¡®Billy Elliot¡¯, el f¨²tbol y otros enemigos p¨²blicos
A ojos del fan¨¢tico r¨¦gimen de Orb¨¢n, la historia de un chaval de 11 a?os que prefiere la danza cl¨¢sica al boxeo es apolog¨ªa de la homosexualidad
La ola de odio, intolerancia, homofobia y anitinmigraci¨®n que recorre el mundo se manifiesta en las grandes decisiones pol¨ªticas y tiene un reflejo directo en la vida cotidiana. ¡°La lepra de Europa¡±, como ha calificado el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, a los populismos que avanzan en la Uni¨®n, ha contagiado tambi¨¦n a la cultura. En Hungr¨ªa, una campa?a de los medios de comunicaci¨®n afines al ultraconservador Victor Orb¨¢n ha obligado a concluir anticipadamente en la ?pera de Budapest las representaciones del musical Billy Elliot.
A ojos del fan¨¢tico r¨¦gimen la historia de este chaval de 11 a?os que vive en un peque?o pueblo minero ingl¨¦s y sustituye a escondidas las clases de boxeo por las de danza cl¨¢sica, es apolog¨ªa de la homosexualidad. Los peri¨®dicos que corean al autoritario Orb¨¢n arremeten contra todo aquel que no baila a su ritmo. Y en este caso han proclamado que el musical es un peligro nacional. Argumentan que puede influir en la inclinaci¨®n sexual de los menores e influir gravemente en la tasa de natalidad de la poblaci¨®n. Exhibiendo un insulso patrioterismo, Orb¨¢n quiere en su territorio ciudadanos 100% magiares, sin inmigrantes que alteren ¡°la identidad cristiana¡±. Billy Elliot ha sido declarado enemigo p¨²blico de Hungr¨ªa. La furibunda campa?a ha tenido efecto. Las ventas de las entradas han ca¨ªdo en picado y a los responsables de la ?pera de Budapest no les ha quedado m¨¢s remedio que suspender 15 funciones y bajar el tel¨®n antes de lo previsto.
No solo la cultura ha sido contaminada por el virus de la intransigencia. En Ir¨¢n, el autoritarismo se cuela en la perniciosa esfera del f¨²tbol. Las aficionadas a este deporte tienen prohibido el acceso a los estadios cuando juegan equipos de hombres. Aquellas que han osado acudir a cara descubierta (con el preceptivo velo, eso s¨ª) al estadio Azad¨ª (Libertad, en persa) fueron detenidas. Otras han desafiado el veto, impuesto con la llegada de los islamistas al poder a principios de la d¨¦cada de 1980, disfraz¨¢ndose con barba falsa y peluca para simular aspecto masculino.
Hasta tal extremo ha llegado esta prohibici¨®n que el Gobierno ha cortado la se?al de los partidos que Ir¨¢n disputa en el Mundial de Rusia porque aparecen aficionadas iran¨ªes en las gradas. Los censores no parecen haber descubierto el truco utilizado en otras dictaduras: emitir las im¨¢genes con un breve decalaje para poder suprimir los planos inc¨®modos. Aunque sustituir la censura por la manipulaci¨®n no es soluci¨®n admisible.
En la vecina Arabia Saud¨ª se permiti¨® hace pocos meses que las mujeres asistieran a espect¨¢culos deportivos junto a los hombres. Este gesto ha sido visto como la flexibilizaci¨®n de algunas de las f¨¦rreas normas que cercenan los derechos de las mujeres en el reino ultraconservador. En el llamado plan Visi¨®n 2030, impulsado por el pr¨ªncipe Mohamed bin Salman, se enmarca la reapertura de las salas de cines o la autorizaci¨®n a la poblaci¨®n femenina para conducir. La semana pasada se pusieron al volante las primeras mujeres en Riad, abriendo as¨ª una peque?a rendija en las discriminatorias leyes que rigen el Reino del Desierto. Mucho deber¨¢n pisar el aclarador para liberarse de los ominosos tutelajes y conquistar los derechos y las libertades que les corresponden.
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