliente, A. J. Liebling. La banda que escrib¨ªa torcido (Thompson, Didion, Breslin, Talese o Wolfe), el libro de Marc Weingarten que public¨® en Espa?a Libros del KO (no hubo justicia capaz de secuestrarles ning¨²n libro; hubo que esperar a los muy pudorosos jueces espa?oles para robar Fari?a de las librer¨ªas), es un repaso de impresi¨®n sobre aquel trabajo, sus m¨¦todos y sus muchas y deliciosas broken wings que los ejecutaban. Wolfe, que no se libr¨® de los profetas cuyo sitio en la historia del periodismo ocupan casi tanto espacio como los periodistas ¡ª¡°no ser¨¢ le¨ªdo con agrado, o le¨ªdo a secas, dentro de unos a?os, quiz¨¢ el a?o que viene¡±¡ª, fue el que encontr¨® el personaje m¨¢s fascinante, el o¨ªdo m¨¢s fino, la pol¨¦mica m¨¢s ruidosa.
Se suele culpar de la muerte del nuevo periodismo a la grabadora. La grabadora convirti¨® la ceremonia de la verdad en algo muy breve. Por eso el m¨¦rito de Wolfe, dijo Thompson de ¨¦l, es que reproduc¨ªa de forma maravillosa los di¨¢logos; ten¨ªa el don que no le acompa?aba en las reuniones: s¨®lo se sent¨ªa c¨®modo entre gente mediocre y aburrida porque ¡°las personas que le fascinan son tan raras que le ponen nervioso¡±. En cualquier caso la grabadora no podr¨ªa registrar la verdad, sino lo dicho: envasa palabras. A veces uno llama para matizar lo dicho y entonces el periodista sospecha que quiere corregir la verdad, pero a lo mejor lo que quiere es corregir la mentira; la ceremonia es corta, pero tambi¨¦n diab¨®lica.
Bryce cuenta c¨®mo en una ocasi¨®n fue a entrevistar a Henry Miller: ¡°Apret¨¦ el botoncito, solt¨¦ mi pregunta al ver que la cinta corr¨ªa, y segundos despu¨¦s estaba de patitas en la calle¡±. A?os despu¨¦s, en una cita con Orson Welles, comieron y bebieron tanto que ¨¦l se olvid¨® de hacer preguntas. Eso s¨ª, recordaba cada minuto del encuentro. Pero ese art¨ªculo no lo escribi¨® porque ya entonces se preguntaba, como todo el mundo, qu¨¦ hab¨ªa sido del nuevo periodismo.
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