Las voces de la ira
Hay una explicaci¨®n psicopatol¨®gica para la irrupci¨®n de la extrema derecha en Andaluc¨ªa: un nicho de votantes optan por aquello que consideran que mejor expresa su c¨®lera contra el poder establecido
?Desde la elecci¨®n de Trump y el triunfo del Brexit hasta la irrupci¨®n de Vox en las elecciones andaluzas, da la impresi¨®n de que la gente est¨¢ votando contra las encuestas. Lo que convierte a la pol¨ªtica en algo tan inquietante es el hecho de que sea imprevisible cu¨¢l ser¨¢ la pr¨®xima sorpresa que la ciudadan¨ªa est¨¢ preparando a sus pol¨ªticos. Nadie sabe con seguridad c¨®mo funciona esa relaci¨®n entre ciudadanos y pol¨ªticos, que se ha convertido en una aut¨¦ntica caja negra de la democracia. Las regularidades de la democracia representativa tal y como la conocemos parecen haberse roto cuando partidos, sindicatos y medios de comunicaci¨®n han perdido buena parte de su autoridad, en un proceso general de desintermediaci¨®n que tiene muchos efectos democratizadores, pero que tambi¨¦n deja a las personas en una situaci¨®n de mayor vulnerabilidad. Hace muy poco celebr¨¢bamos las posibilidades democratizadoras de las redes sociales y ahora nos damos cuenta de que este nuevo contexto nos convierte en individuos m¨¢s desprotegidos, tanto desde el punto de vista de lo que pensamos como de lo que sentimos. Estamos sobrecargados por un flujo de opiniones que apenas podemos procesar y asediados por corrientes emocionales desatadas.
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Toda esta incertidumbre plantea al menos tres desaf¨ªos a quienes se ocupan de la interpretaci¨®n de los asuntos pol¨ªticos: una reflexi¨®n acerca de la metodolog¨ªa de las encuestas que infravaloran las posibilidades de ¨¦xito de candidatos que rompen las reglas m¨¢s elementales de la competici¨®n electoral; pensar si no estamos subestimando la fortaleza de lo que aborrecemos y la necesidad nuevos conceptos para entender las transformaciones de la democracia contempor¨¢nea.
En el caso concreto de la irrupci¨®n de la extrema derecha en el Parlamento de Andaluc¨ªa las primeras explicaciones, como suele ocurrir, han sido m¨¢s bien interesadas y decepcionantes. Una sorpresa de tal envergadura no puede explicarse por una sola causa. En esta sociedad todos llev¨¢bamos dentro un entrenador de f¨²tbol y ahora, adem¨¢s, un polit¨®logo. En vez de poner en juego una diversidad de factores que nos aclare las causas de lo sucedido, en lugar de situar a cada uno (partidos, medios, electores, abstencionistas¡ ) delante de su responsabilidad, todo se ha resuelto en la b¨²squeda de un solo culpable, un ¨²nico factor que, casualmente, es el que mejor encaja en la particular batalla que libramos cada uno y que tambi¨¦n nos exculpa de cualquier responsabilidad. La obsesi¨®n t¨¢ctica incapacita para hacer buenos diagn¨®sticos.
Tenemos que explicar un movimiento pol¨ªtico por motivos desprovistos de toda l¨®gica pol¨ªtica
Por supuesto que la invasiva presencia del conflicto catal¨¢n en la campa?a es uno de los factores explicativos, pero me resisto dar la raz¨®n a quienes culpan del desastre a lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a, algo tan simple como afirmar lo contrario y asegurar que es la hipernacionalizaci¨®n de las derechas lo que habr¨ªa regalado esos esca?os a Vox. Seguramente lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a habr¨ªa tenido menos efecto en las elecciones si los partidos hubieran hablado de los problemas que inciden directamente en la vida de los andaluces. Aqu¨ª ha habido m¨¢s gente haci¨¦ndoles la campa?a de los que estar¨ªan dispuestos a reconocerlo.
