Fr¨¢gil Italia
El Gobierno populista ha presentado a Bruselas un nuevo presupuesto mucho m¨¢s ortodoxo
Tras semanas desafiando la autoridad de Bruselas y de las normas fiscales europeas, el Gobierno populista italiano ha presentado un nuevo presupuesto mucho m¨¢s ortodoxo. Este viaje al realismo econ¨®mico es paralelo al pol¨ªtico. Roma apoy¨® en la ¨²ltima cumbre de la UE la pr¨®rroga de las sanciones a Mosc¨², por sus infracciones al derecho internacional en Crimea y Ucrania.
La reversi¨®n realista del Gobierno italiano ha sido facilitada por tres factores: la mesura con que las instituciones comunitarias han tratado el asunto, con firmeza exenta de aspavientos y amenazas excesivas; la amenaza de los mercados ante un desv¨ªo sustancial de la pol¨ªtica fiscal italiana, y el tel¨®n de fondo de la opini¨®n transalpina. Este ¨²ltimo es el argumento menos explicado, pero el m¨¢s sustantivo. No en vano, dos tercios de los italianos sostienen con firmeza ¡ªpese al estancamiento econ¨®mico de dos d¨¦cadas¡ª la conveniencia de seguir perteneciendo al euro.
Tanto las asambleas empresariales como las protestas sindicales han dejado claro en este sentido que la externalizaci¨®n de responsabilidades por los problemas internos ¡ªel t¨ªpico trato a Bruselas como chivo expiatorio¡ª no funcionar¨ªa. Por eso Roma ha retocado muy sensiblemente las apuestas de un presupuesto que confiaba contradictoriamente en la rebaja de impuestos para generar recursos con los que afrontar gastos ingentes: los propios de una renta social casi universal y los de la inoportuna rebaja de la edad de jubilaci¨®n.
En realidad, esos retoques se vehiculan a trav¨¦s de un cl¨¢sico (nunca definitivo) ejercicio de periodificaci¨®n. El mayor gasto social se limita porque no se aplicar¨¢ a todo el ejercicio de 2019, sino solo a una (gran) parte. Es una demostraci¨®n de debilidad, pero ser¨¢ el cotejo de la pr¨¢ctica, y no las proyecciones de Roma ni de Bruselas, la que determinar¨¢ si los presupuestos son excesivamente optimistas o no. O sea, si el mayor gasto social desencadenar¨¢ un mayor crecimiento econ¨®mico que ayude a combatir el d¨¦ficit y los excesos de la insostenible deuda; o si los empeorar¨¢. No est¨¢ mal dejar a la evoluci¨®n real de las cosas el dictamen final sobre el virtuosismo o la necedad de una (ya corregida) pol¨ªtica econ¨®mica.
La flexibilidad de la UE en la gesti¨®n del Pacto de Estabilidad, consagrada desde enero de 2015, autoriza ese examen. Lo que es m¨¢s discutible es que se ampare en una tolerancia discriminatoria: la dispensada a Francia, que se sustenta en una consideraci¨®n ¡°excepcional y temporal¡±, aunque nada ajena a la competencia de su Gobierno: la revuelta de los chalecos amarillos ser¨¢ criticable, pero est¨¢ estrechamente relacionada con la pol¨ªtica econ¨®mica e impositiva del Gobierno de Emmanuel Macron.
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