Retrato de familia
Por primera vez en su historia, el PP aparece como un partido sin padre, hu¨¦rfano, abandonado al criterio mayoritario de sus afiliados
Desde la fulgurante moci¨®n de censura nada ha vuelto a ser igual en la pol¨ªtica espa?ola. ?Qui¨¦n lo dir¨ªa hace s¨®lo unas pocas semanas, el PP eligiendo l¨ªder sin la intervenci¨®n de alg¨²n superior! Por primera vez en su historia aparece como un partido sin padre, hu¨¦rfano, abandonado al criterio mayoritario de sus afiliados. Herencia sin testamento, sin dedazo, sin cuaderno azul, sin libro de instrucciones. Y, me temo, sin criterio de elecci¨®n racional. Si fuera racional, alguien deber¨ªa estar haciendo encuestas para ver cu¨¢l de los candidatos tiene m¨¢s aceptaci¨®n entre los votantes, cu¨¢l podr¨ªa eventualmente recuperar todo ese chorreo de votos perdidos hacia Ciudadanos, la abstenci¨®n u otros partidos. Eso ahora no importa.
En su interior, los partidos son algo m¨¢s parecido a una familia que a una organizaci¨®n propiamente dicha. Los afiliados no son como los votantes, en ellos predominan las pulsiones primarias, los viejos agravios, las dependencias emocionales, todo ese conjunto de pasiones que produce la cercan¨ªa. Hacia afuera se unen como una pi?a, hacia dentro se desmenuzan. Quiz¨¢ por eso mismo est¨¢ resultando tan interesante todo este proceso, aunque sus protagonistas est¨¦n dominados por el v¨¦rtigo que produce la ausencia de control y de previsibilidad, el jugar sin reglas claras, el no poder anticipar nada, el enfrentarse a los caprichos de sus bases.
Y, sin embargo, desaparecido Feij¨®o, lo que se percibe desde fuera nos ofrece una imagen in¨¦dita de la derecha espa?ola, la disputa entre un impaciente joven con ambici¨®n de gloria, una persona mayor reacia a jubilarse y dos mujeres. Dos mujeres tan fajadas en la pol¨ªtica que no pueden vivir sin paladear a cada instante el antagonismo y la animadversi¨®n mutua. Quiz¨¢ sean ellas, adem¨¢s, quienes mejor representen la orfandad en la que Rajoy ha dejado al partido. No porque se haya ido, sino por no haberse atrevido a apostar por una u otra, por no designar al hereu. Pero, sobre todo, por la humillaci¨®n que supone el que pueda haber alguien m¨¢s en la disputa aparte de ellas. Lo que estaba pensado como un duelo se ha rebajado a un casting.
Lo malo de las guerras de poder en el interior de un partido es que nos impiden acceder a lo que de verdad nos importa a todos, las propuestas pol¨ªticas de los candidatos. Nos seduce m¨¢s la pelea en s¨ª que sus promesas o visiones pol¨ªticas espec¨ªficas. Quiz¨¢ porque a este respecto predomina la unanimidad. El PP no puede alejarse de su monotema, su cl¨¢sica concepci¨®n de Espa?a. Y eso es lo grave: no habr¨¢ aut¨¦ntica renovaci¨®n del partido hasta que no consigan hacerla m¨¢s integradora.
Mientras tanto, hay que imaginar a Rajoy, m¨¢s Mariano que nunca, jugando al domin¨® en Santa Pola mientras se fuma un puro y contempla los partidos del mundial. Puede que esos sean los ¨²nicos partidos que ahora de verdad le importen. Sabia decisi¨®n.
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