La Gram¨¢tica y la correcci¨®n pol¨ªtica
El uso del masculino gen¨¦rico no tiene que ver con el machismo ni es un signo sexista sino un recurso que responde a la econom¨ªa del lenguaje
En su Historia de la Lengua Espa?ola,don Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal se?ala que ¡°los idiomas¡ proceden a la simplificaci¨®n¡± por lo que ¡°la historia fon¨¦tica de una lengua es, en suma, la de su proceso constante hacia la mayor brevedad y facilidad¡±. Dicha tendencia, que nadie dicta pero el pueblo sigue, es obst¨¢culo principal con el que han de lidiar los pol¨ªticos y l¨ªderes sociales empecinados en imponer el desdoblamiento en la expresi¨®n del g¨¦nero, so pretexto de hacer m¨¢s inclusivo el uso del lenguaje frente a lo que se considera sexismo de nuestro idioma.
Otros art¨ªculos del autor
Esta denuncia tiene fundamento suficiente, y desde hace a?os la Real Academia Espa?ola trabaja por mejorar el Diccionario y la Gram¨¢tica en beneficio de la igualdad entre sexos. Pero el ocultamiento o la invisibilidad de la mujer en esas obras de referencia no est¨¢n determinados tanto por la atribuci¨®n de g¨¦nero como por la conducta y los h¨¢bitos sociales a lo largo de los siglos, que inevitablemente se reflejan en el habla de las personas.
La demanda de la vicepresidenta del Gobierno a la RAE para que revise el texto de la Constituci¨®n, a fin de promover en ella un lenguaje inclusivo, ha vuelto a desatar la pol¨¦mica en los medios y las redes sociales, pues se?ala al idioma como causa y reflejo de la discriminaci¨®n sexual.
La mayor¨ªa de quienes as¨ª opinan suelen ignorar, entre otras cosas, que la RAE no es un organismo gubernamental, sino una instituci¨®n de la sociedad civil; que aunque su diccionario y gram¨¢tica son considerados normativos, los acad¨¦micos no ejercen como inventores de la lengua, sino como notarios de la misma, de acuerdo con la m¨¢xima de que sus creadores son los hablantes; y, por ¨²ltimo, que no opera en solitario, sino en estrecha colaboraci¨®n con la Asociaci¨®n de Academias de la Lengua Espa?ola que trabajan y se esfuerzan por la unidad del idioma en todos los pa¨ªses y comunidades hispanohablantes. Cualquier decisi¨®n sobre el contenido de las obras acad¨¦micas (diccionario, gram¨¢tica y ortograf¨ªa) es consensuado con ellas, y rige el principio de unanimidad. Tambi¨¦n en el caso del llamado lenguaje inclusivo.
Es un abuso suponer que la lengua sea a la vez causa y remedio de la desigualdad de derechos
No cabe duda alguna respecto a la influencia de las lenguas en la estructuraci¨®n de la sociedad y la organizaci¨®n del poder, pero es un abuso suponer que sea la gram¨¢tica a la vez causa y remedio de la desigualdad de derechos contra la que, con toda justicia, se alza el movimiento feminista. Antes al contrario. La atribuci¨®n de g¨¦neros en el castellano era preocupaci¨®n expl¨ªcita de los redactores de la primera gram¨¢tica de la Academia en 1771.
Dada la ambig¨¹edad en algunos casos y las dudas planteadas en otros, propon¨ªan un sencillo recurso para solventar los problemas que se plantearan: ¡°Tenemos en los art¨ªculos y adjetivos un medio f¨¢cil y seguro para distinguir los g¨¦neros¡±. Pese al tiempo transcurrido y a las posteriores elaboraciones de los cient¨ªficos este sigue siendo un m¨¦todo com¨²n utilizado por el vulgo, y aun por los hablantes eruditos, a fin de evitar ocultamientos sexistas de cualquier condici¨®n.
