Dilema
No es nuestra luz lo que les atrae, sino sus sombras las que les empujan
En la l¨®gica cl¨¢sica era temido el dilema o argumento bicornuto (s¨ª, con dos cuernos) que equival¨ªa a un callej¨®n sin salida. Vamos, que sostuvieras esto o lo otro siempre te pillaba el toro. En pol¨ªtica no son raros, todo lo contrario, y el populismo consiste en saltar por encima de ellos como si no existieran. Son populistas quienes no torean ni bien ni mal, sino que niegan que haya toro... El bicornuto m¨¢s peligroso que hoy tiene Europa (a la que en la mitolog¨ªa rapt¨® un toro) es el dilema que plantea la inmigraci¨®n. Por un lado, si no rescatamos del mar, la guerra y la miseria a los desdichados semejantes que quieren refugiarse a nuestro lado (en muchos casos, mujeres y ni?os), cometemos el peor pecado contra la humanidad que compartimos y contra su mejor timbre de excelencia, la hospitalidad; por otro, si auxiliamos a cuantos tratan de forzar nuestras fronteras incluso arriesgando sus vidas, favorecemos el negocio de las mafias que se aprovechan de su desesperada esperanza, adem¨¢s de comprometer por saturaci¨®n nuestros servicios p¨²blicos.
Los populistas lo tienen claro: ?abramos las fronteras, que pasen todos, al fondo hay sitio, Dios proveer¨¢! Los de la acera opuesta: ?nada de manga ancha, con el contrato laboral en la boca o a la calle, los que se ahoguen que hubieran aprendido a nadar! Con tanto antitorero suicida, es dif¨ªcil componer una figura airosa para lidiar al bicornuto. Quienes lo intenten deben empezar por recordar que el primer derecho de los emigrantes es a no tener que abandonar por falta de oportunidades o sobra de amenazas su pa¨ªs de origen. No es nuestra luz lo que les atrae, sino sus sombras las que les empujan. Ah¨ª, en el oscuro origen, debe iniciarse nuestra lidia.
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