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Simpatizo con el pesimismo radical aunque tenga pocos adeptos
El siglo pasado nos amenaz¨® con dos modelos dist¨®picos: uno antip¨¢tico, el de 1984, su Gran Hermano y sus multitudes esclavizadas; el otro, Un mundo feliz, de Huxley, con su droga del bienestar, su sexo sin l¨ªmites ni consecuencias, su perpetua adolescencia indolora... nos repugna un poco pero no nos desagrada del todo. En su ensayo El mundo feliz (ed. Anagrama), subtitulado provocadoramente ¡®Una apolog¨ªa de la vida falsa¡¯, Luisg¨¦ Mart¨ªn acepta el programa dist¨®pico huxleyano, radicaliz¨¢ndolo incluso con dosis de la terapia Matrix. No por un hedonismo barato, sino como reflexiva consecuencia de la desesperaci¨®n. El autor nos repite que ¡°la vida (supongo que humana. FS) es, en su esencia, un sumidero de mierda o un acto rid¨ªculo¡±. Lo que antes se llamaba, con m¨¢s recato, ¡°un valle de l¨¢grimas¡±. Dignidad, felicidad, libertad, fraternidad, etc¨¦tera, son embelecos perversamente rom¨¢nticos para resignarnos a penar entre la caca, la bobada y la humillaci¨®n. Si renunciamos a ellos, podremos aceptar sin remordimientos cualquier anestesia escapista que nos faciliten las novedades de la tecnolog¨ªa o de la qu¨ªmica...
Este ensayo, inteligente y bien escrito, olvida que tan gratuito es considerar asquerosa la vida como afiliarse al ¡°?qu¨¦ bello es vivir!¡±. Faltan referencias externas. Santayana nos advirti¨® de que ¡°vivimos dram¨¢ticamente en un mundo que no es dram¨¢tico¡±. Es irrefutable, dice Thomas Ligotti en La conspiraci¨®n contra la especie humana (editorial Valdemar), que ¡°la no existencia no ha hecho nunca da?o a nadie y la existencia hace da?o a todos¡±, pero si cambiamos ¡°da?o¡± por ¡°placer¡± o ¡°satisfacci¨®n¡±, la frase sigue siendo cierta. Simpatizo con el pesimismo radical aunque tenga pocos adeptos. Bien se?ala Ligotti que ¡°las falsedades panglosianas convocan a la multitud, las verdades desalentadoras la dispersan¡±...
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