Del 11-M al 17-A
Espa?a seguir¨¢ se?alada como blanco de atentados terroristas por el yihadismo salafista y nuestras instituciones y la colaboraci¨®n internacional podr¨¢n mitigar la amenaza, pero no erradicarla. La sociedad debe hacer valer su resistencia
Tres son las fases por las que el yihadismo global ha atravesado desde su aparici¨®n como movimiento hace treinta a?os. La primera se inici¨® con la fundaci¨®n de Al Qaeda en 1988 y concluy¨® meses despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, cuando esa organizaci¨®n yihadista y algunas de sus entidades asociadas perdieron el santuario afgano. La segunda se extendi¨® desde comienzos de 2002 hasta 2011, a?o de las revueltas antigubernamentales en diversos pa¨ªses del mundo ¨¢rabe y durante el que Osama Bin Laden fue abatido en su escondite paquistan¨ª. La tercera fase, que llega hasta el presente, comenz¨® en 2012 con el auge de la insurgencia yihadista tras desencadenarse la contienda siria. A cada uno de estos periodos corresponden distintas configuraciones de la amenaza terrorista que el yihadismo global supone para Europa occidental.
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En Espa?a, esta amenaza se ha manifestado en forma de atentados durante las fases segunda y tercera del yihadismo global. En la segunda fase se inscriben los del 11 de marzo de 2004 en Madrid, a los que sumar el posterior episodio suicida del 3 de abril en Legan¨¦s. En la tercera fase se inscriben los del 17 de agosto de 2017 en Barcelona y la madrugada del siguiente d¨ªa en Cambrils. No ocurri¨® as¨ª durante la primera fase, aunque a menudo se se?ala como primer acto de terrorismo yihadista en Espa?a el del 12 de abril de 1985 en el restaurante El Descanso, en Torrej¨®n de Ardoz. Yihad Isl¨¢mica, que asumi¨® ese y otros atentados en distintos pa¨ªses europeos, era una denominaci¨®n que la organizaci¨®n Hezbol¨¢ utiliz¨® entre 1983 y 1987. Adem¨¢s, este terrorismo islamista de patrocinio iran¨ª es un extremismo chi¨ª y no sun¨ª como el yihadismo global.
Detr¨¢s del 11-M hubo una red yihadista con cerca de treinta individuos y tres componentes fundamentales ¡ªel remanente de la c¨¦lula que Al Qaeda estableci¨® en Espa?a en 1994 y que fue desmantelada en noviembre de 2001, el aportado por el Grupo Isl¨¢mico Combatiente Marroqu¨ª y, finalmente, una banda de delincuentes comunes radicalizados¡ª que empez¨® a articularse en marzo de 2002 y que desde abril de 2003 estuvo conectada con el mando de operaciones externas de Al Qaeda basado en Pakist¨¢n. Esta configuraci¨®n se adecuaba, por una parte, a la de un yihadismo global polimorfo cuya matriz segu¨ªa planificando y facilitando atentados en Europa occidental. Tambi¨¦n se adecuaba, por otra parte, a una amenaza compuesta, ya que en la preparaci¨®n y ejecuci¨®n de estos actos de terrorismo interven¨ªan a menudo individuos vinculados a dos o m¨¢s entidades yihadistas.
La c¨¦lula del 17-A se constituy¨® b¨¢sicamente con adolescentes y j¨®venes de segunda generaci¨®n
Sin embargo, detr¨¢s del 17-A no hubo una red sino una c¨¦lula, constituida por al menos diez individuos, que habr¨ªa comenzado a formarse durante 2016. Pero su referencia ya no fue Al Qaeda sino Estado Isl¨¢mico, en consonancia con la escisi¨®n existente en el yihadismo global desde 2013 ¡ªcuando Estado Isl¨¢mico todav¨ªa no hab¨ªa proclamado un califato y era a¨²n conocido por las siglas ISIL o ISIS¡ª, al igual que con su mucha mayor capacidad de movilizaci¨®n entre musulmanes residentes en Europa occidental. Todav¨ªa no se sabe si el elenco yihadista de Ripoll estuvo ¨²nicamente alineado con Estado Isl¨¢mico o si mantuvo contacto con operativos, combatientes terroristas extranjeros o retornados de esta organizaci¨®n yihadista, pero se trata de una hip¨®tesis veros¨ªmil considerando el tama?o y los prop¨®sitos de quienes integraron aquella c¨¦lula terrorista.
