Fiasco del Brexit
Tras la derrota de May, los brit¨¢nicos deben buscar legitimidad y liderazgo
Aunque Theresa May super¨® ayer mi¨¦rcoles una moci¨®n de confianza planteada por el l¨ªder laborista Jeremy Corbyn, eso en nada alivia la cat¨¢strofe de su plan del Brexit, de su gesti¨®n pol¨ªtica y del horizonte del pa¨ªs que a¨²n finge dirigir. Si acaso, la votaci¨®n de ayer a?ade otro dato de preocupaci¨®n adicional: la derrota de quien la fragu¨®, Corbyn, la convierte en certificado de desconfianza hacia su capacidad de erigirse en alternativa.
Reino Unido carece as¨ª de Gobierno cre¨ªble y de oposici¨®n viable. Incluso antes de entrar en vigor, el Brexit ya ha empezado su recorrido, acumulando efectos nocivos. Quiz¨¢ el m¨¢s notorio es que ha logrado triturar la comunidad nacional brit¨¢nica... sin desgarrar a Europa ni privarla (a¨²n) de uno de sus mejores socios.
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Las incidencias parlamentarias de ayer ¡ªy previsiblemente de los d¨ªas inmediatos¡ª para nada empa?an la colosal dimensi¨®n hist¨®rica del fracaso de May y su proyecto de Brexit, tumbado por Westminster. No solo porque no hay registros parlamentarios de algo parecido, sino porque lo que pretend¨ªa arracimar a los brit¨¢nicos en torno a un futuro mejor ha logrado dividirlos cruelmente.
El Brexit act¨²a as¨ª como virus letal. No hab¨ªa unidad en el Gobierno, que ha sido recauchutado media docena de veces para tapar sus fisuras internas. No hay cohesi¨®n en la ciudadan¨ªa, que se dividi¨® por mitades en el refer¨¦ndum, y as¨ª sigue, fracturada. No hay objetivos comunes de los distintos territorios, sino que se registran todos los tonos, desde el de la Escocia europe¨ªsta hasta el del Ulster de direcci¨®n ultramontana... pero tambi¨¦n escindido.
Y finalmente no hay unidad en el Parlamento. En todo caso, una aplastante mayor¨ªa de dos tercios que rechaza tajantemente el Brexit de May. Si el Acuerdo de Retirada por ella pactado con sus socios ha quedado parlamentariamente invalidado, es la propia l¨®gica de la retirada la que queda seriamente tocada.
Y sobre todo la l¨®gica de May. Pues si se trataba del mejor acuerdo alcanzable y el ¨²nico posible respetando la voluntad secesionista, quiere decir que todos los dem¨¢s son o peores o imposibles. Y pues Westminster ya ha votado contra la retirada sin acuerdo, solo quedar¨ªa una alternativa, que por cierto es la m¨¢s razonable: rebobinar hacia la permanencia en la Uni¨®n, opci¨®n que cada vez m¨¢s brit¨¢nicos ¡ªy europeos¡ª comparten.
Pero los caminos de la pol¨ªtica no siempre siguen las indicaciones de la raz¨®n. Y otras salidas pueden abrirse paso, aunque resulta dif¨ªcil porque en buena parte ya se han explorado, porque la intrincada pol¨ªtica brit¨¢nica atraviesa momentos de extrema ansiedad y porque el reloj del 29 de marzo (fecha de salida) y del 26 de mayo (elecciones al Parlamento Europeo, con o sin brit¨¢nicos) aprieta. Y tambi¨¦n porque la paciencia de los socios tiene un l¨ªmite: no dejar que el Brexit carcoma a la Uni¨®n, como ya ha hecho con la otra parte.
El problema es de los brit¨¢nicos. Solo ellos pueden resolverlo o superarlo, aunque los europeos continentales puedan facilitar su pesada digesti¨®n con muestras bifrontes de empat¨ªa y firmeza.
Y el primer instrumento para resolverlo es el de recobrar la plenitud de su hollada vida democr¨¢tica, a no confundir con la continuada viveza de su debate parlamentario. Ahora mismo, lo m¨¢s urgente para Reino Unido es recuperar la plena legitimidad para cualquier proyecto relativo a su adscripci¨®n a la UE, a trav¨¦s de un liderazgo responsable y compacto. Carece, al menos desde el martes, de lo uno y de lo otro.
?C¨®mo? Es a la sociedad afectada a la que corresponde decidir: si por recomposici¨®n de una mayor¨ªa transversal parlamentaria y la aparici¨®n de un liderazgo alternativo s¨®lido; si mediante un segundo refer¨¦ndum; si a trav¨¦s de unas elecciones anticipadas. O gracias a una combinaci¨®n de estos y otros instrumentos imaginables.
Si sucediera todo eso, si la UE tuviese al fin como interlocutor un pa¨ªs cohesionado por un proyecto y un liderazgo ¡ªen vez de residuos pol¨ªticos de ambos¡ª, entonces ser¨ªa muy dif¨ªcil que rechazase considerar un replanteamiento a fondo de todo el asunto.
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