Sugiero una explicaci¨®n que no he encontrado hasta el momento y que sin dar cuenta de todo deber¨ªa al menos ser tomada en consideraci¨®n, una explicaci¨®n m¨¢s psicopatol¨®gica que ideol¨®gica. A veces hay que fijarse menos en lo que dicen los actores pol¨ªticos y atender m¨¢s a lo que ponen de manifiesto. Recomiendo que no les demos a las nuevas derechas una explicaci¨®n demasiado intelectual o estrat¨¦gica y confiemos m¨¢s en los resortes emocionales elementales a los que obedecen y que manejan con habilidad. Mi idea es que hay un nicho de votantes relativamente numeroso ¡ªy que aumenta en tiempos de incertidumbre, cuando el miedo o el simple desconcierto nos convierte en sujetos impredecibles¡ª formado por quienes est¨¢n especialmente irritados (que no coinciden necesariamente con eso que se ha dado en llamar ¡°los perdedores de la globalizaci¨®n¡±) y que en cada elecci¨®n optan por aquello que consideran que mejor expresa su c¨®lera contra el poder establecido.
Es evidente que en Andaluc¨ªa no hay 400.000 fascistas, sino ese n¨²mero de personas que han votado al partido que creen representa mejor su hartazgo, aunque no ofrezca ninguna soluci¨®n a los problemas que pueden estar en el origen de esa ira. Esos votantes conocen el programa de la opci¨®n que han elegido todav¨ªa menos que los votantes de otros partidos. Su indignaci¨®n se satisface votando a quienes sienten que representan mejor la ant¨ªtesis de lo que detestan. Responde m¨¢s al rechazo que a la identificaci¨®n. Este tipo de comportamiento es un caso extremo de la desproporci¨®n que existe en las democracias contempor¨¢neas entre el gran poder de movilizaci¨®n negativa y el escaso poder de movilizaci¨®n constructiva, de ese votar en contra, en vez de a favor de algo, que caracteriza la actitud antipol¨ªtica de muchos de nuestros conciudadanos.
o hay m¨¢s soluci¨®n que trabajo argumentativo, visi¨®n estrat¨¦gica, acuerdos y compromiso ciudadano
La paradoja consiste en que tenemos que explicar un movimiento pol¨ªtico por motivos que est¨¢n desprovistos de toda l¨®gica pol¨ªtica. Este comportamiento electoral es, en mi opini¨®n, la expresi¨®n m¨¢s desinhibida de la antipol¨ªtica. Pone de manifiesto que el antagonismo entre la pol¨ªtica y la antipol¨ªtica es m¨¢s fuerte que el de derecha e izquierda. Actitudes antipol¨ªticas las hay, por cierto, en todo el arco ideol¨®gico, aunque en la extrema derecha se concentren especialmente. Hay despolitizaci¨®n tecnocr¨¢tica y tambi¨¦n de car¨¢cter populista. Es la degradaci¨®n de nuestra vida pol¨ªtica lo que ha alimentado este monstruo.
La pol¨ªtica se nos ha convertido en una centrifugadora que polariza y simplifica el antagonismo. Cuanta menos calidad tiene la vida pol¨ªtica, m¨¢s vulnerables somos al poder de los m¨¢s brutos, mayor es el espacio que dejamos a los provocadores. ?Por qu¨¦ nos extra?a su ¨¦xito si llevamos tanto tiempo dando a entender que los enfadados siempre tienen raz¨®n y que la ira merece m¨¢s atenci¨®n que el argumento? ?C¨®mo es posible que quienes han contribuido a convertir la pol¨ªtica en un espect¨¢culo intenten convencernos ahora de que son la soluci¨®n?
Esto que acaba de pasar es la excrecencia de un problema producido por todos los que tenemos alguna responsabilidad (aunque sea en diferente medida) en la conformaci¨®n de la cultura pol¨ªtica y la opini¨®n p¨²blica. Si cabe hablar en funci¨®n de la soluci¨®n, esta no ser¨¢ inmediata ni nos la va a proporcionar un cord¨®n sanitario, ni el frente com¨²n, ni la enf¨¢tica ret¨®rica antifascista, que solo sirven para impedir los buenos diagn¨®sticos y bloquear la reflexi¨®n acerca de la propia incapacidad. No hay m¨¢s soluci¨®n que la pol¨ªtica, es decir, el trabajo argumentativo, la visi¨®n estrat¨¦gica, an¨¢lisis m¨¢s sofisticados, b¨²squeda de acuerdos, capacidad de resolver los conflictos, vigilancia y compromiso ciudadano.
Daniel Innerarity es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Pol¨ªtica e Investigador "Ikerbasque" en la Universidad del Pa¨ªs Vasco. Acaba de publicar Pol¨ªtica para perplejos (Galaxia) y Comprender la democracia (Gedisa). @daniInnerarity
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