Nacionalistas y sociedad vasca
Euskadi ha transitado durante dos siglos acrisolando un resistente pluralismo pol¨ªtico y social, clave de su modernizaci¨®n
El nacionalismo vasco recicl¨® la munici¨®n identitaria y discursiva del foralismo tradicionalista para, sin dejar de defender los ancestrales privilegios conservados por sus ¨¦lites, construir un movimiento reivindicativo de corte popular y antiliberal, que encontr¨® en las heridas de las crisis decimon¨®nicas y las fracturas sociales de la revoluci¨®n industrial los materiales complementarios y la ventana de oportunidad para instalarse en la sociedad vasca como un actor pol¨ªtico con proyecci¨®n hegem¨®nica secular. Desde la revelaci¨®n fundacional sabiniana del d¨ªa de Pascua de 1882, ha pasado un siglo largo en el que el PNV ha logrado mantener el movimiento a flote. Ha sabido manejar el tim¨®n, conjugando, seg¨²n la coyuntura, sus dos almas (pragm¨¢tica o radical), pero sin romper, a pesar de que la violencia de la guerra civil y del franquismo, por un lado, y la de ETA, por el otro, estuvieran a punto de dar al traste con la hoja de ruta de su singladura hist¨®rica. Sin embargo, sus ¨¦xitos han sido mayores cuando ha hecho una interpretaci¨®n abierta e integradora de la sociedad vasca, cuando su alma pragm¨¢tica ha hecho del interclasismo, la transversalidad/dualidad identitaria y el pacto, hacia dentro y con los poderes del Estado, los pilares de una hegemon¨ªa asentada sobre la pol¨ªtica del acomodo, que no es otra que la del autogobierno, siempre con el horizonte de la plena reintegraci¨®n foral en su imaginario.
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La sociedad vasca, por su lado, ha transitado por su azarosa historia de dos siglos de guerras civiles, transformaci¨®n socioecon¨®mica, inestabilidad pol¨ªtica y azote terrorista acrisolando un resistente y arraigado pluralismo pol¨ªtico y social, que ha sido la clave de su modernizaci¨®n y el cultivo de una cultura del pacto y la transacci¨®n transversal en m¨²ltiples direcciones. En su seno conviven nacionalistas y no nacionalistas a partes casi iguales (45% versus 51%, seg¨²n los ¨²ltimos datos de nuestro Euskobar¨®metro), su identidad dual vasco/espa?ola es, claramente, predominante (65%) y con acentos distintos, su cota de satisfacci¨®n vital es envidiable (75%), como lo es su nivel de vida, lo que no impide que exprese un extendido grado de malestar con el funcionamiento de nuestras instituciones democr¨¢ticas (81%). Es verdad que, dentro de esa minor¨ªa que se siente nacionalista (45%), hay un consistente n¨²cleo que vive su identidad vasca de forma excluyente (28%) y que trata, por todos los medios, de imponer sus rituales y aparentar mayor¨ªa. Pero esta minor¨ªa con vocaci¨®n hegem¨®nica y homogeneizadora solo es mayoritaria en el seno de la izquierda abertzale (67%), mientras que no pasa de una cuarta parte del electorado del PNV (23%). De celebrarse ahora mismo un eventual refer¨¦ndum de independencia ser¨ªa para rechazarla por las dudas que genera y porque el nivel de satisfacci¨®n con el autogobierno alcanzado es alt¨ªsimo (81%) y el Estatuto de Gernika mantiene, 38 a?os despu¨¦s, el mismo nivel de apoyo obtenido en el refer¨¦ndum de 1979, pero, sobre todo, tras recuperar m¨¢s de 20 puntos en los ¨²ltimos cuatro a?os. Sin embargo, las demandas de la matizada insatisfacci¨®n nacionalista no desembocan, necesariamente, en cualquier tipo de ruptura o crisis soberanista. Por el contrario, la inmensa mayor¨ªa (84%) apuesta por el pragmatismo y la transacci¨®n, dej¨¢ndolo como est¨¢ si no es posible un mejor consenso (20%), negociando y completando las transferencias pendientes (36%) o reform¨¢ndolo para enriquecer el nivel actual de autogobierno (28%), pero lejos del rupturismo soberanista (9%), que solo encandila a un tercio de los votantes de la izquierda abertzale. Es obvio que el consenso y la transversalidad en la sociedad vasca no pasan por el soberanismo y, menos a¨²n, por la ruptura, como ha mostrado esta misma sociedad al tomar clara distancia respecto al proc¨¦s catal¨¢n.
La naci¨®n vasca podr¨¢ ser, pero, por el momento no es, la que se imaginan y tratan de imponer los nacionalistas
Por todo ello, no dejan de ser chocantes y disfuncionales las definiciones y propuestas de las dos familias nacionalistas en el seno de la Ponencia de Autogobierno del Parlamento Vasco. Bas¨¢ndose en la aritm¨¦tica parlamentaria y democr¨¢tica, se interpreta la mayor¨ªa electoral nacionalista (nunca superior al 47% del censo obtenido en 1986) como expresi¨®n de una indiscutible y homog¨¦nea ¡°voluntad nacional¡±. Un espejismo ideol¨®gico, a todas luces. Si la posici¨®n de la izquierda abertzale es n¨ªtida y coherente con sus antecedentes terroristas, no sucede lo mismo con la de un PNV. Su vieja aspiraci¨®n a la plena reintegraci¨®n foral ha convertido la sustancia del pacto foral medieval en el actual desarrollo soberanista de la foralidad (la ¡°naci¨®n foral¡±), como fuente de legitimaci¨®n de su estrategia de construcci¨®n nacional, con la que cortocircuitar la presi¨®n de la izquierda abertzale, por un lado, al tiempo que se les ofrece a los vascos ser, de facto y sin que lo parezca, ¡°espa?oles de primera¡±, a lo que es dif¨ªcil negarse, por otro. La naci¨®n vasca podr¨¢ ser, pero, por el momento no es, la que se imaginan y tratan de imponer los nacionalistas.
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