Master and Commander
La victoria de Casado condena el marianismo y consolida el modelo liberal, cat¨®lico, patri¨®tico
Los decibielios fueron una premonici¨®n. Casado enfervorizaba a los compromisarios frente al oleaje burocr¨¢tico de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Y consegu¨ªa ponerlos de pie cada vez que invocaba las palabras m¨¢gicas: Dios, patria, familia, Espa?a, seguridad, vida.
No ser¨¢ el discurso para ganar las elecciones generales, pero s¨ª se trataba del m¨¢s id¨®neo para ganar el Congreso. No s¨®lo demoliendo en a?icos el poder de su rival, sino enterrando el marianismo s¨®lo unas horas despu¨¦s de haberlo defendido el propio Mariano Rajoy.
El escarmiento depaupera al ex presidente del Gobierno. Lo convierte en v¨ªctima de una segunda moci¨®n de censura, como dec¨ªa Carlos Alsina hace unos d¨ªas. Pedro S¨¢nchez lo evacu¨® del Congreso de los Diputados. Y ahora lo han exterminado sus compa?eros del Congreso del PP, malogrando la campa?a de su lugarteniente y la premonici¨®n con que Soraya pretendi¨® reservar el asiento cuando puso el bolso en el asiento vacante de Mariano Rajoy.
Han sido incendiados en la misma pira Rajoy y Soraya. Y de las llamas emana el humo cat¨¢rtico de Casado con el regreso a las esencias. Un partido liberal, patri¨®tico, cat¨®lico. Y un timonel que vira el PP hacia estribor en la yuxtaposici¨®n de Master and Commander. Porque la pol¨¦mica del m¨¢ster ha sido inocua. Y porque el rango de commander se lo han concedido sus compa?eros, tripulaci¨®n de una nave que se recrea en el h¨¢lito conservador del azanarismo y que facilita aparentemente las cosas a Pedro S¨¢nchez.
Le hubiera sido m¨¢s dif¨ªcil al l¨ªder del PSOE bregar con la ambig¨¹edad pol¨ªtica e ideol¨®gica de Soraya SS o con el victimismo el g¨¦nero. Y estar¨ªa m¨¢s disputado el caladero del centro, pero la agon¨ªa del marianismo ha perjudicado a la heredera. La han abandonado sus propios compa?eros, restreg¨¢ndole la gesti¨®n de la crisis catalana, sus dossieres del CNI, la soberbia que ha ejercido, el desapego al partido y su perfil continuista.
El Congreso de la renovaci¨®n no pod¨ªa ganarlo el ama de llaves de Rajoy. Casado ha sido mucho m¨¢s consciente no s¨®lo del mensaje, de la oratoria, de la m¨ªmesis macroniana -en las formas-, sino del cuerpo electoral al que se dirig¨ªa. Primero, los militantes. Y luego, los compromisarios, una vuelta de tuerca a la doctrina pepera que ha sabido abastecer en el m¨¦rito de una campa?a a contracorriente. No cabe mayor antagonismo pol¨ªtico con S¨¢nchez. Ni m¨¢s parecido en la ¡°sorpresa¡± del desenlace. Las primarias, en ambos casos, han invertido las inercias naturales del sistema y de la sucesi¨®n.
Parec¨ªa? Casado la comparsa, el golden boy extempor¨¢neo. Anunci¨® su candidatura antes incluso de conocerse la ¡°espant¨¢¡± de Feij¨®o. Y era Casado el correveidile en el duelo de Cospedal y Soraya. Le ha beneficiado el fraticidio. Tambi¨¦n lo ha hecho el despecho de la propia Cospedal, aunque las interioridades sanguinarias de la trama no contradicen su m¨¦rito pol¨ªtico y personal. Casado ha sido clar¨ªsimo e inequ¨ªvoco en su estrategia. Su victoria se antoja m¨¢s una regresi¨®n que una renovaci¨®n, pero aloja un relevo generacional y predispone un escenario pol¨ªtico apasionante. Primero, porque Casado es un ant¨ªdoto absoluto a Albert Rivera. Y en segundo lugar porque el viaje a la derecha que requer¨ªa la victoria de este Congreso ceder¨¢ probablemente a una moderaci¨®n cuyas ambiciones aspiran a complicarle las cosas a S¨¢nchez, sobre todo en los asuntos derivados de la crisis catalana, de la unidad nacional, de las cargas impositivas, de las cesiones al nacionalismo, del acercamiento de presos, de las tablas de la ley constitucionales.?
Ha vencido Casado, pero tambi¨¦n han ganado Aznar, Cospedal y puede que S¨¢nchez, del mismo modo que han perdido -m¨¢s all¨¢ de Rivera-? Soraya y Rajoy en un golpe sarc¨¢stico del santoral: de Santamar¨ªa a Santa Pola. Am¨¦n.?
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