Nuestro progreso
Definitivamente, nuestro sue?o de progreso, la ¨ªntima convicci¨®n de que la historia, aunque con alguna morosidad o leve contratiempo, avanzaba hacia adelante, se ha hecho a?icos. Uno escucha at¨®nito las bravuconadas de quienes dirigen nuestros destinos, sus discursos tabernarios, con burlas despiadadas de las v¨ªctimas, con alientos c¨ªnicos a la violencia, pisoteando las verdades elementales, mezclando sin pudor mitos y realidades, sac¨¢ndose de la chistera patrias, razas y dioses, y siente un asco infinito, tan infinito como la impotencia. El conserje del instituto, en el que me acabo de jubilar tras 36 a?os como profesor, lo expresaba como nadie: estamos mal, muy mal, pero es que vamos a estar peor. Conrad hoy no tendr¨ªa que viajar al r¨ªo Congo para reflejar el horror. Bastar¨ªa con que encendiese el televisor de su sal¨®n. Kurtz sale a todas horas.
Juan Fern¨¢ndez S¨¢nchez. Madrid
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