El Papa tropieza m¨¢s en China que en Cuba
El pa¨ªs asi¨¢tico es una cantera de 1.399 millones de almas ateas, agn¨®sticas, comprometidas con el budismo, el tao¨ªsmo, el confucianismo y la nada
El papa Francisco quiere viajar a India, y cuanto antes a China, pero para recibir el pl¨¢cet de Pek¨ªn deber¨¢ inspirarse en el formato de su viaje a Cuba, en 2015. Al igual que en la isla, el sucesor de Pedro y la jerarqu¨ªa cat¨®lica china se acomodan a los l¨ªmites establecidos por el Partido Comunista de China (PCCh) para ser admitidos, sobrevivir y prosperar. Si no lo hacen, no habr¨¢ viaje. Hasta ahora, el Vaticano ha aceptado los espacios asignados, que procura ampliar discretamente, pero siempre obedeciendo ¨®rdenes.
El em¨¦rito Benedicto XVI admiti¨® en 2005 que su iglesia en Europa era una vi?a devastada por jabal¨ªes. Un clero decreciente, envejecido y desanimado afronta desde hace tiempo una misi¨®n impensable hace 50 atr¨¢s: convertir a los bautizados, en lugar de bautizar a convertidos, am¨¦n de que las vocaciones son m¨¢s frecuentes en los pa¨ªses pobres que en los desarrollados. China es una cantera subdesarrollada de 1.399 millones de almas ateas, agn¨®sticas, comprometidas con el budismo, el tao¨ªsmo, el confucionismo y la nada.
La Cuba del catolicismo criollo y el sincretismo mulato tambi¨¦n constituye una veta que la jefatura eclesial atendi¨® como pudo desde el triunfo revolucionario de 1959. La Santa Sede negocia con Pek¨ªn, como lo hizo desde mediados de los noventa con Fidel Castro, para hacer posible las visitas evangelizadoras de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco a la mayor de las Antillas. Probablemente, la diplomacia vaticana cruce criterios sobre China con el cardenal habanero Jaime Ortega, art¨ªfice de las visitas papales a Cuba, y de la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos. La actividad del prelado es limitada pero tiene acceso al secretario general de Partido Comunista cubano, Ra¨²l Castro, a su vez aliado del secretario general del PCCh, Xi Jinping.
Las condiciones castristas fueron siempre las mismas: ni activismo por el cambio pol¨ªtico, ni disidentes en la agenda pontificia. Francisco obedeci¨®. Los chinos ser¨¢n m¨¢s censuradores. En libertad religiosa, Cuba es el cielo comparada con China, que solo autoriza el culto a trav¨¦s de la Asociaci¨®n Patri¨®tica Comunista China, leal al Gobierno. Esa instituci¨®n rechaza la autoridad papal en el nombramiento de obispos, asumida en el mundo cat¨®lico, y sus competencias en la administraci¨®n de la Iglesia, que es china, no romana, argumentan. Los purpurados vaticanos viven casi la clandestinidad.
El catolicismo cuenta con unos siete millones de feligreses en el coloso asi¨¢tico, pero quiere ampliar la parroquia vaciando las catacumbas. Dif¨ªcilmente podr¨¢ hacerlo porque, como en Cuba, su acceso a los medios de comunicaci¨®n oficiales es m¨ªnimo. Pek¨ªn rompi¨® relaciones con el Vaticano en 1951, dos a?os despu¨¦s de la llegada al poder de los comunistas y la expulsi¨®n de los cl¨¦rigos extranjeros. La distensi¨®n avanza a una con las alertas del conservadurismo episcopal, convencido de que el acuerdo con un r¨¦gimen totalitario ser¨ªa como suscribirlo entre San Jos¨¦ y el rey Herodes.
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