Hay otra cuesti¨®n alarmante en el ruego, o deseo, vicepresidencial. La Constituci¨®n es un texto intocable salvo por las Cortes Generales que en los casos m¨¢s significativos deben someter los cambios que decidan a refer¨¦ndum popular. Y con ser importante un nuevo estilo literario que mejore la visibilidad de las mujeres, la sociedad espa?ola reclama tambi¨¦n con urgencia otras reformas fundamentales que escapan al debate gramatical. Afectan entre otras cosas a la organizaci¨®n del territorio, el estatuto de la Jefatura del Estado (discriminatorio por cierto respecto al g¨¦nero) y la provincia como circunscripci¨®n electoral.
Si los redactores de la reforma, que deben constituirse en comisi¨®n del Parlamento, precisan de la ayuda de expertos, o de dict¨¢menes especializados de instituciones y personas ajenas a la funci¨®n legislativa, es l¨®gico que as¨ª lo soliciten. Pero el Gobierno, sobre todo un Gobierno con mayor¨ªa tan precaria como este, debe mostrarse respetuoso con la funci¨®n de las instituciones de la sociedad civil y no tratar de invadirlas o utilizarlas en su beneficio so pretexto de atender demandas sociales.
Las identidades tienen que ver con los idiomas pero estos son sobre todo un elemento de comunicaci¨®n
Un lenguaje inclusivo tiene que lidiar con algunas cuestiones ya resueltas por la normativa gramatical, como el citado desdoblamiento de g¨¦nero, o el abandono en seg¨²n qu¨¦ casos del femenino para denominar funciones o profesiones que incluso algunas mujeres entienden ser¨¢n m¨¢s respetadas si se utiliza el masculino gen¨¦rico. No pocas juezas o m¨¦dicas prefieren que se les llame la juez o la m¨¦dico, pues entienden que es la mejor manera de equiparar p¨²blicamente sus saberes profesionales a los de sus colegas varones. La doctrina de la RAE, y de la Asociaci¨®n de Academias, sobre el desdoblamiento es de sobra conocida y ning¨²n gobernante debe esperar que se mude a su requerimiento.
El uso del masculino gen¨¦rico no tiene que ver con el machismo ni es un signo sexista sino un recurso que responde a la econom¨ªa del lenguaje, en la l¨ªnea que se?alaba Men¨¦ndez Pidal. No creo, por ejemplo, que ninguna f¨¦mina se irrite cuando le pregunten c¨®mo est¨¢n sus padres, o no comprenda que la cuesti¨®n se refiere igualmente a su padre y a su madre; ni me parece que si le dijeran ?c¨®mo est¨¢n tu padre y tu madre? se pudiera derivar de ello una mayor visibilidad de la aludida.
Los intentos del poder pol¨ªtico por regular y organizar las lenguas responden al prop¨®sito de reforzar los signos identitarios de la comunidad de los hablantes y, qui¨¦rase o no reconocerlo, a un autoritarismo larvado que se ejerce pomposamente en nombre de la naci¨®n. Las identidades tienen mucho que ver con los idiomas pero estos son ante todo y sobre todo un elemento de comunicaci¨®n.
Acostumbrado el poder a imponer un lenguaje pol¨ªtico correcto, su voracidad no tiene l¨ªmites a la hora de invadir el diccionario. El anterior ministro de cultura se permiti¨® nada menos que enfatizar el castellano como objeto prioritario de la marca Espa?a, olvidando el car¨¢cter global de nuestro idioma y que solo un diez por ciento escaso de los hablantes del espa?ol habitan en nuestro pa¨ªs. No parecen haber mejorado mucho las cosas con el nuevo equipo. Alguien deber¨ªa explicar al Consejo de Ministros (en el que se sienta una mayor¨ªa de ministras) que el uso gen¨¦rico del masculino viene siendo inclusivo desde que se invent¨®, precisamente, para que as¨ª lo fuera. Y es que, seg¨²n reza su edici¨®n pr¨ªncipe de 1771, ¡°no hay edad, ni estado, ni profesi¨®n alguna en que no sea conveniente la Gram¨¢tica¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.