Theresa May, tras los pasos de Enrique VIII
La mezcla que era Londres ha vuelto a ser de aceite y agua a partir del refer¨¦ndum del Brexit. La cuesti¨®n enfrenta al pa¨ªs en m¨²ltiples zonas de divisi¨®n
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Presenciar un concierto en el Royal Albert Hall de Londres es pisar la zona cero del Brexit, con miles de ingleses agitando banderines al un¨ªsono, enfundados en sombreritos con la ense?a brit¨¢nica y entonando Rule Britannia al ritmo de la Royal Philharmonic Orchestra, desacomplejada banda que sabe que va a recabar m¨¢s v¨ªtores cuanto m¨¢s patri¨®ticas resuenen sus piezas, y no cuanto mejor entonen sus tenores. El fervor patri¨®tico estalla entre ese p¨²blico masivo de blancos de edad avanzada, y la risa irrumpe cuando el director bromea sobre Europa. El votante pro-Brexit est¨¢ ah¨ª, en plena condensaci¨®n, y la estela de sus banderines agitados solo se va difuminando al salir de ese gran coliseo londinense, lo m¨¢s parecido a una plaza de toros, y empezar a mezclarse con brit¨¢nicos de origen asi¨¢tico, africano y minor¨ªas visibles en los servicios de basura, conducci¨®n, comercio y todas las profesiones que ya no suelen ejercer los blancos.
Londres es mezcla, como Reino Unido, pero esa mezcla ha vuelto a ser de aceite y agua, a recuperar los colores de la diferencia y la trazabilidad de los or¨ªgenes, etnias, edades y zonas, a partir del refer¨¦ndum del Brexit. Las encuestas muestran c¨®mo la cuesti¨®n ha cuarteado el pa¨ªs en m¨²ltiples zonas de divisi¨®n: los hombres son m¨¢s pro-Brexit que las mujeres; los blancos, que los no blancos; los j¨®venes son espectacularmente m¨¢s proeuropeos (73%) que los mayores de 65 (38%); los escoceses, m¨¢s que el resto, y los laboristas y liberales, mucho m¨¢s que los conservadores. Los equilibrios del desequilibrio ni siquiera se mantienen estos d¨ªas, pues hoy mismo el 46% votar¨ªa a favor de permanecer en la UE frente al 40% que seguir¨ªa deseando irse si hubiera un segundo refer¨¦ndum.
Theresa May y la mayor¨ªa conservadora, sin embargo, mantienen su voluntad de llevar a t¨¦rmino el Brexit sin plantearse un segundo refer¨¦ndum. A pesar de las p¨¦rdidas econ¨®micas que va a suponer el Brexit, como reconoci¨® ayer el Gobierno; a pesar de esa mayor¨ªa que hoy ser¨ªa diferente en un segundo refer¨¦ndum; a pesar de las exiguas ventajas del acuerdo alcanzado con la UE y de su probable derrota en el Parlamento. Si Enrique VIII rompi¨® con la mism¨ªsima Roma por un qu¨ªtame all¨ª ese divorcio, el Brexit es al fin y al cabo, para esos ancianos blancos que agitan banderas ajenos al devenir del mundo, peccata minuta.
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