El coj¨ªn
Lo llaman reconquista pero suena m¨¢s a regresi¨®n
Cuenta la leyenda que una tarde en que Mahoma regresaba a su casa, se disgust¨® por la cortina que una de sus esposas, Aixa, hab¨ªa colgado de la puerta de entrada. Bordada con figuras de animales y precioso colorido, le pareci¨® que sus im¨¢genes desbordaban la austeridad del hogar. As¨ª que arranc¨® la cortina. Al d¨ªa siguiente, Aixa fabric¨® con ella un coj¨ªn y ya no hubo problema dom¨¦stico. El coj¨ªn no cobraba tanta presencia en el hogar. Esta an¨¦cdota, que forma parte del recorrido que hace Mark Cousins por una posible historia del arte de la mirada en su ¨²ltimo libro, resulta aleccionadora sobre los pactos de ret¨®rica visual en la edad del dogma. Pero es dif¨ªcil no apreciar una enorme similitud con lo que est¨¢ sucediendo entre Vox y el Partido Popular a cuenta de la ley contra la violencia de g¨¦nero. Para el partido de reciente irrupci¨®n a la derecha de la derecha, es fundamental reordenar el pa¨ªs regi¨®n a regi¨®n. Lo llaman reconquista pero suena m¨¢s a regresi¨®n. Y una de las idea fuerza que manejan es la de retirar las ayudas a los desfavorecidos para devolver los privilegios a quienes, seg¨²n ellos, los merecen de verdad. Es una variante moderna del nacionalismo que remite a ese juego de naipes en el que quien reparte se lleva la mejor parte.
Recuerden que cuando surgi¨® un partido a la izquierda de la izquierda muchos entraron en modo alarma. La irrupci¨®n de Podemos perturbaba un orden aritm¨¦tico de d¨¦cadas en el recuento electoral de izquierdas. Pero los tintes antisistema quedaban difuminados por el dato de que muchos de los dirigentes de este nuevo partido eran profesores, funcionarios, t¨¦cnicos de la Administraci¨®n, lo que de alguna manera limitaba las tentaciones de autodestrucci¨®n. Uno nunca ataca la n¨®mina propia, esto es algo que viene de muy atr¨¢s. El l¨ªder de Vox en Andaluc¨ªa era juez y, como la mayor¨ªa de las principales figuras del partido, proviene de sectores favorecidos. Es sorprendente pues que los electores los perciban como l¨¢tigo de los privilegiados, pues han ejercido de ello sin traumas. Las multas por los caprichos judiciales del cabeza de lista por Sevilla las hemos pagado con los impuestos estatales. Ahora simplemente se trata de extender esos caprichos a los trabajos de legislatura.
De ah¨ª que las ayudas a mujeres maltratadas sean una prioridad en el ejercicio de voladura controlada del sistema de protecci¨®n de desfavorecidos. Y aqu¨ª entra el PP, que ha visto a Vox arrancar la cortina luminosa de las pol¨ªticas de g¨¦nero y ha decidido hacer con ella un coj¨ªn. Un coj¨ªn para que apoye la cabeza con calma el sector m¨¢s racional del mundo conservador y tambi¨¦n el socio necesario de Ciudadanos. Es un coj¨ªn de palabrer¨ªa y mentiras aceptadas. A mucha gente no le gusta que haya leyes que perciban la violencia contra las mujeres de manera particular. Pero les bastar¨ªa un contacto epid¨¦rmico con la realidad para entender que la mujer padece una carga de violencia social e ¨ªntima de una magnitud dif¨ªcil de soportar. La mujer lucha por dejar de ser el trofeo que engorda el ego masculino y en ello se podr¨¢n cometer errores y excesos, pero lo que est¨¢ claro es que la protecci¨®n y la igualdad son una prioridad pol¨ªtica. Todo lo dem¨¢s es cuento para seducir a quienes hacen del resentimiento personal y el rencor ¨ªntimo un consejero electoral. Es una pena que el coj¨ªn asfixie todo lo ganado hasta ahora. Pero la aritm¨¦tica electoral se desayuna los principios cada ma?ana.
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