El ¡®mea culpa¡¯ de Facebook
El Ej¨¦rcito de Myanmar utiliz¨® Facebook para expandir una campa?a contra la minor¨ªa rohingya
Un informe de la ONG Business for Social Responsibility (BSR) concluye que Facebook jug¨® un papel determinante en la persecuci¨®n de la minor¨ªa rohingya en Myanmar y que sus responsables no hicieron lo suficiente para evitar la propagaci¨®n de las falsedades y mensajes de odio que alimentaron lo que la ONU ha calificado como un ¡°ejemplo de manual de limpieza ¨¦tnica¡±.
Siempre inc¨®modos para la mayor¨ªa budista, su pesadilla comenz¨® el 25 de agosto de 2017, cuando se inici¨® una ofensiva contra ellos en la que tuvo un papel muy destacado, seg¨²n BSR, la divisi¨®n de propaganda del Ej¨¦rcito birmano. A trav¨¦s de diferentes cuentas de Facebook lanz¨® una campa?a de bulos y falsedades sobre los rohingyas que prendi¨® r¨¢pidamente y provoc¨® una ola de intimidaciones, agresiones, casas abrasadas y asesinatos que los obligaron a emprender el ¨¦xodo hacia Banglad¨¦s. All¨ª permanecen a¨²n 720.000 desplazados, en el mayor campo de refugiados del mundo.
En casi todos los genocidios ha habido este tipo de campa?as. En las matanzas de Ruanda de 1994 fue la radio la que tuvo un papel central en la difusi¨®n de un clima de odio que acab¨® en un ba?o de sangre. Ahora tenemos un nuevo ecosistema medi¨¢tico en el que las redes juegan un papel central y debemos reflexionar sobre el potencial que est¨¢n demostrando para la difusi¨®n de falsedades y alimentar la fractura y la divisi¨®n social. Lo vimos en la campa?a de Trump en EE?UU y acabamos de verlo de nuevo en la de Bolsonaro en Brasil. El problema es que la mentira viaja m¨¢s lejos y con mayor facilidad que el desmentido.
No se trata de demonizar una tecnolog¨ªa que tanta utilidad tiene y tantos beneficios sociales aporta, pero algo debemos hacer para evitar que sea utilizada como lo hizo el Ej¨¦rcito de Myanmar. Los responsables de Facebook han reconocido que hubieran podido hacer m¨¢s para evitarlo y se comprometen a que no se repita. Pero no es seguro que el problema se resuelva con la autorregulaci¨®n. Si la l¨®gica de los algoritmos es aumentar la audiencia para optimizar los ingresos por publicidad, no podemos extra?arnos de que crezca la polarizaci¨®n, pues los mensajes primarios, de odio, que alimentan la confrontaci¨®n son los que mejor sirven a ese prop¨®sito. Tal como son utilizadas, las redes sociales no producen una mejor democracia sino una democracia m¨¢s polarizada.
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