Jugando con las armas
Ning¨²n Gobierno democr¨¢tico se ha dedicado a impulsar un debate sobre cu¨¢l es el papel de los ej¨¦rcitos y qu¨¦ recursos hay que dedicar a su modernizaci¨®n y mantenimiento
Si finalmente se acepta que el desembolso en armamento que acaba de aprobar el Consejo de Ministros en su ¨²ltima reuni¨®n es ¡°gasto social¡±, entonces ya no puede haber duda de que pulpo vale como animal de compa?¨ªa. Muy atarugadas tienen que estar las mentes pensantes del Ministerio de Defensa para acabar recurriendo a un argumento tan insostenible ¡ªsi se acepta su car¨¢cter social por el mero hecho de generar empleo, habr¨ªa que decir lo mismo de la prostituci¨®n o el narcotr¨¢fico¡ª, tratando de justificar los m¨¢s de 12.000 millones de euros (los 7.331 de ahora se suman a los 5.369 de hace meses) que el actual Gobierno ha aprobado en menos de un a?o para la adquisici¨®n de material de defensa.
Es cierto que las Fuerzas Armadas est¨¢n en una situaci¨®n tan cr¨ªtica que su operatividad genera crecientes dudas (con excepci¨®n de los contingentes desplegados en el exterior). Tambi¨¦n lo es que, como resultado de decisiones tan controvertidas como la de los programas especiales de armamento, su modernizaci¨®n est¨¢ hipotecada desde hace tiempo. Igualmente, es obvio que los vetustos BMR no dan m¨¢s de s¨ª, que los submarinos Agosta S-70, las fragatas F-80 y los Eurofighter corren el riesgo de verse superados de inmediato, que sin sat¨¦lites tecnol¨®gicamente avanzados estar¨ªamos ciegos y que, seguramente, es urgente cubrir algunas otras carencias. Por tanto, en la medida en que sigamos interesados en protegernos de quienes desean lo ajeno y apuestan por el ¡°cuanto peor, mejor¡± seguiremos necesitando medios de ¨²ltimo recurso para garantizar nuestra seguridad. En consecuencia, nos interesa disponer de medios militares con suficiente capacidad de disuasi¨®n y castigo en caso necesario, adecuadamente ponderados a los recursos disponibles y al resto de necesidades p¨²blicas por cubrir.
Y estos son argumentos que una ciudadan¨ªa adulta puede entender y asumir. Sin embargo, en Espa?a no ha habido ning¨²n Gobierno democr¨¢tico que se haya dedicado a impulsar un debate p¨²blico sobre cu¨¢l es el papel de los ej¨¦rcitos y qu¨¦ recursos hay que dedicar a su modernizaci¨®n y mantenimiento. En lugar de ello, se sigue optando por el secretismo y el uso de argumentos imposibles; lo que no puede extra?ar que acabe generando desconfianza y cr¨ªticas. Falta, en definitiva, mucha pedagog¨ªa pol¨ªtica y mucha m¨¢s transparencia sobre asuntos que van a a?adir una considerable carga presupuestaria durante a?os.
Entretanto, con crisis o sin ella, el comercio de armas sigue aumentando a nivel mundial (y espa?ol), mientras se agudiza la sensaci¨®n de que muchas decisiones de fabricaci¨®n y compra responden m¨¢s a criterios meramente empresariales que a consideraciones estrat¨¦gicas. Un comportamiento que, adem¨¢s de mostrar una acusada incoherencia pol¨ªtica ¡ªfomentando la venta a clientes impresentables¡ª, erosiona la confianza ciudadana en su propia defensa y alimenta discursos ¡°buenistas¡±, como los de que quienes en su d¨ªa se decantaron por la eliminaci¨®n del propio ministerio de defensa si llegaban a la Moncloa.
Jes¨²s A. N¨²?ez Villaverde es codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acci¨®n Humanitaria (IECAH).
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