Nadie tiene miedo

Barcelona rindi¨® ayer el homenaje institucional que merec¨ªan las v¨ªctimas de los atentados yihadistas del 17 de agosto del a?o pasado, sin incidentes destacables y con la participaci¨®n de ciudadanos de todas las opciones pol¨ªticas. Es de agradecer el esfuerzo realizado por el Ayuntamiento de la ciudad, las instituciones y los partidos para contribuir al desarrollo del acto dentro de la sobriedad que merece la memoria de quienes perdieron la vida. Algunos l¨ªderes y organizaciones independentistas intentaron, no obstante, conjugar el respeto a las formas con la utilizaci¨®n de la jornada para seguir aireando su programa y sus reivindicaciones. Solo que, a fuerza de acomodar los tonos pol¨ªticos a los interlocutores de cada uno de los actos convocados al margen del oficial, esos l¨ªderes y organizaciones acabaron por no interpelarse m¨¢s que a s¨ª mismos. La jornada requer¨ªa que las instituciones, incluidas las que gobiernan los independentistas, y toda la sociedad de Catalu?a, se dirigieran a los allegados de las v¨ªctimas para solidarizarse con su dolor, dejando para otra ocasi¨®n cualquier mensaje diferente. En lugar de ello, el presidentde la Generalitat, Quim Torra, miembros de su Ejecutivo, adem¨¢s de integrantes de asociaciones y comit¨¦s alentados por los primeros, prefirieron correr de un escenario a otro para pronunciar en cada uno el discurso que acomodaba, antes de que se apagaran las luces de la atenci¨®n medi¨¢tica.

Los l¨ªderes independentistas justificaron la presencia de grandes pancartas contra el jefe del Estado apelando a la libertad de expresi¨®n. Al recurrir a este argumento, parecen reconocer por fin la existencia de esa libertad en un Estado al que hasta ahora calificaban de franquista. Como tambi¨¦n forman parte de las libertades de reuni¨®n y manifestaci¨®n las concentraciones a poca distancia del lugar donde se encontraba el Rey y las muestras de adhesi¨®n convocadas ante las c¨¢rceles, por m¨¢s que en este caso no buscaran siquiera justificarlas. En realidad, daba igual que lo intentaran o no, puesto que en los actos organizados al margen de la conmemoraci¨®n institucional nunca estuvo en cuesti¨®n la posibilidad de que hicieran uso de unas libertades u otras, sino la oportunidad, primero moral, y despu¨¦s pol¨ªtica, de que lo hicieran. La respuesta por la que se inclin¨® el independentismo fue innecesariamente ambigua, ensombrecida, adem¨¢s, por la propagaci¨®n de insidias acerca del comportamiento de los cuerpos y fuerzas de seguridad cercanas a las teor¨ªas conspirativas.

La presencia de las m¨¢s altas autoridades del Estado en el homenaje a las v¨ªctimas de Barcelona y Cambrils demostr¨® que el grito de ¡°No tenemos miedo¡±, coreado por los ciudadanos de Catalu?a inmediatamente despu¨¦s de los atentados y tambi¨¦n al terminar el acto central de ayer, no alberga al cabo de un a?o ninguna de las ambig¨¹edades de las que quiso dotarlo el independentismo, confundiendo deliberadamente las amenazas reales con las fantas¨ªas propagand¨ªsticas de una naci¨®n en peligro. Frente al fanatismo yihadista, sin duda, pero tambi¨¦n frente a los problemas de una sociedad dividida por un programa pol¨ªtico que, invocando la democracia, no la ha respetado, nadie, y no solo los independentistas, tiene miedo.