Guerra comercial mundial
A Trump le molestan las reglas y las instituciones multilaterales. Solo le interesan las relaciones comerciales bilaterales
Se sabe como empiezan pero no como acaban. Todas son iguales en cuanto a su impredecibilidad. Es f¨¢cil lanzar un ataque, en este caso arancelario, pero dif¨ªcil prever que suceder¨¢ m¨¢s tarde, cuando lleguen las represalias y luego la escalada.
El objetivo es bien claro. No se trata exactamente de proteger a sectores desfavorecidos de la econom¨ªa estadounidense, sino de destruir el orden multilateral. A Trump le molestan las reglas y las instituciones multilaterales. Solo le interesan las relaciones comerciales bilaterales, de forma que Estados Unidos ser¨¢ el m¨¢s fuerte en todos los casos y podr¨¢ imponer sus pretensiones en todas las negociaciones.
Su idea del libre comercio es unidireccional: desarme de los d¨¦biles, m¨¢xima libertad del fuerte, para conservar barreras, aranceles y ventajas competitivas, aunque sea en la sombra. Trump no negocia, sino que amenaza, y a continuaci¨®n golpea. Si recibe otro golpe como respuesta, como ha sido ya el caso, desde China y desde la Uni¨®n Europea, responde con la escalada.
Son las mismas razones por las que Trump ha defendido el Brexit y atacado a Theresa May por su Brexit blando. Va a por la UE, considerada como su ¡°enemigo¡± existencial. El mayor pecado europeo es el arancel com¨²n, pieza esencial del mercado ¨²nico. O desarme arancelario, tal como le ha planteado a Juncker, o guerra abierta.
Y dentro de la UE, su objetivo es Alemania y m¨¢s en concreto su super¨¢vit comercial. De ah¨ª que golpee a la industria del autom¨®vil, principalmente alemana, para llevar a Merkel a la negociaci¨®n por separado. A Macron se la ofreci¨® directamente, con todo descaro, sin resultado alguno, por supuesto. Si Francia se descolgaba, como pretend¨ªa, Alemania quedaba sola.
Tras la UE viene la Organizaci¨®n Mundial de Comercio, otra instituci¨®n basada en las reglas multilaterales. Los europeos se ver¨¢n las caras con Trump en la OMC, pero Trump intentar¨¢ eludir sus arbitrajes. Para justificar los aranceles sobre el aluminio, el acero y los coches, ha utilizado un inveros¨ªmil argumento que la OMC contempla excepcionalmente: pretende que cuele como un caso en el que est¨¢ en juego la seguridad nacional. La pol¨ªtica de Trump perturba el buen funcionamiento de los mercados, incrementa los precios al consumo y deval¨²a los sistemas de reglas. A todos perjudica, pero tambi¨¦n a su pa¨ªs, que ya ha empezado a experimentar una ca¨ªda de las inversiones, y lo notar¨¢ m¨¢s tarde en p¨¦rdida de puestos de trabajo.
Trump se dio ayer una tregua, justo antes de lanzarse a la guerra. ?Por su car¨¢cter imprevisible o porque hay alarma entre sus propios partidarios? Lo sabremos en los pr¨®ximos d¨ªas. Ben Sasse, senador republicano por Nebraska, lo tiene claro: ¡°Los aranceles y ayudas de esta administraci¨®n no har¨¢n a EE?UU otra vez grande, sino que nos devolver¨¢n a 1929¡±. Regresan los a?os 30 y no tan solo por las ideas populistas sino por el proteccionismo econ¨®mico que siempre las acompa?a, con su corolario de perjudicar al vecino que es preludio de guerra, no comercial, sino de verdad.
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