El futuro de Nicaragua
Ortega no puede imponer su modelo autoritario; est¨¢ estrat¨¦gicamente derrotado
Cuando en 2016 publicamos un libro colectivo ¡ªEl r¨¦gimen de Ortega, ?una nueva dictadura familiar en el continente?¡ª ten¨ªamos certeza de que la crisis de Nicaragua era inevitable, pero desde luego el momento nos ha sorprendido a todos. Incluso a Ortega. Cuando se han cumplido tres meses del estallido de la crisis, que ha dejado m¨¢s de 300 muertos, corresponde una reflexi¨®n sobre sus causas, naturaleza y eventual desenlace. Lo hacemos en torno a pocas tesis.
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Nicaragua luc¨ªa, en una regi¨®n convulsa, como un para¨ªso de estabilidad, seguridad y crecimiento econ¨®mico. Ten¨ªa los ¨ªndices de seguridad ciudadana m¨¢s altos de Centroam¨¦rica y una tasa de crecimiento superior de la zona (con excepci¨®n de Panam¨¢). Mientras algunas de las principales revistas internacionales de turismo promocionaban su destino, los organismos financieros internacionales calificaban con complacencia su desarrollo. La opini¨®n internacional no sab¨ªa, pues Ortega hab¨ªa logrado pasar ¡°agachado¡± frente a los reflectores de la atenci¨®n internacional, que era un caso de estabilidad, seguridad y crecimiento econ¨®mico autoritario. Primera tesis.
El r¨¦gimen de Ortega acumulaba agravios de diferentes sectores sociales. Los estudiantes sent¨ªan el control mafioso de la orteguista Uni¨®n Nacional de Estudiantes. Los pobladores urbanos y campesinos, para acceder a programas sociales, deb¨ªan inscribirse en el partido de Gobierno. Los empleados p¨²blicos deb¨ªan gritar consignas y aparecer serviles. Los empresarios rumiaban en silencio que deb¨ªan pasar por las argollas del poder orteguista, para acceder a decisiones, tr¨¢mites, licencias y favores. Y los sectores pol¨ªticos democr¨¢ticos, sometidos a represi¨®n selectiva, ¨¦ramos excluidos en la reversi¨®n y perversi¨®n del proceso democr¨¢tico.
Esos agravios sectoriales, si se quiere de naturaleza micropol¨ªtica, terminaron encaden¨¢ndose en un estallido social pluriclasista y articul¨¢ndose con la macrodemanda democr¨¢tica del fin del r¨¦gimen, que con masiva represi¨®n sangrienta revel¨® su car¨¢cter dictatorial. Segunda tesis.
Ortega es m¨¢s vulnerable frente a presiones externas y la comunidad internacional, en especial Am¨¦rica Latina, ha reaccionado m¨¢s r¨¢pidamente que en las vacilaciones sobre Venezuela
La tercera tesis es que no se trata de un conflicto armado. Las ¨²nicas armas son las de Ortega, que ha reprimido a trav¨¦s de la polic¨ªa y unas fuerzas paramilitares que constituyen un verdadero ej¨¦rcito irregular. M¨¢s del 90% de las v¨ªctimas, como ha se?alado la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), provienen de la insurrecci¨®n c¨ªvica. La diferencia de otros ejemplos de rebeld¨ªa c¨ªvica, y se pone el ejemplo de Sud¨¢frica, Ucrania y Chile, es que no hubo fuerzas paramilitares a cargo de la represi¨®n.
En la protesta contra Ortega ha quedado bastante dibujada la distinci¨®n entre orteguismo y sandinismo. Son numerosos los casos de gente, desgarrada por sus parientes asesinados, presos y desaparecidos, que dicen: ¡°Soy sandinista, pero no danielista¡±. La privatizaci¨®n personalista y din¨¢stica del FSLN gener¨® un proceso de exclusi¨®n de muchos militantes sandinistas, a los que se han agregado rupturas internas recientes por la represi¨®n frente a gente desarmada. Cuarta tesis.
Aunque Ortega haya recuperado control territorial a base de un saldo tr¨¢gico por el terror, ha profundizado su divorcio de la poblaci¨®n nicarag¨¹ense que contin¨²a protestando y ha provocado un creciente rechazo de la comunidad internacional, como qued¨® patente en el Consejo Permanente de la OEA. M¨¢s represi¨®n, m¨¢s rechazo dentro y afuera. Quinta tesis.
La pregunta que muchos se hacen es si Ortega repetir¨¢ el caso de Maduro en Venezuela, cuya ca¨ªda se ve¨ªa inminente. Dif¨ªcil.
Ortega es m¨¢s vulnerable frente a presiones externas, y la comunidad internacional, en especial Am¨¦rica Latina, ha reaccionado m¨¢s r¨¢pidamente que en las vacilaciones sobre Venezuela; la interdependencia econ¨®mica y humana en la subregi¨®n centroamericana es m¨¢s fuerte, y el apoyo de los pa¨ªses vecinos a la resoluci¨®n en la OEA, con la ¨²nica abstenci¨®n de El Salvador, anticipa su reacci¨®n; gran parte de sectores sociales incluidos como actores en la revoluci¨®n sandinista repudian a Ortega; la persecuci¨®n a la Iglesia cat¨®lica galvaniza resistencias dentro y fuera de Nicaragua; no existe la presencia cubana en el ej¨¦rcito y los aparatos de inteligencia y la poblaci¨®n est¨¢ unida en torno a la demanda de justicia y democratizaci¨®n.
Ortega no tiene capacidad de volver a su modelo de estabilidad autoritaria; tampoco puede encabezar la transici¨®n democr¨¢tica. Est¨¢, estrat¨¦gicamente, derrotado.
Edmundo Jarqu¨ªn fue embajador de Nicaragua en Espa?a durante el gobierno sandinista de los a?os 80.
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