El dios mercado como juez de la buena pol¨ªtica
No todo vale porque los resultados econ¨®micos sean buenos ni todo es malo porque la econom¨ªa no vaya bien
Una funeraria italiana est¨¢ revolucionando el pa¨ªs transalpino con una rompedora publicidad. La empresa se llama Taffo. Nada de ¡°el verde descanso¡±, ¡°el sol que se pone lentamente¡± o ¡°paz, pajaritos y m¨²sica cl¨¢sica¡±. Taffo es un apellido, s¨ª, pero en griego tafos significa... tumba. La funeraria, que lleva viva ¡ªcon perd¨®n¡ª desde 1940 se ha especializado de un tiempo a esta parte en utilizar el humor y el doble lenguaje en sus anuncios: Reconoce que Roma es vieja pero nunca muere, utiliza los socavones de la capital italiana para mostrar lo chapuza que es cavarse la fosa uno solo, pide los conductores cansados que paren y echen una cabezada ¡°porque es mejor descansar en el coche que con nosotros¡± y anima a la gente a no vacunarse porque, asegura con la imagen de numerosos ata¨²des, ¡°estamos preparados¡±. Uno de sus anuncios est¨¢ de rabiosa actualidad pol¨ªtica en un pa¨ªs al borde de la en¨¦sima convocatoria electoral. ¡°Italianos, os esperamos en las urnas¡±, dice mientras muestras una colecci¨®n de urnas... funerarias, claro.
Al parecer, esas son las ¨²nicas urnas en las democracias europeas cuyo resultado va a ser inapelable. Ah¨ª est¨¢, por ejemplo, G¨¹nther Oettinger, comisario europeo de Programaci¨®n Financiera y Presupuestos, quien ante las mal¨ªsimas cifras en bolsa y prima de riesgo que est¨¢ provocando el l¨ªo institucional en el que se ha metido Italia ha apuntado que los mercados ¡°ense?ar¨¢n a los italianos a no votar populistas¡±. Es decir, que estas cosas pasan por no preguntarse qu¨¦ dir¨¢n ¡°los mercados¡± antes de meter la papeleta en la urna correspondiente y no, por ejemplo, si el candidato es un incompetente. Los hay que han apuntado al origen alem¨¢n de Oettinger para acusarle del consabido aire de superioridad de los pol¨ªticos teut¨®nicos respecto a los mediterr¨¢neos. Un t¨®pico que, como todo el mundo sabe, no es ?cierto? Pero ha pasado m¨¢s desapercibida su apelaci¨®n al mercado como juez supremo a la hora de determinar lo que es bueno para un pa¨ªs.
Se trata de un mantra repetido constantemente en todas partes como argumento definitivo. En Espa?a, por ejemplo, Mariano Rajoy se agarra a ¡°la confianza de los mercados¡± para despachar lo mismo y de un plumazo las condenas judiciales, su curiosa gesti¨®n de la crisis territorial en Catalu?a o el chalaneo de mercadillo con los nacionalistas vascos para que le voten los presupuestos. Y la opini¨®n de ¡°los mercados¡± es la prueba del algod¨®n para los candidatos a gobernar cualquier pa¨ªs.
Es curioso, porque de acuerdo con la visi¨®n hist¨®rica predominante, la Ilustraci¨®n, entre otras cosas, liber¨® al hombre de la milenaria religi¨®n para que ejerciera su libertad pol¨ªtica teniendo como referencia al propio ser humano. Oiga, pues apenas han tardado 200 a?os, en colocar un concepto inmaterial como ¨¢rbitro supremo. Antes hab¨ªa que escuchar misa en Par¨ªs para ser coronado, y resulta que ahora lo importante es pasar por Davos. Quien piense que la Sant¨ªsima Trinidad es complicada que trate de describir una Credit Linked Note. Y, desde luego, Dios es m¨¢s misericordioso que Wall Street.
Los votantes tienen la obligaci¨®n de elegir y el derecho a equivocarse. El bienestar econ¨®mico pesa, a veces mucho, en su decisi¨®n, pero ¡°los mercados¡± no son los libros sibilinos de las democracias. Nos, cuando sea, vemos en las urnas.
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