¡®Titanic¡¯: cita con el desastre
El 1 de septiembre de 1985 una expedici¨®n descubri¨® los restos del 'Titanic'
El 1 de septiembre de 1985, una expedici¨®n cient¨ªfica franco-norteamericana confirm¨® haber descubierto los restos del lujoso transatl¨¢ntico Titanic, que se hundi¨® el 14 de abril de 1912, al sur de Terranova. Este es el reportaje que public¨® EL PA?S con motivo del centenario del hundimiento del barco:
¡°Titanic hundido cuatro horas tras chocar iceberg; 866 rescatados por Carpathia, probablemente 1.250 muertos; Ismay a salvo, Astor quiz¨¢, famosos desaparecidos¡±. De esta manera sintetiz¨® en titulares The New York Times la sobrecogedora noticia del hundimiento del barco m¨¢s famoso (y cinematogr¨¢fico) de la historia, incluyendo a la Bounty y el Potemkin. ¡°The Titanic sunk¡±, ¡°Titanic lost¡±, ¡°Titanic disaster, great loss of life¡±, proclamaba la prensa. Parec¨ªa incre¨ªble. El soberbio, arrogante, insumergible Titanic. A partir de aquello, la fe en el siglo, en la tecnolog¨ªa, en el dominio de la naturaleza empez¨® a tambalearse, y todo fue a peor. De alguna manera desde entonces no hemos parado de hundirnos.
Esta madrugada se cumple un siglo d¨ªa por d¨ªa del tr¨¢gico final de ese barco arquetipo de orgullo y de desastre. La conmemoraci¨®n nos deja una marea de libros, documentales, exposiciones, homenajes, teor¨ªas y excentricidades (el viaje reenactment, las proyecciones del artista Gerry Hofstetter de fotos del barco sobre icebergs, DiCaprio en 3D). Pero hoy es un d¨ªa para mirar al mar ¡ªdesde fuera¡ª y reflexionar. El Titanic se fue a pique como una met¨¢fora de nuestra sociedad y parad¨®jicamente en eso s¨ª que se ha demostrado insumergible. Es tentador ver ahora en ese implacable iceberg, que fue su blanca n¨¦mesis como Moby Dick la del Pequod, la crisis con la que ha topado nuestro sistema, propulsado ciegamente hacia delante por las calderas de la ambici¨®n y que nos ha pillado a muchos con lo puesto y a la mayor¨ªa sin lugar en los botes salvavidas.
La historia del Titanic tiene muchos ¨¢ngulos y a ella como los personajes del mago de Oz nos dirigimos todos a buscar lo que nos interesa o nos fascina. Tambi¨¦n lo que tememos.
Para unos ser¨¢n los aspectos t¨¦cnicos del barco, para otros las siempre curiosas estad¨ªsticas (cab¨ªan 1.100 personas m¨¢s, cargaba 16.850 botellas de vino y licor ¡ª?hay una gran bodega all¨¢ abajo, se?ores!¡ª; se salvaron m¨¢s hombres, 338, que mujeres, 316, aunque, claro, ellas eran muchas menos a bordo, solo un 25%), o la sociedad de los pasajeros, ese microcosmos con su r¨ªgida estratificaci¨®n eduardiana y sus tremendos contrastes, sin olvidar sus romances. A otros les atraen los momentos m¨¢s dram¨¢ticos del hundimiento, la evacuaci¨®n y la lucha por la supervivencia, los h¨¦roes y cobardes, el papel de la tripulaci¨®n, el v¨ªa crucis de los que se ahogaron ¡ªen realidad la inmensa mayor¨ªa murieron de hipotermia, congelados: a los 15 minutos de promedio en el agua uno se quedaba pajarito; otros se rompieron el cuello al saltar al agua desde las altas bordas¡ª...
El pecio, a cuatro kil¨®metros de profundidad, con sus misterios y tesoros, con las recientes investigaciones, y con su imparable deterioro apasiona a muchos: es espeluznante ver c¨®mo el hierro se disuelve en el mar de la sal y el tiempo componiendo extra?as l¨¢grimas con car¨¢mbanos de ¨®xido; un Titanic delicuescente so?ado por un Dal¨ª de las profundidades duerme en el lodo, en dos grandes trozos (el sue?o de reflotar el buque hace tiempo que se dio por imposible). Otros buscan el enigma nunca completamente resuelto, pese a lo que se diga, de c¨®mo se produjeron el choque y el hundimiento.
Error humano, fallo de construcci¨®n, conspiraci¨®n de la naturaleza... Lo ¨²nico seguro es que el Titanic era un pedazo de barco, un nav¨ªo extraordinario que choc¨® de una manera muy improbable ¡ªde hecho la ¨²nica que pod¨ªa hundirlo¡ª contra un iceberg; que desde el momento del impacto estuvo condenado y que la gente actu¨® como lo hace siempre: dando unos lo mejor y otros lo peor de s¨ª mismos, y la mayor¨ªa simplemente sin acabar de creerse que les estuviera pasando eso precisamente a ellos.
Llena de apasionantes controversias ¡ªno est¨¢ claro que de haber habido m¨¢s botes se hubiera salvado m¨¢s gente, por ejemplo¡ª, la historia del barco muestra un largo reparto, un nutrido dramatis personae que ofrece modelos para todos. El gran morbo del Titanic es la pregunta que nos arroja a la cara: ?qu¨¦ hubiera hecho yo en esas circunstancias?
?Qui¨¦n somos en la gran pel¨ªcula real del Titanic? ?Ismay, el propietario que se salv¨® subiendo a un bote y arrostr¨® pasar a la posteridad como cobarde?, ?el capit¨¢n Smith que trat¨® esforzadamente de evitar el p¨¢nico del pasaje y se hundi¨® con su barco?, ?el primer oficial Murdoch que dispar¨® a dos pasajeros y luego se peg¨® un tiro? ?Wallace Hartley, uno de los abnegados m¨²sicos, que amaba tanto su viol¨ªn que se lo at¨® al cuerpo instantes antes de morir ahogado? ¡ªun desaprensivo lo hurt¨® de su cad¨¢ver recuperado¡ª.
Es este un d¨ªa para recordar algunas de las grandes historias del Titanic. Personalmente, tengo una debilidad por las m¨¢s macabras. Un mes despu¨¦s de la cat¨¢strofe, el Oceanic hall¨® un bote con tres v¨ªctimas a¨²n a bordo, muertas. Uno iba vestido con traje de etiqueta. El estado de los cad¨¢veres fue descrito como ¡°repulsivo¡±. Los cuerpos fueron sepultados en el mar como muchos de los otros recobrados. De los 306 recogidos por el Mackay-Bennet, 116 fueron devueltos a las aguas, en parte por la falta de suficiente l¨ªquido de embalsamar, que se reserv¨® para los muertos de primera clase...
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