Los grumos pegajosos de la pol¨ªtica
Pese a ser objetos codiciados, a veces dice m¨¢s de una persona rechazar un galard¨®n que aceptarlo
En los Juegos Ol¨ªmpicos de la antig¨¹edad, los ganadores no recib¨ªan medallas como recompensa a sus haza?as. El reconocimiento a las victorias atl¨¦ticas se representaban con un premio humilde: una manzana o una corona de laurel y olivo. Lo importante era el honor y la gloria. Los vencedores pasaban a ser verdaderos h¨¦roes y sus gestas narradas por los cronistas de la ¨¦poca con toda la ¨¦pica posible.
?La entrega de medallas a deportistas y a personajes ilustres para reconocer sus m¨¦ritos, su comportamiento ejemplar o su preeminencia en determinadas disciplinas ha pasado a ser una convenci¨®n social. Pese a ser objetos ampliamente codiciados, a veces dice m¨¢s de una persona rechazar un galard¨®n que aceptarlo. Ah¨ª est¨¢ el caso del fil¨®sofo Emilio Lled¨®, que rehus¨® recibir la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid, el m¨¢ximo galard¨®n del Gobierno regional. Declin¨® el galard¨®n por el esc¨¢ndalo protagonizada por la dirigente del PP Cristina Cifuentes y su m¨¢ster fantasma. Y eso que cuando tom¨® la decisi¨®n, la juez que lleva el caso a¨²n no hab¨ªa citado a la expresidenta, en calidad de investigada, por falsedad en documento p¨²blico y cohecho.
Lled¨® no entend¨ªa c¨®mo los ciudadanos votaban a esos destructores de la idea de lo p¨²blico. El fil¨®sofo ha defendido siempre la idea de que el verdadero sustento de la sociedad, de la vida colectiva tan importante como la vida de la naturaleza, es la educaci¨®n, la cultura, la ¨¦tica. ¡°Ellas son las verdaderas generadoras de riqueza ideal, moral y material¡±, ha escrito. En tiempos en los que escasean estas virtudes, sobre todo en la clase pol¨ªtica, es ¨²til recuperar sus reflexiones. ¡°?Qu¨¦ palabras huecas, convertidas en grumos pegajosos aplastan los cerebros de los que van a administrar lo p¨²blico, o sea lo de todos, si la corrupci¨®n mental ha comenzado por deteriorar esas neuronas que fluyen siempre hacia la ganancia privada?¡±.
Hay otras medallas y condecoraciones que han sublevado a una parte importante de los ciudadanos. Es dif¨ªcil de entender que un Estado aconfesional como Espa?a se saque de la chistera preseas para v¨ªrgenes y cristos. El Observatorio del Laicismo ha recapitulado 194 alcaldesas perpetuas, casi todas v¨ªrgenes, 25 alcaldes perpetuos, la mayor¨ªa Cristos, 36 medallas de oro o de la ciudad y 14 t¨ªtulos o cargos civiles o militares a entes religiosos.
Parece haberse convertido en una tradici¨®n que las Administraciones P¨²blicas rindan honores y distinciones a cristos, v¨ªrgenes y santos. El Supremo ha avalado la medalla policial a la Virgen del Amor tras rechazar un recurso planteado por Europa Laica y Movimiento Hacia un Estado Laico. El Ministerio del Interior lleg¨® a alegar que la virgen no era ¡°funcionaria¡±, motivo por el cual la competencia de juzgar el caso correspond¨ªa a la Audiencia Nacional.
A un Estado laico se le debe exigir neutralidad religiosa. Lo acaba de recordar el Defensor del Pueblo, que recomienda no izar la bandera a media asta en los cuarteles durante la Semana Santa. La se?al de duelo por la muerte de Cristo puede disgustar a una parte de la sociedad, pero el Ministerio de Defensa se escuda en la tradici¨®n. Los tiempos han cambiado y es necesario desprendernos de algunos grumos pegajosos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.