Un golpe posmoderno

De qu¨¦ manera hay que interpretar la escurridiza y enigm¨¢tica fase madura del proceso independentista? ?Qu¨¦ ocurri¨® en Catalu?a el oto?o de 2017? Como en la balada de Dylan sobre el hombre escu¨¢lido, sabemos que pas¨® algo, pero no sabemos qu¨¦ fue. Por lo pronto, se han ensayado y popularizado dos respuestas a esa pregunta. Est¨¢n quienes sostienen que el oto?o de 2017 vivimos un genuino intento unilateral de secesi¨®n con todas sus consecuencias. Tal intento supuso, como sugiere el juez Llarena al evocar en uno de sus autos las im¨¢genes ic¨®nicas del 23-F, un intento de golpe de Estado cl¨¢sico, con violencia incluida.

Otros sostienen que la fase culminante del proc¨¦s no fue un intento de perseguir la independencia con todas sus consecuencias. Todo el proc¨¦s habr¨ªa venido a ser ¨²nicamente una operaci¨®n de propaganda monumental, y el oto?o de 2017 no ser¨ªa m¨¢s que alt¨ªsima y refinad¨ªsima propaganda, puro teatro de protesta.

No me parece que ninguna de estas dos respuestas se acerque a resolver el enigma sobre lo ocurrido el oto?o de 2017 en Catalu?a. Ni es remotamente cierto que pueda ser asemejado a un golpe cl¨¢sico como el del 23-F, ni tampoco, como dice la canci¨®n, que todo fuera puro teatro.

Yo propongo una tercera hip¨®tesis (tentativa, desde luego): lo que ocurri¨® el oto?o de 2017 fue un golpe posmoderno (etiqueta e intuici¨®n que comparto, por cierto, con Daniel Gasc¨®n). Se intent¨® fundar una nueva patria a trav¨¦s de una sofisticada y posmoderna estrategia de comunicaci¨®n que result¨® en la hipertrofia del lenguaje pol¨ªtico. El d¨ªa 27 de octubre hubo y a la vez no hubo una declaraci¨®n de independencia. El 1 de octubre hubo y a la vez no hubo un refer¨¦ndum de secesi¨®n. Los d¨ªas 6 y 7 de septiembre hubo y a la vez no hubo un intento de alteraci¨®n de facto de la Constituci¨®n. Todas las acciones de calado pod¨ªan ser presentadas, seg¨²n conviniera, como una cosa y su negaci¨®n. Si la patria, como dice Ferlosio, no puede ser m¨¢s que hija de la guerra, la madre de la nueva patria catalana ten¨ªa que ser una guerra posmoderna.

La deslealtad e ilegalidad intermitentes del oto?o de 2017 no deber¨ªan confundirnos: no es lo mismo independentismo que unilateralismo

?Pero qu¨¦ se pretend¨ªa exactamente al poner en marcha esa t¨¦cnica posmoderna y fundar una nueva patria? Mi intuici¨®n es que se pretend¨ªa conquistar el poder. Y tal poder pod¨ªa consistir simplemente en la consecuci¨®n inmediata de mayores cuotas de autogobierno. Pero el poder tambi¨¦n pod¨ªa tomar la forma, despu¨¦s de un rocambolesco juego de enga?os y autoenga?os en el que se pretend¨ªa involucrar a las autoridades de la UE, de una rep¨²blica independiente. Esta ¨²ltima era una consecuencia improbable del proc¨¦s (aproximadamente, tan improbable como pod¨ªa serlo una moci¨®n de censura victoriosa contra Rajoy hace un mes), pero me parece que desde el independentismo oto?al nunca se renunci¨® a ella.

Y que la rep¨²blica catalana se materializara depend¨ªa de cu¨¢n intensa y repetidamente cayeran las diversas instancias del Estado en las trampas y provocaciones posmodernas planteadas por los consejeros ¨¢ulicos del proc¨¦s. Y, de vez en cuando, el Estado mord¨ªa el anzuelo. Ante el proc¨¦s posmoderno, en algunos d¨ªas oto?ales clave, el Estado respondi¨® con instrumentos decimon¨®nicos: porrazos y prisi¨®n preventiva. La t¨¦cnica posmoderna del golpe es ¨¢gil, sutil y ambigua; la t¨¦cnica decimon¨®nica del contragolpe es farragosa, obvia y de eficiencia limitada.

Una vez apartada la hojarasca posmoderna, hay algo fundamental en lo que algunos independentistas, y tambi¨¦n no independentistas, tienen raz¨®n. Parte de las motivaciones de los ciudadanos que esa t¨¦cnica posmoderna supo explotar expresaban demandas que pod¨ªan ser encauzadas dentro del actual marco constitucional o en una reforma a partir del mismo. La deslealtad e ilegalidad intermitentes del oto?o de 2017 no deber¨ªan confundirnos: no es lo mismo independentismo que unilateralismo. Y lo que impugna el independentismo es, en el fondo, una cuesti¨®n pol¨ªtica, quiz¨¢ la m¨¢s pol¨ªtica de todas: la de la conformaci¨®n, conservaci¨®n o disoluci¨®n del demos.

Una vez se haya abandonado la v¨ªa unilateral y la t¨¦cnica posmoderna, no se me ocurre otra manera no decimon¨®nica de reafirmar y estabilizar el actual demos, al menos durante un tiempo razonable, que la de abordar las motivaciones pol¨ªticas que hicieron crecer la pulsi¨®n independentista. Todo ello a sabiendas de que los acuerdos a los que se llegue ser¨¢n, en el mejor de los casos, imperfectos e impuros. ?C¨®mo podr¨ªan no serlo?

Pau Luque es profesor de Filosof¨ªa del Derecho y ensayista. Acaba de publicar La secesi¨®n en los dominios del lobo (La Catarata).