La brecha

Peter Sloterdijk hablaba de la ¡°disposici¨®n a mirar con los ojos de los otros para aprender¡±, y no parece que ¨¦ste sea un criterio incorporado a la pol¨ªtica. Y tampoco se conoce el h¨¢bito de dejar trabajar la palabra del otro para tratar de entenderle mejor. Los problemas entran en bloqueo porque demasiado a menudo las consignas van por delante de los hechos y el mezquino inter¨¦s partidista de corto recorrido contamina cualquier ¨¦tica de la responsabilidad. Lo escrib¨ªa Alfredo Pastor en La Vanguardia: ¡°PP y Ciudadanos optan descaradamente por tratar una cuesti¨®n de Estado como si fuera parte de un programa electoral¡±.

La cuesti¨®n de Estado es, obviamente, el llamado problema catal¨¢n. Hace un a?o se vivieron los d¨ªas de m¨¢xima confrontaci¨®n. Ha habido tiempo de sobra para que el soberanismo entienda que la v¨ªa unilateral no es transitable, por simple evaluaci¨®n de fuerzas, y que las instituciones espa?olas asuman el error que fue la transferencia del conflicto a la justicia y abandonen la fantas¨ªa de la derrota y rendici¨®n incondicional del independentismo. Hay que entenderse.

El independentismo vive un desconcierto que lleva a situaciones que rozan la verg¨¹enza ajena. Hasta ahora la represi¨®n sufrida hab¨ªa conseguido mantener la unidad de un movimiento tan diverso en intereses, modales, culturas pol¨ªticas, composici¨®n social y posiciones ideol¨®gicas. El conflicto est¨¢ ya a cielo descubierto: los herederos de convergencia pelean por no perder el monopolio del nacionalismo y Esquerra Republicana ha visto la oportunidad de acabar con tan larga hegemon¨ªa. Y la fiebre ha subido tanto que Puigdemont no ha dudado en sacrificar la mayor¨ªa parlamentaria a sus intereses. En consecuencia, dos s¨ªmbolos de la revuelta han obtenido el rechazo de la c¨¢mara catalana: la reivindicaci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n y la reprobaci¨®n del Rey.

Lenta y traum¨¢ticamente el independentismo asume sus l¨ªmites. De Junqueras a Torra, unos est¨¢n ya virando hacia una carrera de fondo, otros siguen esperando una nueva descarga el¨¦ctrica, en forma de sentencia judicial, que vuelva a exaltar los ¨¢nimos. Y as¨ª se est¨¢ abriendo la brecha entre posibilismo e irredentismo que deber¨ªa dar paso a la v¨ªa pol¨ªtica. El presidente S¨¢nchez lo sabe, pero choca con la falta de autoridad que deriva de su precaria mayor¨ªa. Y PP y Ciudadanos siguen a su bola, porque su pugna partidaria es m¨¢s importante que afrontar con responsabilidad un conflicto que definir¨¢ el futuro del pa¨ªs. Apelar a la virtud de la prudencia tanto a la derecha espa?ola como a los jueces, puede parecer un brindis al sol. Pero la democracia espa?ola tiene la oportunidad de demostrar que dispone mecanismos democr¨¢ticos suficientes para encauzar un problema tan complejo e integrar al independentismo. Salvo que la derecha espa?ola, alentada por viejos roqueros convertidos en guardianes de las esencias, ya haya optado por instalarse en la ola autoritaria que recorre el mundo.