El pacto de los guardianes del Mediterr¨¢neo

¡°Ha sido un d¨ªa regular¡±, dice Rosario Ritunno mientras deshace los nudos de la red de medio kil¨®metro de largo apilada en una esquina de su barco. ¡°Lo mejor que hemos pescado es el vino del supermercado¡±, bromea. Ritunno, de 42 a?os, es uno de los 40 pescadores artesanales de las islas Egadas, situadas en la costa oeste de Sicilia. Aunque faena a diario en la mayor ¨¢rea marina protegida (AMP) del Mediterr¨¢neo ¡ª540 kil¨®metros cuadrados de mar paradis¨ªaco¡ª esto no le ha protegido de la contaminaci¨®n del agua, la competencia de la pesca industrial, las frecuentes incursiones de los delfines a sus redes y la restricci¨®n legal a su actividad. Ritunno y sus compa?eros est¨¢n en una situaci¨®n cr¨ªtica, pero no luchan contracorriente. Donde otros protestar¨ªan, los pescadores de las Egadas han tomado las riendas de la reserva marina, convirti¨¦ndose en unos de los primeros pescadores del Mediterr¨¢neo en participar en la gesti¨®n de un ¨¢rea protegida para asegurar su supervivencia.

Junto al barco del pescador, un nav¨ªo m¨¢s grande lleno de turistas se mece en las olas de una cala esmeralda. Los visitantes a bordo, que suman unas 15 personas, vienen del puerto de Favignana, la mayor de las islas Egadas, y han pagado por una experiencia de pesca-turismo. Aplauden y sacan fotos con el m¨®vil cuando un pulpo sale de la red. En menos de una hora, podr¨¢n degustarlo en la propia cocinilla del barco. ¡°En las ¨²ltimas d¨¦cadas el mar ha ofrecido cada vez menos, por eso hemos tenido que dar un poco de espacio al turismo para sobrevivir¡±, dice Ritunno. ¡°Pescamos y cocinamos el pescado a bordo: kil¨®metro cero, del mar a la sart¨¦n. En verano trabajamos con los turistas y conseguimos ahorrar algo para sobrevivir en invierno¡±, explica.

No solo son pescadores, cocineros y gu¨ªas tur¨ªsticos. Son basureros del oc¨¦ano que participan en la recogida de pl¨¢sticos de las zonas m¨¢s inaccesibles del archipi¨¦lago. Son guardas medioambientales que denuncian la actividad ilegal en el mar. De hecho, las tareas de estos pescadores sicilianos nunca han sido m¨¢s diversas. Como parte de su nuevo acuerdo con las autoridades locales, formalizado la semana pasada con la firma de un C¨®digo de Conducta voluntario, tambi¨¦n se han convertido en t¨¦cnicos de investigaci¨®n. El ¨¢rea marina protegida acoge animales amenazados como la tortuga boba (Caretta caretta), la foca monje (Monachus monachus) y varias especies de cet¨¢ceos. Cada vez que los pescadores avistan un ejemplar, rellenan una tabla de datos que luego env¨ªan a los bi¨®logos marinos de la reserva. Cuando un animal est¨¢ en apuros, lo llevan a un centro de recuperaci¨®n. Reconocen que el futuro de la pesca depende de la sostenibilidad ambiental en las islas.

No siempre fue as¨ª, recuerda Ilaria Rinaudo, colaboradora t¨¦cnico-cient¨ªfica del ¨¢rea marina protegida y una de las encargadas de coordinar la gesti¨®n compartida de la reserva con los pescadores. ¡°Cuando se cre¨® el ¨¢rea marina protegida [en 1991], los pescadores la percibieron como un l¨ªmite, un obst¨¢culo para su propia actividad¡±, explica. Ahora, el ¨¢rea marina protegida de las Egadas se ha convertido en uno de los 11 laboratorios naturales donde se est¨¢ estrenando el proyecto europeo FishMPABlue 2 bajo la tutela de varias organizaciones ecologistas, incluidas IUCN y WWF. El piloto pretende identificar las mejores formas de colaboraci¨®n entre pescadores artesanales y gestores medioambientales del Mediterr¨¢neo, con la intenci¨®n de acabar fomentando estas pr¨¢cticas en todas las regiones costeras para garantizar la explotaci¨®n sostenible del mar.

