DOS MILAGROS, VIRGENCITA. La discreta virgen de la Rinconera tiene estos d¨ªas trabajo. Sola, ah¨ª, digna en su impoluta vitrina, tenaz ante sana liberaci¨®n de las costumbres que pululan por el Madrid de los Austrias, la Dolorosa a¨²n puede echarnos una mano. Si no le desconcentra el inc¨®modo ruido de la bajante, sus plegarias podr¨ªan escucharse lo suficientemente alto como para evitar dos cat¨¢strofes. Una es t¨¦cnica. La otra, moral, metaf¨ªsica: clama al cielo, para que nos entienda. Vamos a necesitar dos milagros. El primero, no sucumbir ante el arreglo de Madrid Central, virgencita. Rezamos para que no nos desespere la impaciencia del atasco ni nos desv¨ªen de la senda los radares. El otro, que ah¨ª, enfrente de donde usted se encuentra, en ese v¨¦rtice entre la plaza de Ramales y la calle de Vergara, no trasladen a la momia de Franco y acabe armando un terremoto en La Almudena. Usted que ha sido testigo de tanto escarnio, api¨¢dese. Usted que se conserva ah¨ª, tan lozana tras el brillo desconcertante del cristal, perfumada de flores, con el entrecejo sufriente y su manto bordado, gu¨¢rdenos en sus oraciones. Le quitamos la ca?er¨ªa, le acicalamos los lamparones de la fachada. Por la dignidad colectiva de sus hijos, ruegue por nosotros.RAUL CANCIO |TEXTO: JES?S R. MANTILLAPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIORA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIOPlaza de Ramales y alrededores.Plaza de Ramales y alrededores.RA?L CANCIO
