S¨¢nchez le quita el fuego a Ciudadanos
El l¨ªder socialista afronta el tab¨² constitucional intentando poner fin al aforamiento
¡°Os vais a enterar¡±. La reacci¨®n que Ciudadanos atribuy¨® a Pedro S¨¢nchez cuando Rivera espole¨® al presidente con la tesis no se ha sustanciado en un calent¨®n. Lo ha hecho con una iniciativa que compromete la l¨ªnea de flotaci¨®n del partido naranja. Ciudadanos hab¨ªa convertido la batalla contra el aforamiento en la quintaesencia del mensaje regenerador, pero es S¨¢nchez quien lo ha adquirido como propio en la fiesta de los cien d¨ªas de Gobierno.
Se antoja una operaci¨®n pol¨ªtica audaz porque S¨¢nchez domestica la iracundia de Rivera en su zona de sensibilidad, pero tambi¨¦n porque la medida -o el "plagio" de Cs- est¨¢ revestida de sensatez y de popularidad. El aforamiento se percibe como un privilegio de casta y abarca en Espa?a una proporci¨®n hiperb¨®lica, 250.000 ¡ªm¨¢s de 17.000 personas, entre funcionarios, pol¨ªticos, figuras institucionales y 232.000, miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad estatales o auton¨®micos¡ª, aunque S¨¢nchez es consciente de los obst¨¢culos pol¨ªticos y simb¨®licos. Ninguno tan evidente como el tab¨² de la reforma constitucional. O como el bloqueo que el PP pueda ejercer en el Senado, aunque sea a expensas de su deterioro de imagen.
No existe constancia metaf¨ªsica de que nuestra Ley Fundamental emane de un poder divino. Ni que la obtuvi¨¦ramos en el Sina¨ª con el se?uelo de una zarza ardiendo. La Constituci¨®n ya se ha modificado en el prosa¨ªsmo ut¨®pico del techo de gasto. Y se puede volver a modificar, pero es cierto que el contexto pol¨ªtico hipersensible y la dependencia socialista de las fuerzas soberanistas sobrentienden un clima de sugesti¨®n y hasta de psicosis, m¨¢s o menos como si S¨¢nchez no pretendiera tanto acabar con la anomal¨ªa de los aforados como buscar un pretexto o un precedente que predisponga las ulteriores modificaciones. Es conocido que el PSOE quiere ¡°actualizar¡± la Constituci¨®n, sensibilizarla con nuevos derechos sociales, redefinir el modelo territorial, perfeccionar la calidad democr¨¢tica. Encaja en este ¨²ltimo cap¨ªtulo la batalla contra el aforamiento, pero la idea con que S¨¢nchez ha celebrado sus primeros cien d¨ªas no solo exige el compromiso de materializarla en 60 d¨ªas, como ha hecho y dicho, sino el desarrollo de la reforma ¡ªsus extremos, la inviolabilidad del Rey, los cargos preservados¡ª y la plena transparencia respecto a los futuros planes, si los hubiera, de reforma constitucional, sabiendo, como sabe S¨¢nchez, que la aritm¨¦tica de los 84 diputados pueda incitar pactos mefistof¨¦licos. Y conociendo, como conoce, que la mayor¨ªa del PP en el Senado representa el obst¨¢culo del gran cancerbero.
Se han precipitado los guardianes del PP en considerar que la iniciativa de S¨¢nchez aspira a una especie de amnist¨ªa preventiva de los pol¨ªticos catalanes presos. Plantearlo de manera tan oportunista no solo implica un ejercicio temerario de desconfianza hacia los tribunales ordinarios. Tambi¨¦n invita a preguntarse si los populares consideran mejor protegido a su l¨ªder, Pablo Casado, con su armadura de aforado de cuanto lo estar¨ªa sin ella.
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