Elecciones anticipadas
Solo una alternativa coherente y estable puede afrontar la situaci¨®n
La gobernabilidad de Espa?a no puede estar en manos de un l¨ªder pol¨ªtico que ha perdido toda credibilidad. El goteo de esc¨¢ndalos de corrupci¨®n con los que Mariano Rajoy y el Partido Popular pensaban que pod¨ªan sobrevivir se ha visto truncado por la sentencia sobre el caso G¨¹rtel, que inunda y anega a la formaci¨®n gubernamental en una serie de hechos probados a cada cual m¨¢s demoledor e inaceptable. Esa sentencia quiebra de forma irremediable la estrategia defensiva seguida hasta ahora y pone el foco de forma inexorable en los dos elementos que hasta ahora hab¨ªa logrado salvaguardar: la organizaci¨®n, el PP, que queda descalificado en su integridad por su car¨¢cter delictivo; y el l¨ªder, Rajoy, cuya declaraci¨®n sobre la existencia de una estructura contable, corrupta, paralela, carece, a juicio del fiscal y del tribunal, de credibilidad alguna.
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Que en un Estado de derecho democr¨¢tico los tribunales de justicia pronuncien una descalificaci¨®n tan severa del partido que sustenta al Gobierno no puede sino tener las m¨¢s graves de las consecuencias. El PP quiso posponer la asunci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas a la decisi¨®n de los tribunales. Ahora estos se han pronunciado y la escapada de la corrupci¨®n ha llegado a su fin. El da?o que el partido se ha hecho a s¨ª mismo con esa estrategia es enorme, puede que incluso suicida en t¨¦rminos de su continuidad como fuerza pol¨ªtica con capacidad de gobernar. M¨¢s grave a¨²n es el da?o que se puede hacer al sistema democr¨¢tico, ya muy erosionado a causa de los casos de corrupci¨®n y de una mala gesti¨®n de los problemas m¨¢s acuciantes que sacuden a Espa?a, con el independentismo catal¨¢n como principal amenaza a su estabilidad.
Perdida la confianza en el l¨ªder y el partido que gobierna este pa¨ªs toca, por tanto, dar la palabra a los ciudadanos para que se pronuncien. Dada la situaci¨®n y la correlaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas en el Parlamento, ir a las urnas asoma como la ¨²nica opci¨®n para lograr una alternativa de Gobierno estable y coherente que tome el tim¨®n y rescate a Espa?a de la grave crisis pol¨ªtica producida por la devastadora sentencia del caso G¨¹rtel y el desaf¨ªo secesionista. No apreciamos en la actual composici¨®n del Parlamento ninguna combinaci¨®n estable y coherente que ofrezca la alternativa de Gobierno que se precisa cuanto antes.
Es un momento de emergencia nacional que no se puede resolver con componendas partidistas
Es un momento de emergencia nacional que no se puede resolver con meras componendas partidistas. Es el bien supremo de la gobernabilidad del pa¨ªs, claramente amenazado en este momento, el que hay que preservar por encima de todo. Por lo tanto, cualquier acuerdo ha de pasar por unas elecciones anticipadas que pongan fin a una legislatura que, en la actual situaci¨®n, ser¨ªa ag¨®nica, toda vez que Ciudadanos ha retirado su apoyo al Ejecutivo.
El liderazgo de Mariano Rajoy se ha quedado sin recorrido y el todav¨ªa presidente del Gobierno ha desaprovechado la oportunidad de marcharse airoso con una convocatoria de elecciones anticipadas. Se equivoca de nuevo el l¨ªder del PP respecto a los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n. En lugar de tener una estrategia para luchar contra ella, ha optado por minimizar las acusaciones en los casos que le afectaban rebaj¨¢ndolas a campa?as o intereses espurios y despu¨¦s por negarlas. Ha soslayado tambi¨¦n sistem¨¢ticamente la asunci¨®n de responsabilidades pol¨ªticas, trasladando a los tribunales de justicia el esclarecimiento de los hechos en la confianza de que los tiempos y la l¨®gica de la justicia, por obligaci¨®n lentos y garantistas, terminara por exonerar a su partido de la corrupci¨®n.
Ni la moci¨®n de censura ni Ciudadanos han logrado sacar a Rajoy de su da?ina pasividad
El desgaste acumulado en este err¨®neo empe?o en mirar hacia otro lado ha sido enorme. En lugar de depurar las responsabilidades individuales de forma ejemplarizante y cortar de ra¨ªz cualquier atisbo de connivencia con la corrupci¨®n, el partido ha mantenido en sus cargos a pol¨ªticos cuestionados hasta que se han visto abrasados por su exposici¨®n medi¨¢tica y la indignaci¨®n popular, da?ando de forma irremediable la imagen del partido. De la misma manera, el tiempo ganado con la judicializaci¨®n ha terminado por convertirse en un goteo de testimonios, acusaciones y sentencias que han extendido la percepci¨®n de la extensi¨®n generalizada de la corrupci¨®n en el PP.
Ni la retirada del apoyo de su socio de gobierno ni la presentaci¨®n (previsible) de una moci¨®n de censura por parte del principal partido de la oposici¨®n han sido capaces de obligar a Rajoy a moverse un ¨¢pice de esa pasividad que tanto da?o ha hecho a su partido y a este pa¨ªs. Su ataque al PSOE sobre la inconveniencia de su moci¨®n de censura y el perjuicio que esa decisi¨®n puede acarrear a Espa?a es otra forma de negar la realidad: no estamos juzgando ahora la t¨¢ctica pol¨ªtica de otros sino la capacidad de Rajoy de seguir gobernando, y esto no puede basarse en posibles aciertos econ¨®micos del pasado sino en su autoridad pol¨ªtica y moral; al d¨ªa de hoy, ninguna.
Llegados a este momento, lo menos lesivo para la estabilidad pol¨ªtica y econ¨®mica es forzar un adelanto electoral lo antes posible. Es prematuro pronunciarse sobre el mejor instrumento para alcanzar ese fin, pero lo que es seguro es que las principales fuerzas pol¨ªticas deber¨ªan ser capaces de llegar a un acuerdo sobre ello. La atomizaci¨®n parlamentaria y la concurrencia de partidos que han apostado por la independencia unilateral a costa de vulnerar las leyes son elementos que dificultan la toma de decisiones. Hacer concesiones a los secesionistas es cruzar una l¨ªnea roja. Pero es necesario pensar en una mayor¨ªa capaz de obligar a Rajoy a consultar a los ciudadanos. La Bolsa y la prima de riesgo ya han alertado hoy mismo sobre el peligro de mantener la incertidumbre pol¨ªtica.
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