Kevin Spacey, iron¨ªa ante las acusaciones de abusos sexuales

La imagen no puede ser m¨¢s elocuente y por supuesto fue robada tras meses de tediosa espera e investigaci¨®n por parte de un tabloide brit¨¢nico sobre d¨®nde se refugiaba, aislado del mundo, el actor Kevin Spacey. De su ca¨ªda en desgracia, Spacey ha hecho un logo que luce en una gorra de b¨¦isbol que cubre su cabeza con una visera sobre unas gafas de sol muy oscuras: ¡°Retirado desde 2017¡±. Ese fue el a?o del inicio de una espiral de acusaciones por presunto abuso y acoso sexual por parte de m¨¢s de 30 personas (la gran mayor¨ªa hombres aunque tambi¨¦n hay algunas mujeres en este victimario). Una de las cuales, un var¨®n, sentar¨¢ este lunes en un banquillo de un tribunal de Massachusetts al actor estadounidense de 59 a?os.

Spacey ya ha avanzado que se declarar¨¢ inocente de haber agredido sexualmente en 2016 a un chico de 18 a?os en un bar del exclusivo Nantucket (Estado de Massachusetts). El entonces adolescente es hijo de Heather Unruh, antigua presentadora de un canal de televisi¨®n de Boston. ¡°Spacey pag¨® a mi hijo copa tras copa [era menor para beber legalmente en EE UU, donde la edad se sit¨²a en 21 a?os] para luego asaltarle sexualmente¡±, explic¨® entonces Unruh. La periodista fue una de las primeras personas en mencionar a Spacey tras estallar el esc¨¢ndalo del productor Harvey Weinstein en octubre de 2017 y despu¨¦s de que el actor Anthony Rapp acusara a Spacey de abuso sexual durante una fiesta en 1986 cuando s¨®lo ten¨ªa 14 a?os.

Rapp abri¨® la caja de los truenos. Fue el principio del fin para el actor de Seven. Spacey reaccion¨® r¨¢pido. Pero mal. Para justificar su comportamiento, el oscarizado actor se disculp¨® y lo hizo publicando un comunicado en el que confesaba su homosexualidad. Fue echar vinagre a la herida. Sarah Kate Ellis, presidenta de GLAAD (organizaci¨®n fundada por personas que integran el colectivo LGBTQ) aseguraba: ¡°No se trata de la salida del armario de Spacey, se trata de la historia de supervivencia de Anthony Rapp¡±. La mayor¨ªa de los comentarios que surgieron en Twitter estaban cortados por el mismo patr¨®n: ¡°No nos interesa saber la orientaci¨®n sexual de Kevin Spacey, sino el hecho de que un menor ha sufrido abusos sexuales¡±.

Spacey vive recluido en un lujoso apartamento mirando al mar en la ciudad de Baltimore (Maryland), a menos de una hora de la Casa Blanca de la que fue presidente en la ficci¨®n de la serie House of Cards. Fotograf¨ªas obtenidas por The Daily Mail muestran a trav¨¦s de las ventanas del hogar de cerca de seis millones de d¨®lares im¨¢genes de la CNN con fotograf¨ªas del actor. Puede que Spacey prepare su defensa. Tambi¨¦n que se recree en que, sin duda, cualquier tiempo pasado fue mejor mientras visiona una y otra vez sus glorias cinematogr¨¢ficas y televisivas pasadas.

De momento, la historia del cine y la televisi¨®n reciente le ha borrado en lo que constituye casi en un ejercicio stalinista de negaci¨®n del pasado. El director Ridley Scott, con su pel¨ªcula Todo el dinero del mundo finalizada, elimin¨® del metraje a Spacey y volvi¨® a grabar todas las escenas en las que este aparec¨ªa sustituy¨¦ndole por Christopher Plummer. M¨¢s de lo mismo con House of Cards. Netflix decidi¨® no contar m¨¢s con su personaje, Frank Underwood. Y, atenci¨®n viene spolier, la compa?¨ªa escribi¨® un guion con su muerte y dej¨® a su mujer, Claire (Robin Wright) como ¨²nica protagonista al frente de una Casa Blanca plagada de conspiraciones y muertes por el poder absoluto.

Puede que Spacey ya no sepa qui¨¦n es. Que confunda realidad con ficci¨®n. Si no es as¨ª, no hay manera de explicar o entender el v¨ªdeo que hizo p¨²blico el d¨ªa antes de Navidad. En su cocina, ataviado con un delantal con detalles de Santa Claus y titulado D¨¦jame ser Frank (doble sentido, Frank como su personaje y frank traducido como sincero, directo), Spacey entra en la categor¨ªa del surrealismo. Mirando a c¨¢mara, como su alter ego Underwood, imitando el profundo acento sure?o de su personaje en House of Cards, Spacey se recrea en un mon¨®logo de m¨¢s de tres minutos en el que insin¨²a su inocencia, se defiende y coquetea con la ambig¨¹edad.