El rev¨¦s del periodismo y la tesis
Lo peor no son los periodistas, en este caso, con ser bastante pagados de sus propias opiniones contundentes
El periodismo tiende a contaminar la pol¨ªtica y viceversa. Ese fantasma recorre Espa?a (y el mundo) desde que se inventaron ambos oficios. Ocurre con la tesis de Pedro S¨¢nchez. La historia de esta hiperconexi¨®n da?ina es ejemplo de la destrucci¨®n del valor supremo de la prensa (y de la pol¨ªtica): la verificaci¨®n de los hechos.
En este caso de la tesis de S¨¢nchez el periodismo y la pol¨ªtica se han juntado para burlar el primero de los elementos del periodismo, que Bill Kovach y Tom Rosenstiel situaron en la comprobaci¨®n de lo que se cuenta. En este caso pol¨ªticos y periodistas han considerado firmes las ideas aireadas por el rumor y se dedicaron a dar por sentado que la tesis no exist¨ªa. Cuando el documento real apareci¨® S¨¢nchez fue acusado de plagio. Sin comprobaci¨®n alguna. Albert Rivera, Cid de esta causa, lanz¨® adem¨¢s la idea de que le ayud¨® un negro.
Lo del supuesto negro est¨¢ en la primera l¨ªnea de sospecha. Animado por la ceremonia de la suposici¨®n, que es la confusi¨®n m¨¢s cinismo, Rivera lanz¨® esa invectiva en forma de pregunta: ?No ser¨¢ que ah¨ª detr¨¢s hay un negro? Ah, yo solamente pregunto.
Las linotipias proclives cayeron en la tentaci¨®n, y el Partido Popular (a trav¨¦s de portavoces como Rafael Hernando) se ha subido a las redes para dar por consabido el plagio. La prensa, claro, aplaudi¨® la ocurrencia y el batiburrillo creado sirve a la confusi¨®n en la que prospera la mentira. ?Qu¨¦ m¨¢s da que sea falso, si as¨ª se redondea el rumor?
Tarde, porque esto lo agit¨® hace un a?o un portavoz digital c¨ªnico, S¨¢nchez puso en abierto su tesis. Instrumentos de verificaci¨®n utilizados por universidades y medios (entre ellos, EL PA?S) hicieron lo que se suele hacer: comprobar, ?es plagio? De la verificaci¨®n salieron luces y sombras, como se suele decir: no hay plagio, pero¡ Los peros que se le pusieron a la escritura acad¨¦mica del presidente no lo pon¨ªan en la gloria. Lo que s¨ª ha sido corroborado es que no hubo plagio. Pero no dejes que la verificaci¨®n te destroce un titular. O una pregunta parlamentaria.
No hubo plagio, pues. Sin embargo, retorci¨¦ndole el cuello al cisne, pero no para las buenas intenciones que aconsejaba el redactor jefe de Garc¨ªa M¨¢rquez, periodistas de alto nivel de colesterol c¨ªnico siguieron rebuscando el plagio y el negro.
Lo peor no son los periodistas, en este caso, con ser bastante pagados de sus propias opiniones contundentes. Lo peor han sido los pol¨ªticos que lanzaron la piedra y no se han agachado a recogerla ni siquiera pensando que, quiz¨¢, este pecado de la ausencia completa de verificaci¨®n (por parte de periodistas y de pol¨ªticos) un d¨ªa les va a propiciar un rev¨¦s inesperado. Por ah¨ª va andando la mentira, que s¨ª, que hubo plagio, asiendo sus manos a la yugular del condenado. Qu¨¦ m¨¢s dan los hechos, si ya tenemos la historia.
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