Ahora bien, mientras que la red del 11-M estuvo formada principalmente por inmigrantes marroqu¨ªes en Espa?a, la c¨¦lula del 17-A se constituy¨® b¨¢sicamente con adolescentes y j¨®venes de segunda generaci¨®n, descendientes de inmigrantes marroqu¨ªes, nacidos y crecidos en nuestro pa¨ªs. Esto concuerda con la creciente relevancia, entre los yihadistas activos en Europa occidental, desde mediada la pasada d¨¦cada, de individuos de segunda generaci¨®n. La movilizaci¨®n yihadista a partir de 2012, que ha afectado en especial a pa¨ªses con poblaciones musulmanas en cuyo seno predomina ese segmento social, ratifica su relativa mayor vulnerabilidad a la radicalizaci¨®n. Este proceso fue, sin embargo, similar para los implicados en aquellos dos casos, pues la exposici¨®n f¨ªsica a agentes de radicalizaci¨®n y la incidencia de v¨ªnculos sociales previos resultaron determinantes.
Los terroristas del 11-M consideraron el uso de per¨®xido de acetona (TATP) pero, tras la tard¨ªa incorporaci¨®n a la red yihadista de unos delincuentes comunes radicalizados, se decantaron por Goma?2 ECO, de adquisici¨®n m¨¢s f¨¢cil y manipulaci¨®n menos peligrosa. Los terroristas del 17-A ten¨ªan previsto recurrir a veh¨ªculos cargados con TATP y utilizar esta sustancia de otras maneras, pero improvisaron al estallar el inmueble donde la fabricaban y desbaratarse sus planes iniciales. De cualquier manera, unos atentaron en Madrid contra trenes de cercan¨ªas abarrotados de pasajeros, es decir, contra blancos considerados blandos por sus umbrales de protecci¨®n y de accesibilidad, pero a la vez muy concurridos de personas. Otros ambicionaron provocar una matanza en Barcelona mediante atentados asimismo m¨²ltiples contra otros blancos, pero igualmente blandos y concurridos.
En ambos atentados, los terroristas dejaron constancia de su odio a los no musulmanes
El 11-M obedeci¨® inicialmente a una voluntad de venganza contra Espa?a por haber asestado, con la Operaci¨®n D¨¢til, uno de los mayores golpes que Al Qaeda ha recibido en Europa occidental. Los l¨ªderes de esa organizaci¨®n yihadista adoptaron m¨¢s tarde un plan terrorista que se acomodaba bien a su estrategia general tras la invasi¨®n de Irak. Estado Isl¨¢mico sostuvo por su parte, en comunicados posteriores a los atentados en Barcelona y Cambrils, que ambos se encuadraban en las represalias contra pa¨ªses que contribu¨ªan a la coalici¨®n internacional establecida para combatir a dicha organizaci¨®n yihadista, sobre todo en los territorios de Siria e Irak donde esta lleg¨® a imponer temporalmente su dominio. Pero, en el 11-M al igual que en el 17-A, los terroristas dejaron constancia de su odio a los no musulmanes y aludieron a Al Andalus como territorio isl¨¢mico usurpado.
Entre el 11-M y el 17-A hay elementos de continuidad y de cambio respecto a los actores y los procedimientos de la amenaza terrorista que plantea un yihadismo global cuya persistencia durante el pr¨®ximo cuarto de siglo es previsible. Nuestras instituciones nacionales y la cooperaci¨®n internacional podr¨¢n mitigarla, pero no erradicarla. Nuestras sociedades, abocadas a sus eventuales y ocasionalmente muy cruentas expresiones, deben hacer valer capacidades de resiliencia. La amenaza terrorista oscilar¨¢ en grado, dependiendo de circunstancias externas e internas a Europa occidental, as¨ª como seg¨²n pa¨ªses. Sobre Espa?a, otras consideraciones al margen, incidir¨¢ el factor constante de su se?alamiento como blanco por el salafismo yihadista. Esta ideolog¨ªa justifica religiosamente, tanto en un sentido ofensivo como defensivo, la pr¨¢ctica del terrorismo en suelo espa?ol.
Fernando Reinares es director del Programa sobre Terrorismo Global en el Real Instituto Elcano y catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad Rey Juan Carlos.
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