No tan r¨¢pido
La reforma de los aforamientos planteada por Pedro S¨¢nchez responde a un juego pol¨ªtico de corto alcance
Reformar la ley fundamental del Estado requiere tiempo, debates minuciosos y un amplio consenso, como por lo dem¨¢s prev¨¦ la propia Constituci¨®n. La urgencia con la que el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, plante¨® ayer la modificaci¨®n de la figura procesal del aforamiento, para que est¨¦ vigente en 60 d¨ªas, no respeta estos presupuestos, sino que responde m¨¢s a un juego pol¨ªtico de corto alcance. En realidad, el presidente S¨¢nchez no ha querido con este anuncio sorpresivo atender una demanda ciudadana, ni tampoco resolver un problema acuciante del sistema constitucional. Su prop¨®sito ha sido otro: arrebatar la iniciativa pol¨ªtica a Albert Rivera despu¨¦s de los dos recientes golpes de efecto en los que, por su parte, Ciudadanos hab¨ªa borrado deliberadamente la frontera entre la astucia pol¨ªtica y la estrategia del todo vale. Primero, con la ruptura del pacto de legislatura en Andaluc¨ªa, intentando provocar la convocatoria adelantada de elecciones con excusas inveros¨ªmiles, y despu¨¦s la pregunta parlamentaria acerca de la tesis del jefe del Ejecutivo, forzando el reglamento de la C¨¢mara a fin de convertirla en una caja de resonancia propagand¨ªstica.
La iniciativa del presidente S¨¢nchez prosperar¨¢ o no a la velocidad que ¨¦l desea dependiendo de la actitud que adopten el resto de los partidos. Podemos ya ha anunciado su intenci¨®n de reclamar un refer¨¦ndum que valide, mediante el voto de los ciudadanos, la decisi¨®n que pueda tomar la C¨¢mara, si es que toma alguna, con lo que la reforma podr¨ªa quedar, bien definitivamente paralizada, bien pospuesta hasta la conformaci¨®n de nuevas mayor¨ªas o la consolidaci¨®n de una coyuntura m¨¢s favorable. Pero no es este el mayor coste pol¨ªtico que conlleva una iniciativa inoportuna como la realizada ayer en el marco de la celebraci¨®n de los cien d¨ªas de Gobierno. Despu¨¦s de las escaramuzas a costa de los t¨ªtulos acad¨¦micos de los responsables pol¨ªticos, y de la presunta corrupci¨®n universitaria que han revelado, los ciudadanos pod¨ªan esperar que, finalmente, el Parlamento abordara la situaci¨®n de la educaci¨®n superior en Espa?a. Antes, por el contrario, el presidente S¨¢nchez ha preferido servirse de esas refriegas con fines electorales, de modo que Ciudadanos tenga que elegir entre sus promesas de regeneraci¨®n democr¨¢tica y su negativa a reformar la Constituci¨®n, y el Partido Popular, por su parte, se enfrente a la evidencia de que su nuevo l¨ªder tiene el techo de cristal mientras el Tribunal Supremo no resuelva el caso de su m¨¢ster.
Nada habr¨ªa que objetar al hecho de que el presidente S¨¢nchez quiera desenmascarar las argucias pol¨ªticas que sus adversarios han seguido contra ¨¦l, recurriendo m¨¢s a los climas de opini¨®n que a informaciones contrastadas. S¨ª, a que se valga de la Constituci¨®n para ello.
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