Isabel II y Meghan Markle, la nueva relaci¨®n especial
Las muestras de complicidad entre las dos mujeres resultan ins¨®litas en la monarca, acostumbrada a no exhibir emociones en p¨²blico
La reina Isabel II evita exhibir emociones en p¨²blico. Se trata de una costumbre que hace la vida m¨¢s sencilla a la monarca. Si se r¨ªe en una ocasi¨®n, la gente se preguntar¨¢ por qu¨¦ no se ha re¨ªdo en la siguiente. Mejor agarrarse a la cara de p¨®ker. La espontaneidad es para los advenedizos: ella lleva 67 a?os en el trono. Por eso result¨® tan sorprendente el alarde de naturalidad que la nonagenaria reina exhibi¨® durante su primer d¨ªa de trabajo oficial con Meghan Markle, su nueva nieta pol¨ªtica, que empezaba as¨ª su empleo como de miembro de la casa real.?
Fue una visita a Cheshire, en el noroeste de Inglaterra, el pasado jueves. La exhibici¨®n de simpat¨ªa tuvo su punto ¨¢lgido mientras las dos mujeres asist¨ªan a una funci¨®n protagonizada por un grupo de escolares. Meghan se inclin¨® sobre la reina, le susurr¨® algo al o¨ªdo y la reina se ech¨® a re¨ªr. Entonces Isabel II realiz¨® una especie de imitaci¨®n de un gesto de los ni?os durante la representaci¨®n y volvi¨® a re¨ªrse.?
Ins¨®lito. Las muestras de complicidad se sucedieron durante toda la jornada, que estuvo precedida por un regalo que la reina envi¨® la v¨ªspera a la flamante duquesa de Sussex: unos pendientes de perlas y diamantes, que su nieta pol¨ªtica luci¨® durante todo el d¨ªa.?
Aparecieron en tres eventos juntas, incluido un paseo saludando a miembros del p¨²blico. No es algo habitual, menos a¨²n solo un mes despu¨¦s de casarse. Que se lo pregunten a Kate Middleton: la duquesa de Cambridge, esposa del segundo en la l¨ªnea de sucesi¨®n al trono y madre del tercero, la cuarta y el quinto, no acompa?¨® sola a la reina en una salida oficial hasta un a?o despu¨¦s de casarse en 2011.?
Para mayor escarnio, resulta que Meghan viaj¨® con la reina nada menos que a bordo del tren de la Corona. Ser invitado al tren real es un nivel de intimidad superior. Construido para la reina Victoria en 1840, y siempre en el punto de mira de los diputados m¨¢s ahorradores, es el medio de transporte favorito de Isabel II. Solo ella, el duque de Edimburgo, el Pr¨ªncipe de Gales y Camilla tienen derecho a utilizarlo. Se cree que ni Enrique, ni Guillermo han viajado nunca en ¨¦l. Kate Middleton, por descontado, a¨²n sigue esperando semejante honor.?
El lenguaje corporal, los gestos. Todo indica que la exactriz californiana y la monarca brit¨¢nica est¨¢n construyendo una aut¨¦ntica relaci¨®n especial, t¨¦rmino utilizado desde Churchill para referirse a la estrecha alianza pol¨ªtica, militar, cultural y econ¨®mica entre Reino Unido y Estados Unidos, que hoy, a merced de los titubeos del presidente Trump y del repliegue brit¨¢nico con el Brexit, no atraviesa su mejor momento.?
Mucho se ha especulado sobre las bases de esta nueva e inesperada versi¨®n de la relaci¨®n especial. Monarca desde los 25 a?os, acostumbrada a hacerse valer en un mundo de hombres poderosos, muchos ven l¨®gico que la reina sienta atracci¨®n por una mujer hecha a s¨ª misma, fuerte y comprometida como Markle. Y, como cualquier abuela, debe de mirar con buenos ojos a la mujer que hace feliz a quien dicen que es su nieto predilecto.?
Un elemento clave en su relaci¨®n ha sido el amor compartido por los perros. Algo que no deber¨ªa ser subestimado, seg¨²n cont¨® el bi¨®grafo real Christopher Andersen a The Daily Beast. ¡°Todos en la familia real, sin excepci¨®n, detestan a los corgis de la reina, y el odio es correspondido¡±, asegur¨®. ¡°Carlos, Felipe, Andr¨¦s, Eduardo, Guillermo, Enrique, todos han dicho p¨²blicamente que no pueden soportar a los perros de la reina. Ladran, muerden, hacen pis por todos lados y son famosos por correr por la habitaci¨®n y hacer a la gente tropezarse. Pero aman a Meghan¡±.?
La californiana provoc¨® una rendici¨®n casi s¨²bita de los temidos canes. Ella misma cont¨® que, cuando acudi¨® al palacio de Buckingham a tomar el t¨¦ con la reina, semanas antes de comprometerse con su nieto, los perros se pasaron todo el rato acurrucados a sus pies. ¡°He pasado los ¨²ltimos 33 a?os siendo ladrado. Y ahora esta entra, y absolutamente nada¡±, confirm¨® el propio Enrique en la BBC.
El amor perruno parece ser rec¨ªproco. Hay fotos de un perro sospechosamente parecido a Guy, el beagle de Markle, sentado junto a Isabel II en el coche cuando iba a Windsor antes de la boda. ¡°La reina pr¨¢cticamente lo ha adoptado¡±, confirmaba Andersen.?
Por supuesto, ser¨¢ dif¨ªcil saber cu¨¢nto hay de personal y cu¨¢nto de profesional. Moderna, de raza mestiza, divorciada, con un perfil p¨²blico previo a su compromiso con Enrique, la propia presencia de Meghan supone un nuevo impulso al que agarrarse para dar vigor a la instituci¨®n. La nueva incorporaci¨®n parece un buen negocio para una familia real, los Windsor, famosa por su proverbial instinto de supervivencia.
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