El fot¨®grafo mexicano Pablo Salazar retrata en un centenar de fotograf¨ªas y decenas de v¨ªdeos la vida de los p¨¢jaros que viven en un lugar tan hostil para las aves como Ciudad de M¨¦xico
Con nueve millones de habitantes, 4,7 millones de coches y una extensi¨®n que supera los 1.400 kil¨®metros cuadrados, Ciudad de M¨¦xico es uno de los lugares m¨¢s inh¨®spitos para las aves. Sin embargo, aqu¨ª viven todav¨ªa miles de p¨¢jaros que han construido sus nidos sobre espejos retrovisores, viejas cajas de luz, sem¨¢foros o cables. Su adaptaci¨®n a este entorno tan hostil ha sido inmortalizada por el mexicano Pablo Salazar en m¨¢s de un centenar de fotograf¨ªas y decenas de v¨ªdeos. TEXTO: V?CTOR US?N / FOTOGRAF?AS: PABLO SALAZARPablo SalazarEn el cruce entre dos avenidas de Ciudad de M¨¦xico un p¨¢jaro ha hecho de una bota vieja su refugio. Anida en una zona c¨¦ntrica de este gran urbe y resiste al ruido de los coches, de los vendedores ambulantes y de las sirenas de ambulancias y polic¨ªa. Esta fue una de las primeras fotograf¨ªas con las que Salazar comenz¨® este proyecto en el que lleva trabajando ocho a?os y con la que se llev¨® una menci¨®n de honor de National Geographic.Pablo SalazarLa poblaci¨®n de varias especies de aves de Ciudad de M¨¦xico ha ido disminuyendo con el tiempo ante estas condiciones de vida tan extremas, cuenta el fot¨®grafo. Por ejemplo, al cuitlacoche pico curvo, como el de la imagen, le queda poca tierra donde escarbar y encontrar lombrices, que son su alimento.Pablo SalazarDurante seis meses Salazar acudi¨® hasta este coche estacionado normalmente en la misma zona de la ciudad para fotografiar a estos p¨¢jaros. Sobre su espejo retrovisor viv¨ªan un par de gorriones mexicanos que cuando el veh¨ªculo se pon¨ªa en marcha ten¨ªan que buscar refugio en otro lugar.Pablo SalazarEste ¨¢guila se posa durante buena parte del d¨ªa sobre el mobiliario urbano de la glorieta de Vertiz de la capital. Resiste al asfalto, los tubos de escape y la contaminaci¨®n aunque como asegura Salazar haya tenido que cambiar su alimentaci¨®n para sobrevivir a la ciudad. ¡°Las ¨¢guilas ahora est¨¢n comiendo gatos y perros de azotea. E incluso tambi¨¦n p¨¢jaros. Las aves se comen a las propias aves¡±, relata.Pablo SalazarLos desechos de los numerosos salones de belleza de la colonia Narvarte de la capital les sirven a las aves para construir sus nidos. Como se puede apreciar en la imagen, el hogar de algunos p¨¢jaros ya no est¨¢ hecho a base de hojas y ramas, sino de los restos de pelo de las peluquer¨ªas de la zona.Pablo SalazarEl pelo que acumulan los salones de belleza no son el ¨²nico desperdicio que aprovechan las aves de la capital. Algunas utilizan los pl¨¢sticos de las cajetillas de tabaco para resguardarse de la lluvias y otros se quedan con las pelusas que la ropa suelta en las lavander¨ªas para hacer de su nido un lugar m¨¢s c¨¢lido.Pablo SalazarDe estos ochos a?os documentando la vida de las aves en la capital, Salazar tiene una imagen especialmente grabada en su memoria. Ocurri¨® hace tres a?os cuando se encontr¨® en Eje Central a un peque?o p¨¢jaro en uno de los transitados carriles de esta avenida de la capital. ¡°Volaba bajo buscando comida cuando pas¨® un veh¨ªculo. El coche toc¨® el claxon y en ese mismo instante el ave no pudo y se desvaneci¨®. Estoy convencido que le perturb¨® el alto ¨ªndice de ruido que se gener¨® en ese momento. Aquello me impact¨®¡±, cuenta.Pablo SalazarEste fot¨®grafo, que durante buena parte del d¨ªa trabaja para un peri¨®dico mexicano, estrenar¨¢ pr¨®ximamente un corto documental que re¨²ne parte de los v¨ªdeos y las fotograf¨ªas que ha tomado en estos ocho a?os de trabajo. Busca ahora financiaci¨®n para hacer un segundo y un tercer cap¨ªtulo de este proyecto, en los que pretende documentar la vida del gorri¨®n serrano, una especie end¨¦mica de la delegaci¨®n Milpa Alta de la capital, y sensibilizar sobre el da?o que supone tener un p¨¢jaro como mascota. ¡°Quiero concienciar a la gente para que deje de comprar aves y encerrarlas en una jaula. Es una tortura animal. Tienen alas y deben volar¡±, cuenta.Pablo Salazar
