La cara china de la Luna
Una especie de renacimiento de la exploraci¨®n lunar se est¨¢ cociendo en las seis agencias espaciales del mundo
La segunda persona que se dio cuenta de que la Luna no era un disco de luz colgado del cielo para solaz de los amantes, sino un mundo tridimensional como el nuestro, fue seguramente Johannes Kepler. La primera hab¨ªa sido Cop¨¦rnico, que eligi¨® morir antes de comprobar las insondables consecuencias de su propia teor¨ªa helioc¨¦ntrica. Kepler estaba hecho de otra pasta. En 1609 se ganaba la vida como asesor matem¨¢tico del emperador Rodolfo, que una noche le pregunt¨®: ¡°?Qu¨¦ significan esas manchas oscuras que se ven en la superficie de la Luna?¡±. La pregunta era muy buena, qu¨¦ duda cabe, y un matem¨¢tico imperial jam¨¢s debe confesar su ignorancia, as¨ª que Kepler respondi¨® de inmediato: ¡°Esas manchas, se?or, son seguramente las sombras que proyectan las monta?as lunares¡±. No lo son.
Pero los cient¨ªficos saben que hay dos tipos de errores muy distintos: f¨¦rtiles y est¨¦riles. La inmensa mayor¨ªa de los errores, en la ciencia y fuera de ella, son del segundo tipo, pero el de Kepler era del primero. Un error f¨¦rtil que le condujo a escribir Somnium (El sue?o), la primera novela de ciencia ficci¨®n de la historia, donde Duracotus (el propio Kepler) y su madre (su propia madre) viajan a la Luna para conocer a sus habitantes. La Luna, seg¨²n averiguan all¨ª, est¨¢ dividida en dos hemisferios: Subvolva, desde el que siempre se ve la Tierra, y Privolva, desde el que nunca se ve. Como sab¨ªa Kepler, Subvolva es la orientaci¨®n que siempre nos muestra la Luna, y Privolva es su lado oculto. El gran misterio que nos esconde nuestro cuerpo celeste m¨¢s cercano.
En realidad no hay nada raro en que la Luna haga eso. La rotaci¨®n de la Tierra sobre su eje (cada d¨ªa) y su giro alrededor del Sol (cada a?o) no se deben nada el uno al otro. Pero la Luna est¨¢ muy cerca de nosotros, y funciona como la mayor¨ªa de los sat¨¦lites que conocemos. Su d¨ªa (periodo de rotaci¨®n sobre su eje) est¨¢ acoplado gravitatoriamente a su a?o (periodo de rotaci¨®n alrededor de la Tierra). Ambos miden lo mismo, por lo que la Luna siempre nos muestra la misma cara. Y siempre nos oculta la otra.
Pero ojo: cara oculta no significa cara oscura, un error que Pink Floyd contribuy¨® a propagar. Cualquier punto de la Luna recibe la luz solar durante dos semanas (de las nuestras), y se pasa a oscuras las otras dos. Lo que nosotros no podemos ver puede ser iluminador para los observadores que est¨¦n al otro lado.
En los primeros d¨ªas del a?o pr¨®ximo, o sea, dentro de tres semanas, la nave china Chang-4 ser¨¢ el primer artefacto humano que se pose en la cara oculta de la Luna. Es el ejemplo m¨¢s destacado de una especie de renacimiento de la exploraci¨®n lunar que se est¨¢ cociendo en las seis agencias espaciales de todo el mundo (China, Europa, India, Jap¨®n, Estados Unidos y Rusia). Hace casi medio siglo que las misiones Apollo pusieron a Neil Armstrong en la superficie de nuestro sat¨¦lite. Pero esta vez nadie parece dispuesto al riesgo ni al coste de enviar all¨ª seres humanos. Los robots ya est¨¢n listos para trabajar por nosotros.
Volver a la Luna tiene sentido. Las muestras que trajeron de vuelta las misiones Apollo han supuesto un tesoro cient¨ªfico para entender el origen del sistema solar y los principios generales de la formaci¨®n de planetas. El lado oscuro de la Luna dar¨¢ un nuevo tir¨®n al conocimiento. ?Ay, si Kepler levantara la cabeza!
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