No puede pasar aqu¨ª

Pensar que Spain is different respecto a la ultraderecha y el iliberalismo es una forma de autocomplacencia peligrosa. Hay analistas que llevan a?os defendiendo la poca excepcionalidad de Espa?a: somos una democracia homologable a la de nuestros vecinos. Luchan contra el relato de Espa?a como una democracia d¨¦bil y posfranquista, fomentado por el independentismo, y contra nuestra cl¨¢sica autoflagelaci¨®n. Pero esa reivindicaci¨®n de nuestra poca excepcionalidad termina con el tema de la ultraderecha. Durante toda la crisis nos hemos enorgullecido de no tener un partido xen¨®fobo. En eso, Spain is different.

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La voz de I?aki | Un triste aniversario

Una parte de la izquierda lleva a?os cuestionando esto: la ultraderecha siempre ha estado en el PP. Es un ejemplo de la hiperbolizaci¨®n del debate p¨²blico. Pero el Gobierno tambi¨¦n se ha sumado a ella y lleva meses intentando colocar a Albert Rivera y Pablo Casado junto a la ultraderecha. Es una actitud irresponsable. S¨¢nchez ha pasado del voluntarismo inicial respecto a la inmigraci¨®n a la mano dura, y ha usado la acusaci¨®n de xenofobia y ultraderecha para blindarse frente a las cr¨ªticas. Acusar con tanta ligereza al adversario de racismo no parece una estrategia muy efectiva para luchar contra el racismo. Es posible, incluso, que ayude a lo contrario.

En el aniversario del golpe parlamentario de los independentistas, el 6 y 7 de septiembre de 2017, es preciso tambi¨¦n recordar que la democracia liberal no es algo irreversible. La mayor¨ªa en el Parlament se salt¨® sus propias normas, los derechos de la oposici¨®n y la legalidad para aprobar dos leyes que pon¨ªan por encima al Ejecutivo sobre el judicial, cuestionaban la libertad de prensa y permit¨ªan vaticinar c¨®mo ser¨ªa la rep¨²blica catalana independiente: un r¨¦gimen iliberal y autoritario.

En el debate de esas leyes, la oposici¨®n defendi¨® el cumplimiento de las reglas. El exdiputado de Podem Albano Dante Fach¨ªn dijo: ¡°A la gente no le preocupa el reglamento, se?ores¡±. Tiene raz¨®n. Para cada vez m¨¢s ciudadanos en Occidente, la democracia empieza a ser un estorbo. Como dice Yascha Mounk en El pueblo contra la democracia (Paid¨®s): ¡°Los ciudadanos est¨¢n menos comprometidos con la democracia y m¨¢s abiertos a alternativas autoritarias que antes. El respeto por las normas democr¨¢ticas y las reglas ha disminuido precipitadamente. La democracia, que ya no es la ¨²nica alternativa, se est¨¢ ahora desconsolidando¡±. Mounk dice que los m¨¢s desencantados con la democracia liberal son los j¨®venes, que la consideran algo abstracto frente a quienes vivieron la Guerra Fr¨ªa o la posguerra mundial. El a?o pasado, el diputado de ERC Joan Tard¨¤ dijo que los j¨®venes catalanes ten¨ªan el ¡°compromiso de parir la Rep¨²blica¡± y que si no lo hac¨ªan cometer¨ªan un ¡°delito y una traici¨®n a la tierra¡±. Sus siniestras palabras se recibieron con aplausos. No puede pasar aqu¨ª, hasta que empieza a pasar.