Diez

Entre las muchas definiciones de ¡°democracia¡±, hay una que me gusta m¨¢s que otras: es el r¨¦gimen pol¨ªtico en el que la culpa de lo que pasa la tienen los ciudadanos. As¨ª se diferencia del populismo, para quien el ¡°pueblo¡± o la ¡°gente¡± (es decir, los ciudadanos triturados en un pasapur¨¦ adocenador) siempre son v¨ªctimas inocentes de las ¨¦lites extractivas, la burocracia europea, los inmigrantes asilvestrados, el heteropatriarcado o el nacionalismo de los dem¨¢s. Si esa definici¨®n es razonable, los dem¨®cratas deber¨ªamos renunciar al pasatiempo preferido de mis compatriotas (y m¨ªo tambi¨¦n a ratos, ay), o sea: despotricar. Desde el ¡°en este pa¨ªs¡± glosado por Larra, hasta el millar diario de nuestros ¡°es inadmisible¡±, ¡°es una verg¨¹enza¡±, ¡°hasta cu¨¢ndo vamos a seguir as¨ª¡±, etc¨¦tera, todo son formas truculentas de pereza. Dice una milonga que ¡°muchas veces la esperanza?/?son ganas de descansar¡±, pero eso se aplica tambi¨¦n a la desesperaci¨®n, salvo que vaya seguida de un suicidio autentificador.

El sucio aquelarre separatista de Catalu?a, por ejemplo, transcurre entre la gesticulante indignaci¨®n de unos, la indiferencia c¨®mplice de otros y el dontancredismo gubernamental para el que todo es ¡°asumible¡± salvo convocar elecciones. Pero el ¨²nico plan pol¨ªtico que conozco para ir a las ra¨ªces del mal son los diez puntos de la plataforma Espa?a Ciudadana. Ah¨ª est¨¢ la clave para recuperar la ciudadan¨ªa de los libres e iguales, o sea, el progresismo constitucional, no el revanchismo bermell¨®n. Pero inalcanzable para la sociedad espa?ola, desgraciadamente. No son los partidos de la oposici¨®n al rechazar los Presupuestos del Gobierno sobrevenido quienes obstaculizan apelar a la voluntad general, sino la nomenklatura que esconde las urnas con tanto celo como los golpistas las exhiben. ?Cu¨¢nto habr¨¢ que repetirlo? Con tesis o sin ella, ?elecciones ya!