El disenso migratorio europeo
Europa nunca tuvo la valent¨ªa de abrir un debate com¨²n sobre su pol¨ªtica migratoria
Para Samir Amin, el amigo de siempre,
in memoriam
Una de las mayores dificultades para elaborar una pol¨ªtica migratoria europea estriba en el disenso entre las pol¨ªticas de los Estados y la l¨®gica democr¨¢tica del derecho europeo que se est¨¢ construyendo de modo jurisprudencial. Todos los Estados est¨¢n de acuerdo, mutatis mutandis, para buscar reglas comunes en materia de entrada al territorio europeo, pero ninguno acuerda totalmente con su vecino. Ejemplo: el reglamento de Dubl¨ªn en materia de asilo impone que el pa¨ªs de primera llegada sea responsable de permitir o rechazar el acceso, pero al no existir reglas comunes claras y rigurosas de aceptaci¨®n, cada uno interpreta este derecho seg¨²n sus intereses. Adem¨¢s, esta regla hace reposar sobre los Estados fronterizos la responsabilidad, sin que el resto sienta la necesidad de ayudarlos, transform¨¢ndolos en demandantes permanentes de ayuda financiera a la Comisi¨®n Europea que s¨®lo se moviliza en situaci¨®n de emergencia, cuando el fuego ya arde en casa y frente a llegadas masivas y dramatizadas por los medios de comunicaci¨®n (el mar, los ni?os, las mujeres, la muerte¡).
Se a?ade a esta cacofon¨ªa pol¨ªtica la l¨®gica disruptiva de las instituciones jur¨ªdicas europeas. La tendencia dominante y leg¨ªtima del juez europeo es juzgar en funci¨®n de criterios basados en el respeto de los derechos humanos como, en general, se encarnan en los grandes textos fundadores de la Uni¨®n. La Corte Europea de los Derechos Humanos (CEDH) y la Corte de Justicia de la Uni¨®n Europea (CJUE) no aceptan, con raz¨®n, ninguna limitaci¨®n contra los movimientos de circulaci¨®n internos, pero tambi¨¦n vigilan con preocupaci¨®n las restricciones a las entradas irregulares por los Estados, es decir, interpretan a su antojo la aplicaci¨®n del reglamento de Dubl¨ªn.
Detr¨¢s de estas dos grandes fuerzas, Estados versus justicia europea, hay, por supuesto, muchos otros actores que influyen: movimientos asociativos, ONG, organizaciones internacionales (la ONU en particular) e instituciones religiosas cuya orientaci¨®n es, en general, favorable a la libertad de circulaci¨®n o, a la inversa, la opini¨®n p¨²blica europea partidaria del cierre de fronteras y que coacciona la reacci¨®n de los Estados cuando no est¨¢ directamente incentivada por ellos.
Esta situaci¨®n prevalece porque nunca Europa tuvo la valent¨ªa de abrir un debate com¨²n sobre su pol¨ªtica migratoria. Y, por otra parte, si dentro de las naciones es imprescindible que haya fuerzas que vigilen el respeto a los derechos humanos, tambi¨¦n se debe entender que ning¨²n pa¨ªs, hoy, puede permitirse abrir totalmente sus fronteras. Pues la inmigraci¨®n no es una abstracci¨®n, sino un hecho humano que toca los intereses colectivos y que puede generar conflictos dram¨¢ticos. En vez de utilizarla como una mercanc¨ªa que se compra o se vende en el mercado pol¨ªtico, las fuerzas democr¨¢ticas deber¨ªan buscar un consenso interno. Pues a falta de acuerdo, seguir¨¢n las mafias nutri¨¦ndose, como buitres, del disenso europeo.
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