El convenio discriminatorio
El caso de Lucena no tiene mucho recorrido legal, pero s¨ª desde el punto de vista ling¨¹¨ªstico
Una empresa aceitera de Lucena (C¨®rdoba) ha rechazado abonar unos atrasos a sus trabajadoras porque el convenio habla de ¡°los trabajadores¡± y no de ¡°los trabajadores y las trabajadoras¡±.
En efecto, si parti¨¦semos (como hace la empresa) de que el gen¨¦rico masculino no incluye a las mujeres, y de que por tanto hace falta la duplicaci¨®n, un convenio que hable de ¡°los trabajadores¡± se referir¨ªa s¨®lo a los varones.
Desde el punto de vista legal (pues est¨¢ consagrada la igualdad de sexos en la Constituci¨®n), el caso no tiene recorrido. Pero cabe analizarlo desde el punto de vista ling¨¹¨ªstico.
El hecho de que el masculino gen¨¦rico coincida en su expresi¨®n literal con el masculino a secas puede verse como una deficiencia del sistema de la lengua¡ si prescindimos del contexto (que es imprescindible).
Una expresi¨®n como ¡°mis hermanos vienen esta tarde¡± ser¨¢ ambigua si no sabemos el sexo de esos hermanos; pero no si estamos informados de que se trata de un hombre y una mujer. Porque ¡°no se debe confundir ausencia con invisibilidad¡± (Enriqueta Garc¨ªa Pascual y Aguasvivas Catal¨¢, 1995). Y en el caso de que carezcamos de m¨¢s detalles, el hablante puede decir ¡°mi hermano y mi hermana vienen esta tarde¡±, mediante una duplicaci¨®n pertinente si el sexo de los hermanos es relevante en esa situaci¨®n.
Lo mismo sucede con la locuci¨®n ¡°Consejo de Ministros¡±. Si ignoramos que el Gobierno espa?ol est¨¢ formado por m¨¢s mujeres que hombres, la activaci¨®n de la idea de la mujer puede ser tenue ante el gen¨¦rico ¡°ministros¡±. Si conocemos la realidad, en cambio, la activaci¨®n es notable gracias al contexto compartido. (Eso no desacredita, por supuesto, las razones pol¨ªticas o comunicativas de quien desee decir leg¨ªtimamente ¡°Consejo de Ministras y Ministros¡±; pero no se tratar¨¢ ya de una necesidad gramatical y de pragm¨¢tica ling¨¹¨ªstica: no estaremos ante una expresi¨®n denotativa, sino connotativa).
Analizar el lenguaje sin considerar los contextos equivale a poner las palabras en un microscopio y ver solamente sus letras. Un microbio a solas ante la lente del cient¨ªfico no es ni bueno ni malo, porque ah¨ª ni activa ni desactiva nada. El an¨¢lisis importante para la comunicaci¨®n es por tanto qu¨¦ papel cumple ese microbio en sociedad.
Podemos aislar la palabra ¡°mesa¡± y aceptar la representaci¨®n mental que implica. Ahora bien, la locuci¨®n ¡°esa mesa¡± no significa lo mismo si la pronunciamos en la oficina que si lo hacemos en casa. El significante ¡°mesa¡± es id¨¦ntico, pero no la idea que nos formamos en cada caso. De ese mismo modo habr¨ªa que considerar la expresi¨®n ¡°los trabajadores¡±.
As¨ª pues, aunque el gen¨¦rico no ofrece problemas ante un contexto compartido, s¨ª puede causar ambig¨¹edad o invisibilidad de la mujer en otras situaciones. En esos casos, la duplicaci¨®n es necesaria.
El absurdo episodio de la f¨¢brica cordobesa sirve pues, a efectos s¨®lo dial¨¦cticos, como ejemplo de que muchas expresiones carecen de sentido o son manipulables si no se aplican a una situaci¨®n real. Si se sabe que la plantilla de una empresa est¨¢ formada por hombres y mujeres, el contexto influye en el sentido que damos a ese masculino gen¨¦rico. Porque la invisibilidad que se produce en el significante no afecta al significado, en el que casi siempre influye la realidad que comparten quienes se comunican.
Por todo ello, el convenio de esa empresa aceitera de Lucena debe aplicarse tambi¨¦n a las trabajadoras. Eso es lo que en realidad dice su texto.
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