Los pescadores no cobran por este nuevo papel, m¨¢s all¨¢ de un incentivo ¡°simb¨®lico¡± al comienzo del programa. Una de las formas en que se ven inmediatamente beneficiados, explica Rinaudo, es en su molesta batalla contra los delfines. Hace a?os intentaron ahuyentarlos de sus barcos con equipos de s¨®nar, pero con el tiempo, los animales aprendieron a seguir el ruido para encontrar la comida m¨¢s r¨¢pidamente. Ahora, los pescadores conf¨ªan en el Ayuntamiento de Favignana (que gestiona el ¨¢rea marina protegida por encargo del Ministerio de Medio Ambiente de Italia desde 2001) para encontrar soluci¨®n al problema. Recogen v¨ªdeos y datos minuciosos sobre cada grupo de cet¨¢ceos para que los bi¨®logos puedan encontrar remedios pac¨ªficos y eficaces.

Tampoco era frecuente que los pescadores rescatasen tortugas, comentan los cient¨ªficos. Estos reptiles pueden comer tanto pl¨¢stico que quedan flotantes, incapaces de alimentarse o varados en las playas. Los pescadores evitaban subirlos a bordo de sus embarcaciones por temor a las leyes contra el tr¨¢fico de animales, pero ahora no dudan en llevarlos al centro de primeros auxilios para tortugas de Favignana. Algunos incluso vuelven de visita tras la jornada en el mar, interes¨¢ndose por sus criaturas mientras ¨¦stas se recuperan en la isla.

Sin embargo, la esencia de lo recogido en el nuevo acuerdo no es nueva en absoluto, asegura Giuseppe Sieli, que tambi¨¦n es colaborador t¨¦cnico-cient¨ªfico de la reserva. ¡°El C¨®digo de Conducta firmado por nuestros pescadores no ha sido otra cosa que dar car¨¢cter oficial a una actividad que en realidad ya realizaban antes por voluntad propia¡±, dice el bi¨®logo marino. ¡°Ellos saben perfectamente que son los verdaderos usuarios del mar y por eso autom¨¢ticamente, sin que nadie les dijera nada, cuando ve¨ªan pl¨¢stico en el mar, lo recog¨ªan, lo cargaban a bordo y al llegar al puerto lo tiraban¡±, recuerda. Seg¨²n su compa?era Rianudo, el valor del documento es puramente simb¨®lico, ya que representa el punto de encuentro entre la protecci¨®n medioambiental y la pesca profesional, con el objetivo com¨²n de la sostenibilidad.

¡°Nosotros confiamos en esto que est¨¢ haciendo el ¨¢rea marina protegida porque nosotros tambi¨¦n vivimos del mar¡±, es el argumento del pescador Michele Ritunno, primo de Rosario. ¡°Nosotros estamos 24 horas en ¨¦l, nos levantamos de madrugada, salimos todos los d¨ªas, hacemos lo que no hacen las autoridades, porque ellos tienen unas zonas de guardia y terminan¡±, explica. ¡°Y tambi¨¦n est¨¢ la nueva generaci¨®n: queremos transmitir a los j¨®venes lo que es proteger el mar, el d¨ªa de ma?ana hacerles entender a mis hijos que hay que eliminar los pl¨¢sticos del mar¡±, a?ade. Michele Ritunno no ve un futuro f¨¢cil: ¡°Nos convertiremos en un museo¡±, lamenta. ¡°Por ahora existen estos proyectos, proyectillos¡­ son una cosa buena para el pescador, pero hay que hacer algo m¨¢s. Hay que restablecer las poblaciones [de pescado]¡± concluye, tajante.

Como varios de sus compa?eros, Michele Ritunno ve un verdadero problema en la sobrepesca, a la que se ven obligados por las circunstancias. Otro pescador, Francesco Bevilacqua, recuerda practicar varios tipos de pesca con su padre. La rotaci¨®n de una especie a otra permit¨ªa un tiempo de recuperaci¨®n para las poblaciones de peces cada temporada. ¡°Con la introducci¨®n de algunas leyes, ese tipo de pesca se extendi¨® a todo el a?o, lo que no est¨¢ bien, seg¨²n como pienso yo porque he nacido en ese sistema que en mi opini¨®n funcionaba¡±, explica Bevilacqua. Michele Ritunno sostiene que la ¨²nica forma de regenerar las poblaciones ser¨¢ imponer una suspensi¨®n temporal a la pesca, o varias, y otorgar subvenciones para que los pescadores las puedan cumplir.

¡°Esperemos que algo se arregle, esperemos que la ayuda del ¨¢rea marina protegida nos eche una mano, porque si seguimos as¨ª no creo que haya un futuro con la pesca¡±, dice Rosario Ritunno: ¡°Somos optimistas. Hay que ser optimistas. Porque sin pescado, ?c¨®mo podremos tomar vino? No se puede¡±.