El par¨®n negociador con el ELN
Duque puede optar entre acometer la soluci¨®n negociada del conflicto o seguir porfiando a tiros cuatro a?os m¨¢s
Lamentablemente, las negociaciones de paz entre la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) y el Gobierno de Iv¨¢n Duque se encuentren paralizadas, cuando lo l¨®gico es que hubieran avanzado aprovechando las ense?anzas de los acuerdos de paz alcanzados hace dos a?os por el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC. Pareciera como si la violencia fuera el estado natural de un pa¨ªs que la padece desde que en la primera mitad del siglo XX estallase la guerra entre liberales y conservadores. El jefe del ELN, Nicol¨¢s Rodr¨ªguez Bautista, Gabino, entr¨® en sus filas cuando ten¨ªa 14 a?os.
Las inercias negociadoras arduamente construidas en La Habana a partir de 2011 se han detenido desde que Duque asumi¨® la presidencia de Colombia en agosto. El nuevo mandatario aduce que no procede retomar las negociaciones mientras la guerrilla no libere a todos los secuestrados, salga de los territorios fronterizos con Venezuela y deje de reclutar menores.
Las causas reales de la interrupci¨®n no parecen claramente objetivables. Las conversaciones deb¨ªan haberse reanudado despu¨¦s de la tregua navide?a decidida unilateralmente por la guerrilla a finales de diciembre, que concluy¨® el pasado d¨ªa 3. La situaci¨®n se complica porque adem¨¢s del ELN, los grupos alzados en armas incluyen al Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n y un grup¨²sculo de las FARC descolgado de los acuerdos de paz de 2016, que chocan con el Ej¨¦rcito, secuestran, matan y extorsionan en la regi¨®n de Catatumbo. Desde hace a?os, el ELN, nacido en 1964 e inspirado en la revoluci¨®n cubana, envileci¨® sus objetivos. Cuenta con unos 2.000 milicianos.
Lejos de crearse condiciones para retomar el entendimiento, los contendientes se enzarzan y acusan. Los pa¨ªses garantes del proceso ¡ªBrasil, Chile, Noruega, Venezuela y Cuba, as¨ª como Alemania, Italia, Holanda, Suecia y Suiza como grupo de apoyo¡ª debieran movilizarse para recuperar el formato de La Habana, que incluye la promoci¨®n de un di¨¢logo nacional sobre las condiciones de vida que generan la violencia.
El enfoque del nuevo Gobierno conservador viene determinado por el Centro Democr¨¢tico, del expresidente ?lvaro Uribe, mentor de Duque y muy cr¨ªtico con las concesiones de Santos a las FARC. Siempre defendi¨® abordar el proceso desde el sometimiento militar de una guerrilla que apenas cuenta con respaldo social, pero con capacidad desestabilizadora importante.
La victoria castrense fue imposible durante decenios, y nada permite suponer que sea factible a corto plazo contra el ELN. Volver a la mesa de negociaci¨®n se presenta como la opci¨®n m¨¢s razonable. Pese a sus carencias e incumplimientos, los acuerdos con las FARC constituyen la referencia a seguir por los l¨ªderes de Colombia, cuya convalecencia ser¨¢ larga, generacional. Duque puede optar entre acometer la soluci¨®n negociada del conflicto o seguir porfiando a tiros cuatro a?os m¨¢s.
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