Rectificar es denunciar
El cambio en el C¨®digo Penal ha de servir para evitar la impunidad de los abusadores
Pese a las recomendaciones del propio papa Francisco y la exigencia de las v¨ªctimas que se han atrevido a denunciar los abusos que sufrieron, la respuesta de la Iglesia cat¨®lica en Espa?a est¨¢ lejos de ser aceptable. La gravedad del asunto hac¨ªa inevitable que este fuera uno de los temas a tratar en la reuni¨®n que ayer mantuvieron la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, y el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin. Despu¨¦s de encubrir y ocultar durante a?os los casos que denunciaban las familias de los ni?os o las propias v¨ªctimas siendo ya adultas, no le ha quedado m¨¢s remedio que reaccionar, pero lo ha hecho de manera defensiva, sin mostrar una clara conciencia de la gravedad del da?o causado, ni voluntad cre¨ªble de enmienda. El Vaticano lo sabe, y por eso no ha dejado de se?alar que la Iglesia espa?ola podr¨ªa hacer mucho m¨¢s para hacer justicia a las v¨ªctimas y prevenir nuevos casos.
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La respuesta se ha limitado a crear una comisi¨®n para estudiar el problema cuya composici¨®n ha humillado de nuevo a las v¨ªctimas, pues est¨¢ integrada ¨²nicamente por miembros de la Iglesia, algunos de los cuales han tenido un destacado protagonismo en el encubrimiento de los abusos. La ausencia de expertos psiqui¨¢tricos, seglares, mujeres y representantes de las propias v¨ªctimas indica que esta comisi¨®n es una mera cortina de humo para salir del paso. Sin un compromiso claro acompa?ado de hechos para destapar y aclarar los casos del pasado no es f¨¢cil creer que haya una voluntad sincera de erradicar el problema.
En este contexto, es una novedad importante el anuncio de que el Gobierno instar¨¢ a la modificaci¨®n del C¨®digo Penal para que los delitos de abusos a menores no prescriban. Es cierto que los actuales plazos de prescripci¨®n act¨²an como un elemento de impunidad. En estos momentos el delito de abusos a menores prescribe entre 5 y 15 a?os despu¨¦s de que la v¨ªctima haya alcanzado la mayor¨ªa de edad, lo que limita a los 33 a?os el tope para que una eventual denuncia tenga consecuencias penales. Como se ha visto en los escalofriantes testimonios publicados por este diario, los abusos sexuales a menores dejan secuelas indelebles de por vida y act¨²an de tal manera sobre la autoestima y la capacidad de respuesta de la v¨ªctima que en la mayor¨ªa de los casos no se atreven a denunciar hasta que han pasado muchos a?os. El delito prescribe mucho antes que el miedo y el bloqueo psicol¨®gico de las v¨ªctimas, y de eso se han beneficiado hasta ahora los abusadores. El cambio en el C¨®digo Penal ha de servir para evitar esa impunidad, aunque no deber¨ªa llegar necesariamente hasta la no prescripci¨®n. En cualquier caso, ello no exime a la Iglesia de la obligaci¨®n ineludible de poner en conocimiento de los tribunales los casos de los que haya tenido o tenga noticia.
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