Lo imposible
Las cosas son como son, pero deben ser como queremos que sean
Ya sabr¨¢n lo de ese holand¨¦s de 69 a?os que ha acudido a los tribunales pidiendo que le quiten veinte, porque tiene la forma f¨ªsica m¨¦dicamente acreditada y los apetitos voraces que corresponden a los 45. ?Por qu¨¦ resignarse a una edad que no siente como suya y que enunciada tal como suena dificulta sus posibilidades en las redes de ligues? ?Por qu¨¦ el calendario tiene derecho a imponerle una tiran¨ªa letal sin escuchar su voz de protesta? Despu¨¦s de todo, se trata de una convenci¨®n como cualquier otra, decretada por el Poder de manera indiscriminada, sin respeto a la voluntad de sus v¨ªctimas. Lo mismo, digo yo, que el caso opuesto: no faltar¨¢ quien a los 30 a?os se sienta octogenario y exija disfrutar de los beneficios de la edad provecta, como son el merecido descanso, una buena pensi¨®n y descuentos en los viajes o espect¨¢culos. No lo tomemos a broma: si a pesar de la atrabiliaria dictadura del dimorfismo sexual hoy sabemos que cada cual tiene el g¨¦nero que le dicta su ¨ªntimo sentir y no la falaz apariencia de sus genitales, de igual modo podemos tener la edad que prefiramos en vez de la que nos impone nuestra fe de bautismo. Adem¨¢s, ya no hay fe de bautismo ¡ªseg¨²n creo¡ª, as¨ª que m¨¢s a mi favor...
Las cosas son como son, pero deben ser como queremos que sean. La aut¨¦ntica rebeli¨®n es contra la necesidad y a favor de lo imposible: contra el cuerpo, contra la muerte, contra la p¨¦rdida de lo m¨¢s querido. Lo dem¨¢s es pedir que nos suban el sueldo. El holand¨¦s errado pretexta motivos triviales, pero Lev Shestov en su admirable Atenas y Jerusal¨¦n (editorial Hermida) alz¨® la demanda contra lo veros¨ªmil a vertiginosa metaf¨ªsica...
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