Un asunto sucio, un debate embarrado
S¨¢nchez sabe que si ¨¦l estuviera en la oposici¨®n, estar¨ªa clamando el fin del contrato por dignidad, una palabra que s¨®lo es gratis en la oposici¨®n
El poder es la rev¨¢lida adulta para un pol¨ªtico. O lo que S¨¢nchez ha denominado hoy, en la tribuna del Congreso, ¡°convertir los ideales en realidades¡±. En la oposici¨®n es f¨¢cil pedir la paz en el mundo, la globalizaci¨®n del amor, dignidad a tutipl¨¦n, rosas en lugar de proyectiles como en una perpetua revoluci¨®n a la portuguesa¡ Todo pol¨ªtico que alcanza el poder ha pasado por ah¨ª, y a Pedro S¨¢nchez le tocaba hoy mirarse al espejo y decirse, no sin alg¨²n desgarro, ¡°a favor de los contratos con Arabia Saud¨ª¡±. El hombre cuyo Twitter era un manual de flower power ha tenido que defender la venta sucia de bombas, porque, al convertir los ideales en realidades, aqu¨ª toca cargar con las relaciones estrat¨¦gicas y miles de empleos en peligro en C¨¢diz, donde el paro pasa del 30% y a corto plazo no hay alternativa. Realpolitik.
Para el ideal kennedyano de S¨¢nchez, la sesi¨®n era un trago. "?D¨®nde est¨¢ el grito de no a la guerra?" le espet¨® Tard¨¤, donde duele. Claro que Tard¨¤ tambi¨¦n ha dicho ¡°si Casado pudiera, nos fusilar¨ªa¡±, desacreditando su intervenci¨®n. Pero efectivamente S¨¢nchez sabe que si ¨¦l estuviera en la oposici¨®n, estar¨ªa clamando No a la guerra y el fin del contrato por dignidad, una palabra que solo es gratis en la oposici¨®n. Pero est¨¢ en el poder. Y no se puede ejercer el poder, como dec¨ªa Disraeli, solo con medidas populares. As¨ª que S¨¢nchez ha dicho que ¡°la pol¨ªtica es el arte de conciliar intereses en conflicto¡± para asumir "tengo que estar en la defensa de los intereses de Espa?a (...) y a todos ustedes les pido altura de miras para compartir esta visi¨®n". Mucho pedir. En todo caso a¨²n tiene margen para reclamar justicia para Khashoggi, porque la propuesta de Alemania no est¨¢ exenta de contradicciones; y el liderazgo turco parece una mala broma considerando que se trata de un r¨¦gimen nauseabundo convertido en la mayor c¨¢rcel de periodistas con China, por delante de Rusia o Marruecos.
S¨¢nchez hoy ha visto a distancia a sus socios de moci¨®n, que le reprochan no estar a la altura de lo que Iglesias ha llamado ¡°el esp¨ªritu de la moci¨®n¡±. La izquierda ha ejercido de izquierda en la oposici¨®n rumbosamente. Y ah¨ª Pablo Iglesias, eso ya lo saben en el PSOE, es un socio inc¨®modo. En Podemos, hasta que rematen el ideal leninista del poder, disfrutan del ideal antisistema seg¨²n el cual en el poder siempre hay alguien que ha vendido el alma al diablo, al modo de Goethe. Pero las proclamas de su l¨ªder hoy sobre la ilegalidad de la venta, como la negaci¨®n del dilema inmediato en los astilleros, son poco consistentes y m¨¢s bien c¨ªnicas. Y aunque ironizara sobre la insistencia de la derecha en sacarle Venezuela, hoy, a prop¨®sito de pol¨ªtica exterior y derechos humanos, era pertinente. ?O solo cabe evocar la innoble foto de las Azores, no a Maduro? Las contradicciones no se limitan al presidente en las geometr¨ªas parlamentarias.
Rivera y Casado han abordado el debate desde planteamientos electoralistas, poco interesados en el dilema saud¨ª. Con viento a favor, Rivera ha hurgado en la herida de las contradicciones por la alianza de S¨¢nchez con nacionalistas, populistas y nacionalpopulistas, en lugar de hacer pactos mucho m¨¢s europeos ¨Cbandera hoy enarbolada por S¨¢nchez¨C con liberales y democristianos. Esta semana, de hecho, Iglesias ha vuelto a demostrar que su lenguaje, sobre cuya importancia hoy ha querido dar una lecci¨®n al presidente, le sit¨²a con los secesionistas hablando de presos pol¨ªticos y exiliados. Y ah¨ª Rivera, menos tosco que Casado, que lleg¨® a acusar ignominiosamente al presidente de ¡°part¨ªcipe y responsable de un golpe de Estado que se est¨¢ perpetrando en Espa?a¡± en su espiral de ruido, ha sabido llevarlo a un frente inc¨®modo, por m¨¢s que Lastra le espetara ¡°el constitucionalismo somos nosotros¡±.
La respuesta de S¨¢nchez a Rivera parec¨ªa simple: no puede pactar con Ciudadanos, como con el PP, porque lo consideran un okupa ileg¨ªtimo en La Moncloa, deslegitimando as¨ª la propia Constituci¨®n, y lo bloquean en las Cortes. En todo caso, hoy Pablo Casado, muy c¨®modo en este debate sin que los contratos firmados con Arabia le provoquen el menor dolor de cabeza ¨Cven¨ªa de recibir la bendici¨®n de Aznar como padrino¨C ha hecho una pieza de pol¨ªtica general con momentos de esgrima brillante. Parece estar, eso s¨ª, a tiempo completo en campa?a electoral. En la r¨¦plica S¨¢nchez les administr¨® su medicina y los situ¨®, a ¨¦l y a Rivera, en el juego de Vox.
El presidente, a pesar de todo, sab¨ªa que todo aquello eran fuegos de artificio porque all¨ª lo que se abordaba es una decisi¨®n pol¨ªtica que le enfrenta a sus fundamentos ideol¨®gicos: la venta de material militar a Arabia Saud¨ª. Y quiz¨¢ haya recordado sus lecturas de Chomsky cuando este advert¨ªa que solo se puede usar el poder siempre sabiamente al servicio del bien contra el mal en los cuentos infantiles, las leyendas populares y las revistas intelectuales; pero que el mundo real ense?a lecciones distintas. Por eso S¨¢nchez ha apelado hoy a la pol¨ªtica adulta y la visi¨®n de Estado. No ha encontrado, claro est¨¢, mucha complicidad. Y a medida que avanzaba el debate su llamamiento a la ¡°altura de miras¡± parec¨ªa deslizarse a la?hartura de miras.
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