Di¨¢logo en Buenos Aires
El G20 es un mecanismo necesario de cooperaci¨®n internacional y la opini¨®n p¨²blica espera resultados de calado
M¨¢s all¨¢ de los resultados concretos, la mera celebraci¨®n en Buenos Aires de una reuni¨®n con 19 de los pa¨ªses industrializados y en desarrollo m¨¢s importantes del mundo m¨¢s la Uni¨®n Europea, la conocida como cumbre del G20, deber¨ªa haber sido una buena noticia en s¨ª misma. Sin embargo, la opini¨®n p¨²blica mundial espera mucho m¨¢s de un modelo de reuni¨®n en el que los principales l¨ªderes tienen la oportunidad de discutir personalmente sobre los mayores problemas que afectan al planeta.
El documento final, logrado tras un gran esfuerzo negociador del anfitri¨®n, resulta m¨¢s ret¨®rico que real. Los cuatro folios que lo conforman subrayan una declaraci¨®n de intenciones respecto a la irreversibilidad de la lucha contra el cambio clim¨¢tico ¡ªaunque cuenta con la oposici¨®n de la Administraci¨®n estadounidense presidida por Donald Trump¡ª, pero evitan las cuestiones m¨¢s urgentes de la actualidad internacional, como el conflicto entre Rusia y Ucrania o la guerra en Yemen con la intervenci¨®n de Arabia Saud¨ª. Hay apenas referencias a un problema global y con varios escenarios de urgencia como es la crisis migratoria, y se a?aden algunas obviedades como la necesidad de que se mejore la educaci¨®n de las ni?as en los pa¨ªses m¨¢s pobres.
Los l¨ªderes mundiales habr¨ªan de ser conscientes de que la cumbre ¡ªque levant¨® una gran expectaci¨®n en su primera edici¨®n hace 10 a?os en Washington, cuando comenzaba la crisis financiera¡ª ha perdido cada vez m¨¢s fuelle y legitimidad ante la ciudadan¨ªa, que lo ve con absoluta indiferencia. El G20 deber¨ªa ser capaz de transmitir, al menos, la imagen de seguridad en el rumbo que seguir respecto a temas trascendentales para el planeta y en la sensaci¨®n de que existe una voluntad de gobernanza global.
Desafortunadamente, en los ¨²ltimos a?os ha crecido el n¨²mero de pa¨ªses ¡ªencabezados por Estados Unidos¡ª que rechazan y desprecian el multilateralismo y la cooperaci¨®n internacional como forma de entender las relaciones internacionales. Por ello no se deber¨ªa perder de vista el verdadero calado pol¨ªtico, econ¨®mico y social que tiene el que los m¨¢ximos responsables de naciones de los cinco continentes ¡ªjunto con el representante del experimento m¨¢s exitoso de integraci¨®n pac¨ªfica como es la Uni¨®n Europea¡ª crucen el mundo y dediquen dos jornadas a hablar de los asuntos que afectan al presente y futuro planeta.
No se trata ¨²nicamente de lo que queda reflejado en la declaraci¨®n final de cada reuni¨®n de este tipo, sino de lo que sucede en todo el proceso que lleva hasta ese texto y de las conversaciones bilaterales que se producen, adem¨¢s, durante el encuentro. En otras palabras, aunque la tecnolog¨ªa permita la comunicaci¨®n instant¨¢nea a distancia ¡ªy a veces tambi¨¦n sirva para crear malentendidos¡ª todav¨ªa el cara a cara resulta fundamental en la pol¨ªtica internacional. Los gestos, los saludos y las complicidades que se construyen constituyen un s¨®lido apoyo a estrategias diplom¨¢ticas meditadas en los despachos. Ser¨ªa por tanto un error juzgar al G20 ¨²nicamente por sus resultados evidentes a corto plazo, pero al mismo tiempo es necesario evitar entrar en una rutina donde esta reuni¨®n pase a ser una cumbre m¨¢s donde sean m¨¢s importantes las an¨¦cdotas que las cuestiones de fondo.
En un mundo cambiante con una rapidez jam¨¢s antes vista, el G20 es un foro ¨²nico en unos momentos en los que es m¨¢s importante que nunca no solo el di¨¢logo multilateral, sino la proposici¨®n y adopci¨®n de medidas concretas. Para eso sirve el G20 y no debe perder su esencia.
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